Mensajes y sermones
A mucha gente le tranquiliza que le expliquen lo que tienen delante. Agradezco a los Winogrand que se limiten a ponerme delante la vida
Las exposiciones de fotograf¨ªa, cuando me conmueven y el objeto principal son las personas, me dejan el sabor agridulce de la belleza ba?ada en la melancol¨ªa, algo semejante a lo que me ha ocurrido con El balc¨®n en invierno, el ¨²ltimo libro de Landero. Y as¨ª sal¨ª de la muestra de Garry Winogrand (1928-1984) en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid (hasta el 3 de mayo), con el placer de lo visto, con el pesar de la sensaci¨®n del imparable paso del tiempo.
La fotograf¨ªa no intervenida, en principio, sirve para apresar la realidad, para vencer al tiempo, para capturarlo para siempre, para conservarlo. Pero, tambi¨¦n, y quiz¨¢ a¨²n m¨¢s, nos recuerda que lo retratado ya sucedi¨®, que no volver¨¢, que pertenece al pasado. Es, en fin, la evidencia de que el tiempo es quien de verdad vence. El futuro, de alguna manera incomprensible, existe, pero nadie lo ha podido fotografiar hasta ahora. Tampoco se puede fotografiar el pasado, claro, salvo en alg¨²n relato fant¨¢stico. Pero el presente solo dura eso, el instante en el que se aprieta el disparador. Despu¨¦s, ya es pasado, y para siempre.
Uno de los pecados de Winogrand fue afirmar que sus fotograf¨ªas no ten¨ªan ning¨²n mensaje
La exposici¨®n recorre los a?os cincuenta hasta los ochenta, Estados Unidos de arriba abajo. Cabe todo, la alegr¨ªa y la tristeza, el placer y el dolor, la calma y la angustia. Un carrito de la compra con un beb¨¦, coches deportivos, ni?os, ancianos, gente sofisticada, aeropuertos, parques de atracciones, caballos, tullidos, chicas en biquini, un camarero en un jard¨ªn al que solo parece dirigirse un gato, manifestantes, campa?as pol¨ªticas, hombres y mujeres cansados, gestos, escenas¡ Que ya son pasado. Winogrand fue muy criticado. Se le compar¨® con un paparazi, se le acus¨® de diletante. Uno de sus pecados fue afirmar que sus fotograf¨ªas no ten¨ªan ning¨²n mensaje.
Pero, ?y si el mensaje lo busca el espectador? Y si lo encuentra, ?estaba o no estaba all¨ª?
Durante el recorrido, una fotograf¨ªa, en blanco y negro, como todas, me llama especialmente la atenci¨®n. Tomada desde un punto m¨¢s elevado, vemos dos tramos de escalera al aire libre, en un paraje desolado. En el tramo superior, a la sombra, un hombre mayor, solo, sube trabajosamente, ayud¨¢ndose de las manos y la barandilla. En el tramo inferior, al sol, una pareja joven, sentada en los escalones, le observa. Pienso que es la imagen del paso por la vida, del camino a la muerte. Para aumentar el simbolismo, hay una peque?a sombra que podr¨ªa ser la del fot¨®grafo. ?Dios o solo eso, una peque?a sombra?
A mucha gente le tranquiliza que le pongan delante de la cara un mensaje o incluso que se lo expliquen, algo muy com¨²n en el arte actual. Es mucho m¨¢s c¨®modo vivir as¨ª. Simplificarlo todo, saber a qu¨¦ atenerse. Tener las respuestas preconcebidas, sin necesidad de pensar, de atender las excepcionalidades de cada caso. Actitud tan comprensible explica en parte el ¨¦xito de las religiones, las ideolog¨ªas, los nacionalismos. Agradezco a los Winogrand del mundo que no me pongan delante un mensaje, que se limiten a ponerme delante la vida, para que yo busque en ella. Que no me den ning¨²n serm¨®n. ?Hay tantos que nos los dan, y que adem¨¢s pretenden que tambi¨¦n los demos nosotros! Siempre y cuando, por supuesto, cuadren con los balidos de su reba?o, con los aullidos de su manada.
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