Sacar los colores a Richard Meier
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FOTO: Miquel Coll
El Museo de Arte Contempor¨¢neo de Barcelona, MACBA, no quiere ser un edificio herm¨¦tico. Ni fr¨ªo ni distante (a pesar de que en el barrio lo bautizaran como la lavadora hace dos d¨¦cadas, cuando se inaugur¨®). El primer paso para recuperar el contacto con la plaza ha sido ubicar all¨ª el nuevo acceso al museo- directamente al atrio- resuelto con limpieza por los arquitectos Iv¨¢n Pom¨¦s y Max Llamazares.
El segundo paso ha sido hacer desaparecer el antiguo acceso reconvirti¨¦ndolo o rentabilizando. Antes al MACBA se entraba por un lateral, por una puerta que quedaba retrasada, y se hac¨ªa atravesando un vest¨ªbulo de planta circular que no ten¨ªa otro uso que ese: que la gente pasara por ¨¦l o que los visitantes se sentaran a esperar a un amigo con el que hab¨ªan quedado. Era una gran manera de entrar: desde la sutileza, buscando el museo ¨Cen lugar de toparte con ¨¦l o en vez de que ¨¦ste te atropellara-. Se llegaba all¨ª desde la voluntad y desde la tranquilidad de atravesar un pre¨¢mbulo, un espacio intermedio, un lugar donde poder dudar, digamos, o incluso un rinc¨®n en el que poder descansar. Pero el espacio era muy grande, un lujo caro de mantener en los tiempos que corren. Y as¨ª, una nueva tienda-librer¨ªa ocupa ahora esa antigua antesala.
No es esta la primera vez que el MACBA trata con el color. Durante los a?os despu¨¦s de la inauguraci¨®n era habitual ver banderolas que anunciaban los t¨ªtulos de las exposiciones temporales componiendo puzles sobre la fachada. El renacer de esa fractura con el blanco g¨¦lido es defendido por los arquitectos como un gesto de acercamiento al barrio y a la vida. Y eso consigue transmitir aunque el bullicio y el desorden de los lomos de los libros y los regalos puestos a la venta ya cumplan, en realidad, esa funci¨®n.
La intervenci¨®n, ¡°una calle interior paralela a la fachada que busca controlar la seguridad del comercio y no distorsionar la fachada original¡±, explica Pom¨¦s, funciona envuelta por la lectura que ofrece el nuevo mobiliario (el que organiza ese espacio), hecho a la medida de la planta original de Meier. As¨ª, un escaparate semicircular de 24 metros lineales funciona como un halo mientras que dos l¨¢mparas centrales y conc¨¦ntricas (realizadas a medida por Santa & Cole) refuerzan la geometr¨ªa original.
¡°Nos impusimos como premisa la utilizaci¨®n de alg¨²n color para destacar sobre el Ral 9003, el blanco Meier, que caracteriza el MACBA. Era importante demostrar que algo estaba cambiando¡±, cuentan los arquitectos, que, incapaces de decidirse por un solo tono, recurrieron a la caja de l¨¢pices para combinar 41 colores en saltos crom¨¢ticos constantes. La intervenci¨®n demuestra que casi todos los edificios pueden cortar y pegar sus puertas y ventanas modificando su relaci¨®n con la calle. Tambi¨¦n que se puede ser ordenado (con la geometr¨ªa) y libre (con el color). Finalmente lanza la pregunta de hasta qu¨¦ punto se pueden alterar las reglas autoimpuestas por los arquitectos de cara a revitalizar sus creaciones.
Coste de la intervenci¨®n por metro cuadrado, seg¨²n arquitectos: 360 euros.
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