En Ucrania se libran dos batallas
Aunque no existiera una guerra con Putin, los obst¨¢culos para crear un pa¨ªs mejor son inmensos. La soluci¨®n empieza por terminar con el poder de los oligarcas y acabar con la corrupci¨®n que ahoga las finanzas p¨²blicas
Bienvenidos a la naci¨®n-Estado de Ucrania¡±, dice Mustaf¨¢ Dzhemilev, l¨ªder de los t¨¢rtaros de Crimea, un hombre de 71 a?os amable y discreto por fuera pero con un interior de acero. En 1944, cuando no ten¨ªa m¨¢s que seis meses, Stalin orden¨® su destierro y el de muchos otros t¨¢rtaros. Perseguido por el r¨¦gimen sovi¨¦tico, en una ocasi¨®n llev¨® a cabo una huelga de hambre de 303 d¨ªas de duraci¨®n. Hace un a?o, cuando Vlad¨ªmir Putin se anexion¨® Crimea, este discreto luchador t¨¢rtaro se encontr¨® con la prohibici¨®n de regresar a la pen¨ªnsula en la que sus antepasados hab¨ªan vivido desde hac¨ªa siglos, mucho antes que los rusos. Y ahora se encuentra aqu¨ª, en Kiev, para darnos la bienvenida a una nueva Ucrania.
¡°Putin puede ganar unas cuantas batallas, pero Ucrania ganar¨¢ la guerra, por nuestra pasi¨®n, porque estamos dispuestos a morir¡±, dice Hanna Hopko. Por ahora, dice, tienen ¡°la naci¨®n pol¨ªtica¡±. Hopko, de 33 a?os, preside el comit¨¦ de asuntos exteriores del Parlamento ucranio y forma parte de una vanguardia de j¨®venes diputadas que se proclaman herederas de las manifestaciones de Euromaid¨¢n; enumera los detalles de los planes de transformaci¨®n pol¨ªtica a m¨¢s velocidad que un rapero en pleno subid¨®n.
Otros art¨ªculos del autor
Dos vidas muy diferentes, pero con un mismo mensaje: la firme voluntad de que Ucrania sea un pa¨ªs europeo moderno y soberano.
Esta es una historia que olvidamos con mucha frecuencia. En Berl¨ªn, Washington y Bruselas decimos ¡°Ucrania¡±, pero al cabo de 30 segundos empezamos a hablar de Putin, la OTAN y la UE. De modo que vamos a reflexionar por una vez sobre la lucha que libran los ucranios por Ucrania, en la parte del territorio, mayoritaria, que todav¨ªa controlan. Incluso aunque no hubiera guerra, la tarea ser¨ªa dificil¨ªsima, porque existen una corrupci¨®n y un desgobierno olig¨¢rquico de una dimensi¨®n abrumadora, que han deformado el Estado desde que obtuvo su independencia oficial hace casi un cuarto de siglo.
El viceministro de Finanzas dice que la econom¨ªa en negro o en gris representa tal vez hasta el 60% de la econom¨ªa total del pa¨ªs. Un ejemplo muy ilustrativo: nos dicen que, de los 20.000 quioscos que existen en las calles de Kiev, en los que se venden art¨ªculos diversos, solo hay 6.000 debidamente inscritos y que paguen algo al fisco. Los otros 14.000 pagan sobornos y dinero a cambio de protecci¨®n, pero ning¨²n impuesto. La clase pol¨ªtica tiene la corrupci¨®n tan metida en sus venas que quienes deber¨ªan ser sus m¨¦dicos son sus envenenadores. El veneno radiactivo que corre por su sangre podr¨ªa llamarse quiz¨¢ ucranium.
Incluso con la ayuda exterior prometida, Kiev apenas tiene dinero para pagar sus facturas
En la cima de esta Rep¨²blica de Corruptist¨¢n se encuentran los oligarcas, normalmente apoyados por sus respectivos bastiones regionales. Un antiguo periodista de investigaci¨®n que ahora es un parlamentario reformista habla como si tal cosa del ¡°clan de Donetsk¡±: el clan de (Rinat) Akhmetov, el clan de (Dmitro) Firtash, el clan de (Ihor) Kolomoisky, etc¨¦tera. Estos oligarcas no solo poseen inmensos sectores de la econom¨ªa. Adem¨¢s financian partidos pol¨ªticos y se construyen bloques parlamentarios que protegen sus intereses. La gente tambi¨¦n se refiere a los canales de televisi¨®n por el nombre de sus due?os: ¡°el canal de Akhmetov¡±, ¡°el canal de Firtash¡±, y as¨ª sucesivamente. Cualquiera que piense que no tienen comprados a funcionarios es un aut¨¦ntico ingenuo. Y, por supuesto, varios de ellos disponen de fuerzas de seguridad privadas.
?Por d¨®nde se empieza a transformar un Estado tan deforme? Si los antiguos romanos se preguntaban ¡°?qui¨¦n guardar¨¢ a los guardianes?¡±, en la Ucrania moderna hay que preguntarse ¡°?qui¨¦n fiscalizar¨¢ a los fiscales?¡±. El plan actual consiste en crear una oficina independiente de lucha contra la corrupci¨®n, con sus propios poderes para investigar y enjuiciar. La resistencia es fuerte y puede llegar a ser muy sucia. Una parlamentaria que est¨¢ trabajando en las propuestas antimonopolio, muy relacionadas con este asunto, me cuenta que ha recibido amenazas personales (¡°Tengo miedo de que pueda ocurrirle algo a alg¨²n familiar m¨ªo mientras va por la calle¡±).
He aprendido dos palabras nuevas que empiezan por D: desensombrecer y desoligarquizar. Desensombrecer significa tratar de sacar de las sombras parte de la econom¨ªa gris, para llenar un inmenso agujero existente en las finanzas p¨²blicas. El presidente, Petro Poroshenko, explic¨® a nuestro grupo visitante, enviado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, que el coste que ha supuesto la agresi¨®n rusa para Ucrania representa aproximadamente el 25% de su producci¨®n industrial. Aunque reciba el paquete de ayuda econ¨®mica internacional prometido, 40.000 millones de d¨®lares a lo largo de cinco a?os, Kiev apenas tiene dinero para pagar sus facturas ¡ªentre otras, las de un gasto militar de entre 5 millones y 10 millones de d¨®lares diarios¡ª y hacer frente a sus deudas. Muchos funcionarios, mal remunerados, prefieren aceptar sobornos que recaudar impuestos. Para un Estado bien constituido, reunir el dinero suficiente para pagar un buen sueldo a sus funcionarios es la ¨²nica forma... de reunir el dinero suficiente para pagar un buen sueldo a sus funcionarios. Ese es uno de los muchos c¨ªrculos viciosos en los que se encuentra Ucrania.
El significado de desoligarquizaci¨®n ¡ªun trabalenguas que solo puede decirse estando completamente sobrio¡ª est¨¢ claro. ?Pero c¨®mo es posible? Hace poco, uno de los mayores oligarcas, Kolomoisky, sufri¨® un rev¨¦s cuando Poroshenko ¡ªque, por supuesto, tambi¨¦n es un oligarca¡ª le destituy¨® como gobernador provincial. No obstante, Kolomoisky sigue siendo m¨¢s rico y m¨¢s poderoso que cualquier se?or feudal. Y la verdad es que ha utilizado los recursos de su clan para ayudar a proteger su regi¨®n y las zonas vecinas contra la desestabilizaci¨®n separatista promovida por Rusia, lo cual complica a¨²n m¨¢s las cosas.
No es la primera vez que una naci¨®n se forja en el conflicto; la sociedad ucrania se ha movilizado
De este frente civil ucranio, sobre el que tan poco se informa, no puedo ofrecer m¨¢s que alg¨²n atisbo: nada de cuentos de hadas, sino la realidad pura y dura. Aunque no se librara una guerra en el este del pa¨ªs, los obst¨¢culos para construir una Ucrania mejor ser¨ªan inmensos. La guerra ha liberado grandes reservas de energ¨ªa popular. La sociedad se ha movilizado. En las calles se ve a voluntarios que piden dinero para el Ej¨¦rcito y los desplazados. La guerra que divide el extremo oriental del pa¨ªs ha unido al resto. No es la primera vez en la historia que una naci¨®n se forja en el conflicto.
Pero los costes humanos, econ¨®micos y pol¨ªticos de esa guerra son espantosos, y a¨²n pueden empeorar. Debemos ser conscientes de que Vlad¨ªmir Putin seguramente no va a conformarse con un ¡°conflicto congelado¡± en el este de Ucrania, que muchos en Kiev, en privado, consideran la opci¨®n menos mala por ahora. Putin desea un conflicto latente para mantener a Ucrania como un Estado d¨¦bil, inestable y disfuncional.
Nuestra obligaci¨®n, como europeos, es impedirle que lo consiga. Sin embargo, lo m¨¢ximo que podemos hacer es crear las condiciones para que los propios ucranios aprovechen la oportunidad y construyan una nueva Ucrania. El resto depende de ellos.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige en la actualidad el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: escritos pol¨ªticos de una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.