El pozo donde yacen millones de ciudadanos americanos
Uno de cada cinco latinoamericanos sigue viviendo en la pobreza. El estado mental de estas personas es una de las consecuencias m¨¢s preocupantes
Est¨¢ bien, es cierto. Esta regi¨®n, hist¨®ricamente ninguneada y llena de abismos sociales, ha mejorado. Los 10 a?os que comenzaron el 2000 ya no se pueden llamar La d¨¦cada perdida, pues las cifras arrojan destellos de esperanza. La pobreza ha ca¨ªdo del 41,6% al 25,3% entre 2003 y 2012. La extrema, en el mismo periodo descendi¨® del 24,5% a. 12,3%.
Incluso la desigualdad ¡ªese ind¨®mito mal que ajocha las calles y los campos¡ª se ha moderado. El coeficiente de Gini, que mide esas brechas, en Am¨¦rica Latina ha pasado de 0,57 en el 2000 al 0,52 en el 2012. Pero el propio t¨ªtulo del reciente informe del Banco Mundial donde esto se registra revela que hay una zona, un pozo casi, donde yacen algunos millones de ciudadanos.
Los olvidados/pobreza cr¨®nica en Am¨¦rica Latina y El Caribe es el nombre del documento presentado en Lima, cuya autor¨ªa pertenece a Renos Vaquis, Jamele Rigolini y Leonardo Luchetti. En ¨¦l, se detallan los avatares de la "pobreza cr¨®nica", que afecta a uno de cada cinco latinoamericanos. Est¨¢n en todos los pa¨ªses, aunque el territorio m¨¢s golpeado es Centroam¨¦rica.
Y m¨¢s concretamente Guatemala, que no por casualidad es uno de los pa¨ªses pa¨ªs con mayor poblaci¨®n ind¨ªgena de este subcontinente (cerca del 60%). Es el que menos ha crecido econ¨®micamente tambi¨¦n (solo un 1%), lo que sugiere que adolece de una perniciosa combinaci¨®n de exclusi¨®n, segregaci¨®n, poca redistribuci¨®n y manejo no tan eficiente de la econom¨ªa.
Los otros dos pa¨ªses con mayor pobreza cr¨®nica son Honduras y Nicaragua. Y los que menos la tienen son Uruguay, Argentina y Chile. Se trata de una condici¨®n que, seg¨²n el Banco Mundial, depende de factores como la dotaci¨®n (la habilidad, activos f¨ªsicos), el contexto habilitador (mercados, servicios, instituciones) y el estado mental (aspiraciones, bienestar psicol¨®gico).
Este ¨²ltimo "insumo" (as¨ª lo llama el informe) es acaso el m¨¢s revelador. A lo largo de todo el texto se insiste en que es un elemento que impulsa la pobreza cr¨®nica. Observar eso guarda consonancia con escenas que se ven en algunos lares latinoamericanos, donde la indigencia campea y se envuelve, tristemente, en una visi¨®n desesperanzada del hoy y el ma?ana.
Son territorios, en el campo o la ciudad, donde habitan personas con aspiraciones d¨¦biles, tendientes a ver un horizonte temporal limitado, como explicaba el Premio Nobel Amartya Sen, o como cont¨® en uno de sus relatos George Orwell. Cuando hay apuros por llenar la olla, es dif¨ªcil planificar, movilizarse para salir de la pobreza. Cuesta levantarse y caminar hacia arriba.
No parece casual que sociedades donde no se han exorcizado el racismo o la segregaci¨®n, como Guatemala, tengan m¨¢s pobres cr¨®nicos
Ese "estado mental abatido" es el que, en no pocos casos, definir¨ªa el destino de un pobre cr¨®nico. Cuando se instala, las expectativas de futuro son menores y hasta se cree que escapara de ello ¡°no es una opci¨®n viable¡±, como se?ala el texto. M¨¢s a¨²n si donde se vive esa es la mentalidad predominante, con lo cual la transmisi¨®n intergeneracional de la pobreza est¨¢ servida.
?C¨®mo es que ha ocurrido todo esto? Parece esperable que, en una situaci¨®n donde se ha instalado una din¨¢mica econ¨®mica que privilegia el esfuerzo personal y el consumo, haya necesariamente una zona oscura donde quedan quienes respiran la exclusi¨®n. Lo preocupante, adem¨¢s, es que justamente sean los olvidados, aquellos a quienes a veces ni se mira.
No parece casual que sociedades donde no se han exorcizado el racismo o la segregaci¨®n, como Guatemala, tengan m¨¢s pobres cr¨®nicos, o m¨¢s personas que piensan, y sienten, que nunca saldr¨¢n del hoyo. En total, en toda la regi¨®n son unas 130 millones de personas, a las que no se les debe meter en el basurero de la Historia mientras las cifras crecen y crecen.
El informe del Banco Mundial recomienda, para frenar esta deriva, que los programas sociales incorporen la ayuda para mejorar el estado mental de los pobres cr¨®nicos. Asimismo, que las pol¨ªticas p¨²blicas se coordinen mejor y que la intermediaci¨®n (la forma c¨®mo se llega a las capas m¨¢s pobres) se haga de un modo "m¨¢s activo", sin esperar que la gente venga sino y¨¦ndola a buscar.
Es tambi¨¦n ¨²til recordarle a cualquier ciudadano de esta regi¨®n, o a los visitantes, que abran los ojos para ver lo que hay debajo de algunos puentes de Sao Paulo, en ciertas aldeas ind¨ªgenas guatemaltecas, en Ciudad Bol¨ªvar de Bogot¨¢, o en Pamplona Alta en Lima. All¨ª tambi¨¦n est¨¢ nuestra realidad, que no se define solo por los guarismos sino, adem¨¢s, por el sufrimiento.
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