Un horario laboral adecuado al reloj interno es beneficioso para la salud
Un estudio muestra que las diferencias entre el horario natural y el impuesto por la sociedad provocan problemas de obesidad y suponen un coste del 1% del PIB
Hasta hace muy poco, el sol marcaba el ritmo a la humanidad a trav¨¦s de los ciclos de luz y oscuridad diarios y del paso de las estaciones. La capacidad para medir el tiempo con precisi¨®n estaba al alcance de pocos y para la mayor¨ªa tampoco ten¨ªa inter¨¦s. Eso cambi¨® con la revoluci¨®n industrial. En un taller artesano, si un zapatero llegaba un poco m¨¢s tarde al trabajo, eso no afectaba a la calidad de su trabajo ni retrasaba el de sus compa?eros. Sin embargo, en una cadena de montaje es necesario que todos los operarios est¨¦n sincronizados. La industrializaci¨®n cambi¨® los h¨¢bitos de trabajo y con ellos arrastr¨® a todo lo dem¨¢s, desde el transporte hasta los horarios de las escuelas, que comenzaron a adoptar horarios precisos poco despu¨¦s de hacerlo las f¨¢bricas. En 1880, en una medida sin precedentes, el Gobierno brit¨¢nico impuso por ley que todos los horarios de Reino Unido siguiesen el de Greenwich. Era el inicio de un gigantesco experimento social.
En la actualidad, el 80% de las personas necesita un despertador para levantarse los d¨ªas de trabajo y la electricidad ha roto nuestro estrecho v¨ªnculo con el sol. Este cambio de referencia ha tenido algunas consecuencias. Entre otras cosas, en muchos pa¨ªses industrializados la gente duerme hasta dos horas menos de media que hace un siglo. Adem¨¢s, los horarios fijos del mundo moderno han producido lo que se conoce como jet lag social. Igual que cuando se vuela entre continentes y el viajero sigue teniendo sue?o a la hora que toca dormir en su lugar de origen, aunque en el de destino sea mediod¨ªa, hay personas que sufren esa sensaci¨®n sin tomar un avi¨®n. Esto pasa porque sus horarios de trabajo o de sue?o no se corresponden con el reloj biol¨®gico que todos llevamos dentro.
Aproximadamente el 20% de la poblaci¨®n tendr¨ªa un horario natural matutino, el 20% ser¨ªa vespertino y el 60% se encontrar¨ªa entre los dos extremos. Aunque estas tendencias, que se conocen como cronotipos, son relativamente estables, var¨ªan con la edad. Ni?os y mayores tienden a ser m¨¢s matutinos mientras que adolescentes y j¨®venes son vespertinos. Hasta ahora, la sociedad industrial, como en muchos otros casos, ha ignorado esta diversidad y ha fijado unos horarios que favorecen a quienes se levantan pronto. Al que madruga, Dios le ayuda, y al resto, no tanto. De hecho, la ciencia ha comprobado emp¨ªricamente el adagio. Un estudio de investigadores de la Universidad de Granada mostraba que el cronotipo influye en la capacidad de conducir y que las matutinas lo hacen de manera m¨¢s estable durante todos los tramos horarios que las vespertinas.
?ngel Correa, autor principal de aquel trabajo, explica que su equipo sigue estudiando la influencia del jet lag social en distintas tareas que implican un control del comportamiento. ¡°El ajuste entre el cronotipo y el horario laboral no solo influye en la calidad del sue?o sino tambi¨¦n en procesos cognitivos como los necesarios para la conducci¨®n o en la inhibici¨®n de respuestas que no son adecuadas¡±, explica correa. ¡°Nosotros, por ejemplo, estamos estudiando si nuestras decisiones en juegos econ¨®micos son m¨¢s arriesgadas cuando las tomamos en momentos que no son ¨®ptimos para nosotros¡±, a?ade. En una l¨ªnea similar, la investigadora de la Universidad de Barcelona, Ana Ad¨¢n, ha observado que las personas con cronotipo vespertino consum¨ªan m¨¢s alcohol y tabaco. Y en 2013, Till Roenneberg, de la Universidad de Munich, public¨® un estudio que mostraba que quienes tienen un mayor desajuste entre su reloj biol¨®gico interno y su actividad social tienen un mayor riesgo de obesidad. Por cada hora de diferencia entre la "zona horaria" social y la biol¨®gica se incrementaba en un 33% la probabilidad de ser obeso.
Turnos de trabajo y salud
Roenneberg, uno de los mayores expertos del mundo en el estudio del jet lag social, acaba de publicar un nuevo trabajo sobre el problema, en este caso en la revista Current Biology. Despu¨¦s de estudiar a trabajadores de f¨¢brica asignados a tres turnos diferentes de ma?ana, tarde y noche, observ¨® que alinear sus cronotipos con los horarios laborales, evitando que los de tipo m¨¢s vespertino fuesen asignados a turnos matutinos y viceversa, reduc¨ªa la perturbaci¨®n del ritmo circadiano y mejoraba la calidad del sue?o y otros aspectos de su salud. Los trabajadores fueron capaces de dormir m¨¢s durante los d¨ªas laborales y eso les permiti¨® adem¨¢s dormir menos para recuperar ese sue?o durante sus jornadas festivas.
Tras muchos a?os de estudio, Roenneberg est¨¢ convencido de que ¡°crear unos horarios laborables m¨¢s flexibles proporcionar¨ªa beneficios, tanto para los trabajadores y su salud como para las empresas a trav¨¦s de la productividad¡±. C¨¦line Vetter, coautora del estudio, considera adem¨¢s que el impacto de estas mejoras puede ser a¨²n m¨¢s amplio. ¡°Sabemos que el sue?o tiene implicaciones importantes no solo para la salud f¨ªsica, sino tambi¨¦n para el estado de ¨¢nimo, el estr¨¦s o las relaciones sociales, as¨ª que mejorar el sue?o, muy probablemente, tendr¨¢ otros efectos secundarios positivos¡±, opina.
Aunque Roenneberg reconoce que en las grandes empresas los cambios de este tipo son lentos y complicados, afirma que ya hay empresas que han mostrado inter¨¦s por su trabajo. De hecho, su ¨²ltimo estudio ha sido cofinanciado por la multinacional sider¨²rgica alemana ThyssenKrupp. ¡°Si se pudiese entrar a trabajar a las 10 o las 10.30 en lugar de a las 9, el trabajador le estar¨ªa ofreciendo a su empresa el tiempo en el que se encuentra mejor y m¨¢s capaz¡±, ejemplifica. Los desajustes provocados por el sistema actual suponen un coste aproximado del 1% del PIB seg¨²n Roenneberg.
Las grandes empresas no son los ¨²nicos espacios en los que se pueden empezar a aplicar cambios como los que sugiere Roenneberg. Los centros de ense?anza tambi¨¦n se podr¨ªan beneficiar. "Los adolescentes son muy vespertinos, no es que sean vagos, como a veces se piensa, y si les pones el inicio de las clases a las ocho de la ma?ana, los matas", apunta Correa. "Retrasar sus horarios puede servir para mejorar su educaci¨®n, o al menos se pueden colocar clases que requieren un mayor esfuerzo, como las matem¨¢ticas, fuera de las primeras horas de la ma?ana", a?ade.
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