Mujeres

No ten¨ªamos ni idea de c¨®mo se hac¨ªa. Nos hab¨ªan educado para vivir en un pa¨ªs que, por suerte, ya no exist¨ªa cuando fuimos adultas. Sab¨ªamos bordar un trapito con motivos talaveranos en rojo y negro, hacer mosaicos de arroz te?ido con anilina de colores y componer una canastilla para un reci¨¦n nacido, pero nadie nos hab¨ªa ense?ado a hablar de dinero, a negociar un contrato, a tener seguridad en nosotras mismas. Tampoco ten¨ªamos modelos, referentes a los que acudir. Mientras las madres de las europeas de nuestra edad debutaban en la lucha por la igualdad, las nuestras hab¨ªan vivido sujetas a un C¨®digo Penal del siglo XIX. Mientras aqu¨¦llas quemaban sus sujetadores, ¨¦stas se encontraban legalmente incapacitadas para todo lo que no fuera casarse y tener hijos. Tuvimos que hacer en un solo trecho lo que el resto de las europeas hab¨ªan hecho en dos, avanzando con la lengua fuera, sin instrucciones, sin br¨²jula, improvis¨¢ndolo todo. Aprendimos a renunciar a ser tan perfectas como nuestras madres para no volvernos locas, a absolvernos por colocar a nuestros hijos en casas ajenas para viajar por motivos de trabajo, a descongelar una pizza para la cena sin sentirnos culpables. Esto fue lo ¨²nico en lo que fallamos. Nunca conseguimos dejar de sentirnos culpables, pero todo lo dem¨¢s lo hicimos, y lo hicimos solas, y lo hicimos bien. Vuelvo la vista atr¨¢s y ni siquiera lo entiendo. No s¨¦ de d¨®nde sacamos tanta imaginaci¨®n, tanta voluntad, tanta energ¨ªa, pero estoy muy orgullosa de las mujeres de mi generaci¨®n. Los libros de Historia no hablar¨¢n de nosotras, pero el progreso de este pa¨ªs no habr¨ªa sido posible sin las espa?olas que hoy tenemos cincuenta y tantos. Feliz 8 de marzo, chicas. Porque nos lo merecemos m¨¢s que nadie.