Que no ocurra con la hepatitis C lo que ocurri¨® con el ¨¦bola
Esta entrada se publica de forma simult¨¢nea en el espacio Health is Global del Instituto de Salud Global de Barcelona.
Una protesta de la plataforma de los afectados por hepatitis C ante el Ministerio de Sanidad. Foto: El Pa¨ªs/KIKE PARA.
Las apreturas electorales parecen haber hecho su m¨¢gico efecto y el Gobierno anunci¨® durante el debate sobre el estado de la naci¨®n que todos los enfermos de hepatitis C (HCV) en nuestro pa¨ªs recibir¨¢n el nuevo tratamiento en las pr¨®ximas semanas. El compromiso se ha traducido en un cr¨¦dito blando a las comunidades aut¨®nomas (la estrategia del ¡°yo invito, t¨² pagas¡±, como expres¨® el lac¨®nico consejero asturiano de sanidad), las estimaciones de afectados parecen estar muy por debajo de la realidad y nadie llega a explicar con certeza de d¨®nde saldr¨¢n los recursos para tratar a los pacientes no contados, pero la patada hacia delante pondr¨¢ sordina al asunto durante alg¨²n tiempo.
La pregunta ahora es si la sociedad espa?ola har¨¢ con el HCV lo que hizo con el ¨¦bola hace pocos meses: resueltos mis problemas, el resto que arree.
Porque el caso de Espa?a es solo un microcosmos de un problema global en el que el elevado precio de los tratamientos impide el acceso de cientos de millones de pacientes de HCV a los medicamentos que les salvar¨ªan la vida. De acuerdo con la OMS, la prevalencia global del HCV es de entre 130 y 150 millones de personas, de los que entre 4 y 5 sufren una co-infecci¨®n con el virus del SIDA. Siete de cada diez se encuentran en pa¨ªses en desarrollo (China, en primer lugar, con casi 30 millones, seguida de India y Egipto con 18 y 12, respectivamente).
Se estima que la mortalidad derivada de la HCV est¨¢ por encima de las 350.000 personas al a?o, la mayor parte de las cu¨¢les mueren sin haber recibido ning¨²n tipo de tratamiento eficaz. ?Por qu¨¦? Aunque el diagn¨®stico de la enfermedad, el coste de la infraestructura de tratamiento y la falta de profesionales capacitados constituyen un problema en muchos pa¨ªses, la barrera principal est¨¢ en el elevado coste de los medicamentos, cuyos precios se aplican de forma diferenciada de acuerdo a las negociaciones que cada gobierno realiza con la compa?¨ªa. Y los pa¨ªses ricos est¨¢n pagando cara la factura de la ¨²ltima generaci¨®n de medicamentos: Sofosbuvir (Sovaldi) recibi¨® la aprobaci¨®n de la FDA estadounidense el 5 de diciembre de 2013, y su precio en este mercado llega a $84.000 por tratamiento (unos 1.000 d¨®lares por p¨ªldora). Un representante del principal gestor de medicamentos de EEUU declar¨® que el coste de cubrir a esos precios a los beneficiarios de Medicaid y a los internos de prisiones alcanzar¨ªa los 55.000 millones de d¨®lares, ¡°un impuesto sobre el conjunto de los americanos¡±.
Me pregunto cu¨¢nto tardaremos en plantearnos esta misma cuesti¨®n en nuestro pa¨ªs. Al fin y al cabo, la generosidad del Gobierno no corre a cargo de las comunidades aut¨®nomas, sino de los contribuyentes que van a pagar las decenas de miles de euros (el precio negociado sigue siendo un misterio) que cuesta cada tratamiento.
Para la inmensa mayor¨ªa de los pacientes, la diferenciaci¨®n de precios no ha conseguido eliminar las barreras al acceso. En los pa¨ªses en desarrollo Gilead ha establecido un precio de $2.000 por tratamiento (42 veces m¨¢s bajo que en EEUU), llegando a un acuerdo de ¡®licencia voluntaria¡¯ con compa?¨ªas indias de gen¨¦ricos para su producci¨®n y distribuci¨®n en al menos 60 pa¨ªses en desarrollo, pero este grupo excluye a la buena parte de los de renta media en los que se concentran la mayor¨ªa de los enfermos. En Egipto, donde casi 12 millones de personas est¨¢n infectadas con HVC (el14% de la poblaci¨®n), el coste de Sofosbuvir para el 100% de los enfermos representar¨ªa cinco veces el presupuesto nacional de salud p¨²blica en 2011.
Las dificultades de los pacientes y los sistemas sanitarios para sufragar el coste del medicamento contrastan con los beneficios sin precedentes de la compa?¨ªa Gilead, que adem¨¢s compr¨® la mol¨¦cula a otra compa?¨ªa que la hab¨ªa desarrollado. Mientras las ventas globales de Sofosbuvir podr¨ªan haber superado los 10.000 millones de d¨®lares solo en 2014 (2.000 m¨¢s de lo que pag¨® originalmente por ¨¦l), un estudio de la Universidad de Liverpool demostr¨® que el medicamento podr¨ªa ser producido por tan solo 101 d¨®lares para un curso de tratamiento de tres meses. El rango estimado de coste de producci¨®n est¨¢ entre 68 y 136 d¨®lares por cada tratamiento de 12 semanas.
Hay algo profundamente err¨®neo en un sistema de innovaci¨®n y acceso a medicamentos que permite morir a millones de personas cuando el tratamiento que les salvar¨ªa la vida puede ser producido a un coste tan razonable.
?C¨®mo podemos resolver esta contradicci¨®n? Tenemos la opci¨®n de seguir bailando al son que marcan las compa?¨ªas farmac¨¦uticas, pero viendo los resultados no parece la mejor idea. Las alternativas inmediatas pasan por cuestionar el verdadero car¨¢cter innovador de esta patente (como hizo India hace pocas semanas para empezar a producir gen¨¦ricos) o en reconocerla pero salt¨¢rsela aduciendo razones de emergencia p¨²blica (algo que est¨¢ contemplado en los acuerdo de la OMC y que varios eurodiputados europeos han pedido por primera vez para la UE).
Pero ser¨¢ dif¨ªcil continuar a golpe de excepciones cuando casos como el de la HCV se conviertan en habituales. En el medio plazo no tenemos m¨¢s alternativa que reformar el modelo para establecer incentivos a la innovaci¨®n que no sean incompatibles con el derecho fundamental a la salud. Solo hay que esperar que la pol¨¦mica creada en Espa?a y en otros pa¨ªses haya contribuido a empujar el debate en esta direcci¨®n y que la protesta organizada se extienda ahora a los pacientes pobres del resto del planeta.
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