Un ¡®World Press Photo¡¯ para el drama de la inmigraci¨®n
El corto 'A las puertas de Europa', de un especial de EL PA?S SEMANAL de Carlos Spottorno y con la colaboraci¨®n de Guillermo Abril, recibe un premio en categor¨ªa multimedia
La tarde anterior el horizonte se hab¨ªa te?ido de sangre sobre un Mediterr¨¢neo liso y manso. Pero oscuro. Un mal presagio. De que algo iba a ocurrir. Las condiciones eran muy favorables para la navegaci¨®n. Si uno estuviera en Libia, aguardando a zarpar en una patera para dejar atr¨¢s la guerra o la miseria, ser¨ªa el momento perfecto para lanzarse a lo desconocido. Rumbo a Europa. O al fondo del mar. Y as¨ª lo comentamos esa noche en el diminuto camarote que amablemente nos hab¨ªa cedido el comandante de la fragata italiana Grecale, Stefano Frumento. Yo en la litera de arriba, Carlos Spottorno en la de abajo; o quiz¨¢ ¨¦l estuviera editando fotos sobre el diminuto escritorio de la estancia, como suele hacer cuando trabaja: hasta bien entrada la madrugada. Era nuestra tercera noche entre marinos italianos destinados al agujero negro del drama migratorio. Nos encontr¨¢bamos en alg¨²n punto entre ?frica y Europa. La mayor brecha del mundo. La m¨¢s desesperada. Cerca de 22.000 personas han muerto a las puertas de nuestro continente desde el a?o 2000; y casi mil m¨¢s solo en esta ¨²ltima semana. La mayor parte de ellas se hundieron en el pozo sobre el que patrull¨¢bamos a bordo de la?Grecale, una de las naves militares del dispositivo Mare Nostrum que el ministerio de Defensa italiano hab¨ªa desplegado en aguas internacionales para evitar una nueva tragedia como la de Lampedusa, en la que se ahogaron cerca de 400 inmigrantes.
Nos hab¨ªa costado cerca de un mes de negociaciones llegar hasta all¨ª. Un buen pu?ado de correos. En espa?ol, ingl¨¦s e italiano, lengua que domina Spottorno. De cartas con membrete oficial de EL PA?S a embajadas, mandos militares y miembros del gobierno. Finalmente sucedi¨® cuando nos encontr¨¢bamos en Sicilia, saliendo del Cara di Mineo, el mayor centro de refugiados y solicitantes de asilo de Europa. Un lugar apocal¨ªptico: 4.000 inmigrantes de m¨¢s de 40 nacionalidades hacinados en una antigua urbanizaci¨®n para soldados estadounidenses destinados en la isla. A las puertas del centro le¨ªmos el correo electr¨®nico de un teniente de la Marina: ¡°Un helic¨®ptero les transportar¨¢ a bordo de la fragata Grecale. De momento la duraci¨®n de este embarco no es definible¡±.
Recuerdo a Spottorno coloc¨¢ndose sus dos c¨¢maras al cuello. Hab¨ªa ensayado el procedimiento al mil¨ªmetro los ¨²ltimos d¨ªas¡±?
Nos lanzamos a la aventura. Transcurrieron tres d¨ªas de calma en la nave. Y lleg¨® aquella tarde del mal presagio. Pasamos la noche dando vueltas en el catre. Esperando. Nos dormimos con el vaiv¨¦n apacible de las olas. Y nos despertaron las aspas fren¨¦ticas del helic¨®ptero despegando en la popa. Era primera hora de la ma?ana. Saltamos de la cama y volamos al puesto de mando del buque. Una de las primeras frases del comandante Frumento fueron: ¡°Tenemos un contacto. Muy probablemente migrantes¡±. El resto sucedi¨® rapid¨ªsimo. Recuerdo a Spottorno coloc¨¢ndose sus dos c¨¢maras al cuello. Ambas preparadas para grabar v¨ªdeo y tomar fotos. Hab¨ªa ensayado el procedimiento al mil¨ªmetro los ¨²ltimos d¨ªas. Era un reto enorme dar lo mejor de s¨ª en una situaci¨®n l¨ªmite. Y en dos formatos. Muy pocos, hasta la fecha, hab¨ªan tenido un acceso tan directo a un rescate en alta mar. Los 206 marinos italianos funcionaron con la precisi¨®n de un cuerpo de ¨¦lite. Cada miembro de la tripulaci¨®n sab¨ªa d¨®nde colocarse y su funci¨®n. Aquel 11 de marzo sacaron a 219 inmigrantes de un cascar¨®n de madera carcomida de unos 15 metros de eslora. La mayor¨ªa hu¨ªan de Paquist¨¢n y Siria. El comandante nos dio autorizaci¨®n para acercarnos a la embarcaci¨®n en una de sus lanchas. Recuerdo el centenar de caras mirando por la borda de la patera con una mezcla de terror y alivio. Y a Spottorno disparando y grabando sin descanso.
En la pieza premiada por World Press Photo no hay trampa ni cart¨®n. Fuimos testigos directos de uno de los dramas m¨¢s terribles de este siglo. Y Carlos Spottorno logr¨® transmitirlo en im¨¢genes con toda su crudeza y siendo fiel a los hechos. Haciendo periodismo del bueno.
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