Llega la moda sin g¨¦neros
La andr¨®gina se cuela en las colecciones como alternativa a lo establecido
Moda sin barreras. Este es el lema que los almacenes brit¨¢nicos Selfridge's han utilizado para definir su nuevo proyecto, agender, una secci¨®n que propone prendas sin g¨¦nero, potencialmente llevables tanto para hombres como para mujeres. Acompa?ado de un fashion film promocional en el que un grupo de modelos desdibujan los tradicionales c¨®digos indumentarios binarios y de una campa?a digital en la que Scott Shuman (m¨¢s conocido como The Sartorialist) fotografiar¨¢ a caras an¨®nimas que siguen este estilo en las calles, la iniciativa comercial londinense es la prueba de una corriente que lleva tiempo gest¨¢ndose en los c¨ªrculos m¨¢s minoritarios y vanguardistas de la industria: el armario del futuro estar¨¢ compuesto por prendas polivalentes. Pero con matices.
Mucho se ha hablado de la moda unisex o andr¨®gina en los ¨²ltimos meses. Al hilo de este y otros proyectos est¨¦ticos como el de Gucci (con una colecci¨®n masculina cuajada de encajes y blusas consideradas femeninas) o Saint Laurent (que reproduce el m¨ªtico esmoquin de mujer con el que Yves revolucionara la sociedad en los sesenta), han corrido r¨ªos de tinta sobre un hipot¨¦tico presente poblado de faldas para ellos y corbatas para ellas.
El deporte es la puerta de entrada a un imaginario que no se identifica ni con el hombre ni con la mujer. Prendas amplias, negras y de patrones desestructurados que no buscan ce?irse a las caracter¨ªsticas fisiol¨®gicas de una silueta concreta, sino m¨¢s bien lo contrario; dejar que el traje hable m¨¢s all¨¢ del cuerpo que lo lleva. Un estilo, tan conceptual como expresionista, que ya pusieron de moda los dise?adores belgas y japoneses (presentes en el proyecto agender) a finales de los ochenta y que, al parecer, vuelve con fuerza de la mano de este renovado culto a lo funcional, lo deportivo y, curiosamente, lo uniformado. Porque el resultado de esta nueva tendencia es, a primera vista, el correlato real de esas cintas de ciencia ficci¨®n pobladas de prendas id¨¦nticas que borran cualquier rasgo biol¨®gico. ¡°Sent¨ªa la constante presi¨®n de parecer m¨¢s femenina. Ahora me siento m¨¢s libre a la hora de vestir¡±, declara la actriz Ellen Page en el ¨²ltimo n¨²mero de Vogue USA. La int¨¦rprete, que se declar¨® homosexual el pasado a?o, habla de la presi¨®n que ha sufrido en lo referente a su est¨¦tica.
Sobre todo en un ambiente como el de Hollywood, donde la sofisticaci¨®n se mide en n¨²mero de vestidos, metros de encajes y cantidad de escotes palabra de honor. La cuesti¨®n que Page pone sobre la mesa tiene que ver con un juicio que arrastra la sociedad desde tiempos inmemoriales; vestir con indumentaria masculina se asocia a homosexualidad, y viceversa. Ahora, un grupo de actrices y cantantes, como Kristen Stewart, Cara Delevingne e incluso la peque?a Siloh Jolie reivindican el derecho a vestirse sin prejuicios asociados a lo masculino o lo femenino. Probablemente ellas, y no los dise?adores, sean las ¨²nicas capaces de convertir esta corriente en algo masivo. Lo de ellos, sin embargo, es otra historia.
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