¡°Me parte el coraz¨®n talar ¨¢rboles, pero nuestros ni?os podr¨ªan morir¡±
El invierno empeora la situaci¨®n de m¨¢s de cinco millones de sirios Ya se enfrentaban a p¨¦simas condiciones de vida a causa de la guerra

"Tendr¨¦ que quemar ¨¢rboles de nuestra plantaci¨®n de cerezos y usar la madera como combustible para poder mantener a mis nietos en un lugar caliente en este g¨¦lido invierno", cuenta Abou Taha, un l¨ªder comunitario de 70 a?os en Kfer Yabous, una ciudad al pie de las monta?as cerca de la frontera con L¨ªbano. Sus ojos brillan cada vez que habla de esos cerezos bajo cuya sombra creci¨® de ni?o. "En este lado del mundo nunca cortamos ¨¢rboles para necesidades personales. Pero tengo muy poco que ofrecer a mi familia", me dice el patriarca.
El invierno est¨¢ siendo malo en Siria. En enero, las peores tormentas de nieve en d¨¦cadas azotaron el pa¨ªs, dejando grandes nevadas en varias regiones. Para m¨¢s de cinco millones y medio de sirios, que de por s¨ª ya se enfrentan a las peores condiciones que podamos imaginar, el invierno solo empeora la situaci¨®n.
La ausencia de ingresos con los que pagar gas¨®leo para calentar las casas, unida a la escasez generalizada, hace que muchas familias tengan que utilizar ¨¢rboles como combustible y medio de calefacci¨®n. "No se encuentra gas¨®leo en el mercado. Me parte el coraz¨®n tener que talar ¨¢rboles, pero nuestros ni?os podr¨ªan morir. Los m¨¢s peque?os no sobrevivir¨¢n", dice Majeda, una profesora y madre de dos ni?os en Al Waer, un barrio controvertido justo a las afueras de Homs.
Clases congeladas
En zonas de Damasco algo m¨¢s seguras, la disponibilidad de combustible no es mucho mejor. Ahlam, madre de tres hijos, se vio obligada a abandonar su hogar en Zamalka, en las afueras de Damasco, y ahora vive de la caridad en un piso de un dormitorio cerca de la capital. Ahlam tambi¨¦n cuida de sus sobrinos ya que sus padres est¨¢n atrapados en su ciudad de origen en Zamalka. "Los cortes de electricidad duran 15 horas al d¨ªa, no tenemos forma de calentarnos", dice.
Ahlam se asegura de que sus hijos vayan al colegio. Mientras hablamos, ayuda a su hija Rola a hacer los deberes de matem¨¢ticas. "Solo estudi¨¦ hasta sexto grado pero me aseguro de estar involucrada en su aprendizaje", cuenta mientras sonr¨ªe. "A veces tengo que pedir a mi hija mayor que corrija los ejercicios a la peque?a", a?ade se?alando a Rola. Tres de sus ni?os perdieron un a?o de colegio mientras se quedaron en su ciudad natal, que vivi¨® importantes operaciones militares el a?o pasado. "Hoy hacen sus deberes a la luz de una vela pero, ?qu¨¦ se puede hacer con el fr¨ªo? A veces es imposible concentrarse. Nos api?amos debajo de una manta y esperamos hasta quedarnos dormidos", dice sin perder fuerza.
Unos dos millones de ni?os necesitan asistencia para el invierno dentro de Siria. Queremos llegar al menos a 900.000 con suministros vitales para esta ¨¦poca del a?o. De momento, se han enviado 316.000 conjuntos de ropa y hay m¨¢s en camino.
Los cortes de electricidad duran 15 horas al d¨ªa, no tenemos forma de calentarnos Ahlam, vecino de Zamalka
"A trav¨¦s del esfuerzo de las ONG locales hemos proporcionado ropa de invierno adquirida en el mercado local a 35.000 ni?os en Alepo, y se llegar¨¢ a un n¨²mero similar en los pr¨®ximos d¨ªas", dice Mark Choonoo, jefe de la oficina de UNICEF en esa ciudad.
En Al Waer, durante una semana de intensas nevadas, una relajaci¨®n temporal del conflicto nos permiti¨® entregar 1.400 conjuntos de ropa de invierno para los ni?os. Al Waer ha estado fuera del alcance de la asistencia humanitaria durante meses. Este apoyo de UNICEF, que inclu¨ªa medicamentos b¨¢sicos, equipos de higiene y suplementos nutricionales, es parte de un convoy de varias agencias humanitarias en la zona que pretende cubrir las necesidades de 1.500 familias. "Al Waer no ha recibido ning¨²n suministro de di¨¦sel en 18 meses", nos cuenta mediante videoconferencia un voluntario de una organizaci¨®n local. "Agotamos todas nuestras existencias el pasado invierno y no nos queda nada para este a?o", a?ade.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Unicef
- Ayuda humanitaria
- Guerra Siria
- Cooperaci¨®n y desarrollo
- Primavera ¨¢rabe
- Crisis humanitaria
- Refugiados
- Guerra civil
- Pobreza
- Protestas sociales
- Cat¨¢strofes
- Revoluciones
- V¨ªctimas guerra
- Malestar social
- ONU
- Infancia
- Conflictos pol¨ªticos
- Desastres
- Salud p¨²blica
- Organizaciones internacionales
- Pol¨ªtica sanitaria
- Guerra
- Sucesos
- Problemas sociales
- Relaciones exteriores
- En primera l¨ªnea
- Planeta Futuro