Una pol¨ªtica exterior

Resulta cuando menos llamativo que en el momento en que Europa ha llegado a ser mucho m¨¢s que un sue?o, su pol¨ªtica exterior se va adelgazando y a veces parece no existir. Esto lleg¨® a su culminaci¨®n hace ya tiempo cuando EE?UU tuvo que intervenir para que Serbia dejara de ser un agente perpetuo del asesinato y el odio ¨¦tnico.

Hay que decir en todo caso que Europa tuvo sus buenos momentos exteriores cuando un paisano nuestro llamado Javier Solana fue el Alto Representante en la pol¨ªtica exterior europea.

Pero ya llevamos a?os de sequ¨ªa. No hay una pol¨ªtica trazada sobre Ucrania y Rusia, ni sobre el Estado Isl¨¢mico, ni sobre otras cuestiones que parecen menores pero no lo son, como, por ejemplo, Cuba.

De Ucrania desgraciadamente vamos a tener que hablar mucho. El nacionalismo ruso no se est¨¢ encontrando por delante ninguna postura firme de unos pa¨ªses que dicen defender la democracia y los derechos humanos. Adem¨¢s, tampoco parecen dispuestos a tomar una postura consecuente con el hecho dram¨¢tico de que el gas que consume Europa pasa por Ucrania.

Francia ha comenzado una guerra contra el Estado Isl¨¢mico sin que ninguno de sus socios tome parte en ella. El portaaviones Charles de Gaulle bombardea a diario las posiciones terroristas sin apoyo de ning¨²n barco comunitario.

Cuba. Se est¨¢ quedando como un asunto estrictamente americano, de la ¨¦poca de Monroe. Nadie est¨¢ jugando de parte de Europa ning¨²n papel relevante para buscar una salida al castrismo desde una m¨ªnima garant¨ªa de respeto a la libertad, los derechos humanos y la ausencia de venganza.

La pol¨ªtica exterior europea parece jugarse demasiado a menudo en su interior. Es una broma la forma en que se ha desarrollado la negociaci¨®n con Grecia. All¨ª s¨ª parec¨ªa haber ministros de Exteriores. Por ello se han producido choques diplom¨¢ticos absurdos como el que ha implicado a Rajoy y Passos Coelho con Tsipras.

Por razones similares, se ha producido el incidente entre Zapatero y Margallo en torno a Cuba. La metedura de pata del expresidente se antoja mayor si se busca una pol¨ªtica europea sobre el castrismo (?la hay?).

Nuestros problemas exteriores de los ¨²ltimos tiempos parecen ser problemas de pol¨ªtica dom¨¦stica. Una rega?ina con los griegos, una bronca al contumaz Zapatero. Cosas de casa, pero seguimos sin saber qu¨¦ opina Espa?a sobre Ucrania, qu¨¦ opinamos sobre el uso de la fuerza en Siria, qu¨¦ estamos dispuestos a apostar por la oposici¨®n democr¨¢tica cubana. Eso por no hablar de Guinea Ecuatorial o el antiguo S¨¢hara espa?ol. La ventaja de Espa?a es s¨®lo la de ser una potencia de segundo orden. En casi ning¨²n asunto internacional tenemos una posici¨®n decisiva.

Pero a lo mejor conviene repensar esa c¨®moda postura. Ni en Cuba, ni en Guinea, ni en el S¨¢hara da lo mismo lo que haga Espa?a. Y sobre Siria y Ucrania no estar¨ªa de m¨¢s apoyar a nuestros vecinos que defienden la civilizaci¨®n democr¨¢tica, por ejemplo.?