Iglesias y Castro: comenzar de nuevo
Podemos no propone nada nuevo. 60 a?os despu¨¦s presenta un claro paralelismo con los postulados de la Cuba castrista
Podemos, mediante una nueva estrategia discursiva, su agenda pol¨ªtica populista, con su definici¨®n de pueblo y la equidistancia que guarda con respecto a los dem¨¢s partidos pol¨ªticos, ha tenido la habilidad suficiente para proponer a la sociedad espa?ola un parteaguas pol¨ªtico; un profundo cisma en el que de un lado habita la ciudadan¨ªa de a pie y del otro, la elite pol¨ªtica privilegiada o corrupta que s¨®lo merece ser castigada por su responsabilidad moral y penal.
Aunque en principio parezca alejada de los totalitarismos cl¨¢sicos del siglo XX, si la comparamos con la estrategia de toma del poder plasmada por Fidel Castro en su alegato de defensa ¡°La historia me absolver¨¢¡± de 1953 y el Manifiesto del Movimiento 26 de Julio, veremos que los objetivos de ambas formaciones, a m¨¢s 60 a?os de distancia entre s¨ª, muestran importantes paralelismos.
Castro, en su alegato de defensa, defin¨ªa como pueblo a ¡°la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos enga?an y traicionan, la que anhela una patria mejor, m¨¢s digna y m¨¢s justa, los 700.000 que est¨¢n sin trabajo, los 500.000 obreros del campo, los 400.000 obreros industriales y braceros, los 100.000 agricultores peque?os, los 30.000 maestros y profesionales, los 20.000 peque?os comerciantes, los 10.000 profesionales j¨®venes¡±. Los excluidos de esta definici¨®n no son pueblo para Castro.
La formaci¨®n de Iglesias introduce, como Castro, una simple dicotom¨ªa binaria y reduccionista al declarar que ¨Cla ¡°gente decente¡±¨C est¨¢ de su lado y lo que queda del otro es pura escoria pol¨ªtica y moral: por tanto, prescindible. La sociedad decente que asume como suya no est¨¢ dividida por ideas o intereses plurales, sino que es homog¨¦nea, o sea, son ¡°las masas¡±, esto es, una realidad total unitaria. Lo que queda fuera de esa totalidad para ellos no es sociedad, es pura y simple casta pol¨ªtica. Iglesias, construyendo un nuevo discurso formal: la casta pol¨ªtica, la gente, o el rescate ciudadano frente a los mercados, incluso la patria, ha conseguido sustituir conceptos anquilosados como la lucha de clases o la burgues¨ªa, con escasa capacidad de movilizaci¨®n.
Con respecto a sus programas, Castro adoptaba uno de naturaleza socialdem¨®crata reformista, fortaleciendo el papel del Estado en el marco de una econom¨ªa de mercado. Igualmente las ideas esbozadas por Podemos en su programa econ¨®mico rebajaron notablemente el perfil radical de sus exigencias iniciales al excluir del mismo el repudio de la deuda externa y la implantaci¨®n de una renta b¨¢sica para todos los ciudadanos. Y pese a que p¨²blicamente suelen proponer medidas extremas, en l¨ªneas generales podr¨ªa ser considerado como un programa econ¨®mico de corte socialdem¨®crata radical, tal y como el proyecto inicial castrista del M-26-7 de 1955.
El objetivo de ambos programas busca generar ilusi¨®n en el sector de la poblaci¨®n m¨¢s desfavorecido; en el caso espa?ol, los parados y v¨ªctimas de los recortes sociales, sin fundamentar expl¨ªcitamente c¨®mo su eventual gobierno lo va a financiar, lo cual pone en evidencia su elevad¨ªsimo nivel de improvisaci¨®n y su indisimulada sed de poder. Castro nunca propuso, antes de tomar el poder (tal como postul¨® Podemos cuando a¨²n no compet¨ªa como partido pol¨ªtico) la expropiaci¨®n de toda la propiedad privada, lo cual, como se sabe, ocurri¨® de manera irreversible en Cuba desde 1960. Esto indica que a fin de cuentas el programa no resulta un indicador clave para definir a estos movimientos, sino su trama discursiva, su sustrato pol¨ªtico, el cual suele inclinarse hacia modelos pol¨ªticos que ulteriormente devienen totalitarios.
Podemos, al igual que el movimiento castrista, no pretende representar a unos intereses pol¨ªticos determinados, sino que se abroga toda la representaci¨®n del pueblo espa?ol, entendido como totalidad indivisa, preexistente y antag¨®nica de eso otro que termina por ser inevitablemente el no-pueblo. Su reciente autoproclamaci¨®n como jefe de la oposici¨®n as¨ª lo expresa. Tal y como Podemos concibe y trata al espacio pol¨ªtico, contradice intr¨ªnsecamente al pluralismo democr¨¢tico y, en ese sentido, es incuestionablemente excluyente, hip¨®tesis que defiende Jose Mar¨ªa Ruiz Soroa en El peligro de una sociedad sin divisiones. Aunque en sus declaraciones p¨²blicas palpita ese totalitarismo de viejo cu?o, Podemos ha modernizado su agenda y ha sabido detectar en Espa?a lo que Lenin definir¨ªa como ¡°una situaci¨®n revolucionaria¡± y en consecuencia comenzar de nuevo, demostrando que son capaces de ¡°tomar el cielo por asalto¡±.
En resumen, Podemos no propone absolutamente nada nuevo. El antiguo contrato rousseauniano, adaptado a las exigencias colectivistas, travestidas de demagogia consiste b¨¢sicamente en que el todopoderoso Estado se compromete a ofrecer una m¨ªnima cobertura de derechos sociales y a cambio los ciudadanos, renuncian, o le son suprimidos gradualmente, sus derechos civiles y pol¨ªticos consagrados por la sociedad liberal. Los pueblos que han estado sometidos por d¨¦cadas a tal despojo han sufrido amargamente las dur¨ªsimas consecuencias econ¨®micas que entra?a este modo de hacer pol¨ªtica. Sin embargo, en sus inicios no suelen advertir del secuestro de la libertad que conlleva, una alienaci¨®n que prostituye un valor imprescindible para vivir y ser persona. El mismo Jean Jacques Rousseau lo expres¨® parad¨®jicamente en esta frase: ¡°Pueblos libres, recordad esta m¨¢xima: se puede conseguir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde¡±.
Enrique Collazo P¨¦rez es licenciado en Historia Econ¨®mica por la Universidad de la Habana, especializado en Historia Econ¨®mica de Cuba, Espa?a y Am¨¦rica Latina.
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