Bien est¨¢n en El Prado
Quitarle obras a la principal pinacoteca es una ocurrencia da?ina
Cada d¨ªa ocurren en este pa¨ªs, y en el ancho mundo de las ocurrencias, razones para lanzar ese chascarrillo: ¡°Eso no se le ocurre ni al que as¨® la manteca¡±. De manera notoria ha sucedido esta semana. El presidente de Patrimonio Nacional, que tiene en cartera hacer su propio museo, ha alimentado una idea que ya rondaba en la cabeza de esos ¨¢mbitos: desposeer al Museo del Prado de algunas de las m¨¢s brillantes aportaciones que el arte ha hecho al concepto de felicidad y de belleza. Esas obras que el presidente de Patrimonio Nacional, Jos¨¦ Rodr¨ªguez-Espiteri, reclama para su museo so?ado son El descendimiento de la Cruz, de Van der Weyden, El jard¨ªn de las delicias y La mesa de los pecados capitales, de El Bosco, y El lavatorio, de Tintoretto. El argumento que esgrime Rodr¨ªguez-Espiteri es que esas obras pertenecen a Patrimonio Nacional y que se hallan en la principal pinacoteca merced a la generosidad de un organismo que ahora parece sentirse hu¨¦rfano sin ellas. Vaya por Dios.
El Museo del Prado es un bien intangible del arte en el mundo; su prestigio est¨¢ a la cabeza de lo que pudi¨¦ramos llamar la Marca del Arte, y no solo de Espa?a; es centro de atracci¨®n de millones de visitantes, que acuden con la direcci¨®n del palacio que lo alberga como destino favorito de sus andanzas tur¨ªsticas o culturales. En cualquier lugar del mundo, en Francia, en Italia, en Alemania, en Estados Unidos o en Reino Unido, El Prado ser¨ªa marcado con la se?al que merecen los intangibles de un pa¨ªs.
La ocurrencia es da?ina porque no proviene de un ciudadano cualquiera, relacionado o no con el arte, sino que cae desde una instancia estatal relacionada directamente con la acci¨®n gubernamental. Por fortuna, desde esta ¨²ltima instancia sali¨® en seguida un ment¨ªs a la ocurrencia: el mejor lugar para esos cuadros sigue siendo el Museo del Prado.
Y no vale alegar que obras de esa importancia pueden dejarse ah¨ª en pr¨¦stamo y hacerlas circular. Cuadros de estas caracter¨ªsticas y de estas trascendencias no pueden someterse al riesgo de frecuentes excursiones motivadas por ocurrencias que solo cabr¨ªan en la cabeza del que as¨® la manteca.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.