Infecci¨®n
A estas alturas, un ciudadano libre tiene la obligaci¨®n de saber que votar a un gobierno corrupto te hace c¨®mplice de la corrupci¨®n
Existe una infecci¨®n cerebral, que se llama ideolog¨ªa m¨®rbida, mucho m¨¢s contagiosa que la gripe del pollo o la enfermedad de las vacas locas, contra la que no existen vacunas. Uno de los s¨ªntomas de esta infecci¨®n es una fiebre rara que te impide ver el lado s¨®rdido de los pol¨ªticos de tu partido. Aunque los medios de informaci¨®n descubran y aireen cada d¨ªa sus delitos de cohecho, malversaciones de caudales p¨²blicos y robos descarados piensas que sus tropel¨ªas no te ata?en. Los votas, pero t¨² eres un ciudadano honorable. Por mucho que los veas entrar y salir de los juzgados y de las c¨¢rceles, esa fiebre ideol¨®gica te obliga a creer que basta con el cabreo para sentirte a salvo del contagio. Los votas, pero t¨² eres un ciudadano incontaminado. La virulencia de esta infecci¨®n cerebral te llevar¨¢ a las urnas una vez m¨¢s como un borrego y, pese a haberte desayunado a lo largo de una legislatura con los latrocinios evidentes de los pol¨ªticos de tu partido, incluso celebrar¨¢s su triunfo si ganan las elecciones. Pero despu¨¦s de depositar el voto en su favor, aunque no lo notes, volver¨¢s a casa con el cerebro seriamente da?ado. Los efectos de esa lesi¨®n son expansivos y envolventes, act¨²an como una lenta bajada de las defensas, de modo que sin darte cuenta ir¨¢s perdiendo la autoestima y llegar¨¢ un momento en que ya no podr¨¢s reaccionar contra cualquier clase de injusticia, hasta considerar muy natural que te roben a ti directamente. A estas alturas, un ciudadano libre tiene la obligaci¨®n de saber que votar a un Gobierno corrupto es un acto inmoral, que te hace c¨®mplice de la corrupci¨®n. Te cre¨ªas vacunado contra esa basura, pero un d¨ªa el espejo ante el cual tu rostro se refleja, puede que te d¨¦ un veredicto fat¨ªdico: si de forma consciente votas a un pol¨ªtico corrupto es porque t¨² en su caso har¨ªas exactamente lo mismo.
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