C¨®mo provocar lluvia en el desierto
Un estudio madrile?o desarrolla un dispositivo para captar agua atmosf¨¦rica en las zonas des¨¦rticas de Fuerteventura y Atacama
Saben calcular, a ojo, cu¨¢nta agua contiene una nube. Saben a qu¨¦ velocidad se mueve y pueden predecir su recorrido. Les basta mirarla para saber que ¡°es de las nuestras¡±. Los arquitectos Rafael Beneytez (Madrid, 1972) y Oph¨¦lia Mantz (Metz, Francia, 1977) llevan cinco a?os obsesionados con el vapor de agua, y no son meteor¨®logos. Parte de la culpa la tiene su afici¨®n por el windsurf pero, sobre todo, la tienen Fuerteventura y Chile. Esos desiertos rodeados de mar, sobrevolados por masas cargadas de agua, y que no pueden dar de beber a sus pobladores.
Quiere ayudar a desiertos rodeados de mar, sobrevolados por masas cargadas de agua, que no pueden dar de beber a sus pobladores
Ellos quieren ser pastores de nubes. Como los que tradicionalmente, en el desierto chileno de Atacama, tienden redes para cazar los jirones de agua en suspensi¨®n que vienen del oc¨¦ano. Cuando el vapor se encuentra con la tela, se condensa y resbala por ella, haciendo que llueva, por fin, sobre la tierra seca. Ellos est¨¢n aprendiendo c¨®mo hacerlo mejor. Tal proyecto se llama Granja de Nubes y lo desarrolla su estudio Z4Z4. Desde 2010 analiza c¨®mo redise?ar los dispositivos tradicionales para obtener m¨¢s agua, de manera m¨¢s eficaz, y sin impactar negativamente en el paisaje. Su modelo ser¨¢ utilizado por el Cabildo de Canarias y est¨¢n en proceso de negociaci¨®n para llevarlo a Chile y desarrollarlo en la Universidad A&M de Texas.
En el ambiente familiar del estudio ¨Cdonde comparten espacio con la casa y los juguetes y dibujos de sus hijas¨C recuerdan que todo empez¨®, precisamente, en una ¡°conversaci¨®n de familia, viendo esas nubes que pasan sin quedarse¡±. Por entonces, en 2010, Mantz estaba realizando su trabajo de fin de m¨¢ster sobre medioambiente y arquitectura en Fuerteventura, y ¨¦l preparaba su tesis sobre la atm¨®sfera como elemento dentro de la construcci¨®n. ¡°Las ideas hicieron masa¡±, dice Beneytez. El proyecto empez¨® a definirse por s¨ª solo.
El problema tambi¨¦n es que cuando llueve all¨ª, la radiaci¨®n hace que el agua se evapore. Nosotros creamos sombra arrojada para que pueda absorberse Rafael Beneytez, arquitecto
En 2011, ¨¦l realiz¨® el primer taller para realizar prototipos dentro de un proyecto de la Escuela de Arquitectura y Tecnolog¨ªa de Madrid, donde ense?aba. De all¨ª surgi¨® un dispositivo de forma cil¨ªndrica que les permite aprovechar todos los vientos, reducir el desgaste que este provoca en los materiales, conducir el agua recogida hasta la base del atrapanube. ¡°El problema tambi¨¦n es que cuando llueve, la radiaci¨®n hace que el agua se evapore. Nosotros creamos sombra arrojada para que pueda absorberse¡±, explica Beneytez. La red sirve, adem¨¢s, como protecci¨®n del manto vegetal y puede retirarse cuando este haya crecido. En 2012 firmaron un acuerdo con el Gobierno canario para instalar un piloto en la isla, y en un a?o m¨¢s tarde viajaron a Atacama para estudiar su viabilidad en una de las zonas m¨¢s ¨¢ridas del mundo.
En Iquique, las temperaturas medias oscilan entre los 14 y los 28 grados, y la precipitaci¨®n total es de 3,8 mm (en Madrid, es de 420,9). Est¨¢n en sequ¨ªa permanente. Adem¨¢s de las dificultades propias del medio, sus 184.000 habitantes sufren las socioecon¨®micas. La principal fuente de riqueza de la zona es el cobre, que explota, entre otras, la minera estatal Codelco. Esta, cuentan, utiliza el agua de los acu¨ªferos para formar una pasta con el mineral y as¨ª poder transportarlo por tuber¨ªas m¨¢s f¨¢cilmente hasta el mar. ¡°Las mineras compran los derechos de los acu¨ªferos. Hay agua, pero los pobladores no pueden usarla¡±, narran. Dependen de los env¨ªos de camiones cisternas del Gobierno. ¡°Estas comunidades son muy resistentes, pero a la vez muy fr¨¢giles. Si les quitas un elemento, pueden desplomarse¡±, cuenta Beneytez. Su objetivo es devolverles poder gracias a su herramienta.
La situaci¨®n econ¨®mica deber¨ªa habernos ense?ado que lo verde no es un lujo, sino una obligaci¨®n moral
¡°Codelco tiene una asignatura pendiente¡±, sentencian. Los arquitectos pretenden que sea la empresa estatal quien desarrolle el proyecto. Es con ella con quien han estado negociando. Y ah¨ª empiezan los problemas. ¡°Les tratamos de hacer entender que con un proyecto de bajo coste [la instalaci¨®n de unas 80 piezas costar¨ªa 800.000 euros y recoger¨ªa m¨¢s de 60.000 litros], la imagen de la compa?¨ªa se beneficia¡±, cuenta Beneytez. ?No supone eso caer en una mera estrategia de marketing? ¡°Ya, es perverso, porque convierte la debilidad de uno en una campa?a para el otro. Pero lo cierto es que Codelco se comprometer¨ªa con los pobladores. Se desarrollar¨ªa una pol¨ªtica de captaci¨®n del agua, gestionada por ellos mismos, y har¨ªan frente a la desertificaci¨®n¡±, defiende ¨¦l. ¡°Adem¨¢s, si aceptan, est¨¢n haciendo visible el problema¡±, a?ade ella.
A¨²n no les han convencido. Isidora Gal¨ªndez, una de las pastoras de nubes con las que hablaron, sigue esperando. Su marido sigue cultivando aloe vera con dificultad. Esperan que los encuentros en Houston den un empuj¨®n al proyecto, porque tampoco corren buenos tiempos en Fuerteventura: la crisis ha paralizado la inversi¨®n del Cabildo. ¡°La situaci¨®n econ¨®mica deber¨ªa habernos ense?ado que lo verde no es un lujo, sino una obligaci¨®n moral¡±, se lamentan. Mientras, siguen so?ando con esas nubes bajas, densas y lentas que, con un buen pastor, har¨ªan llover sobre el techo de Isidora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.