¡®Spain is different¡¯
Con esta c¨¦lebre frase concluy¨® un colega estadounidense una conversaci¨®n que tuvo hace pocos d¨ªas conmigo. No se refer¨ªa a la Espa?a de los B¨¢rcenas, Urdangarin, Rato, Matas ¡ Tampoco a la Espa?a, aspirante a gran potencia en Europa, que est¨¢ condenando a toda una generaci¨®n de j¨®venes, la mejor preparada de toda su historia, a la emigraci¨®n, al paro y a la precariedad. Se refiri¨®, con un gesto entre la incredulidad y la estupefacci¨®n, a la historia que le hab¨ªa comentado sobre las modalidades tan particulares con las que el Ministerio de Econom¨ªa y Competitividad del Gobierno espa?ol est¨¢ tramitando las solicitudes de financiaci¨®n para proyectos de investigaci¨®n.
Yo soy uno de los afectados de estos caprichos ministeriales por no haber sido admitida, ni siquiera a tr¨¢mite, mi solicitud
Yo soy uno de los afectados de estos caprichos ministeriales por no haber sido admitida, ni siquiera a tr¨¢mite, mi solicitud. Raz¨®n: el curr¨ªculum v¨ªtae del investigador principal ten¨ªa m¨¢s de las cuatro p¨¢ginas que la convocatoria fijaba como l¨ªmite. Admito, desde ahora, que la culpa fue m¨ªa por haber sido demasiado ingenuo y no haberme imaginado, ni de lejos, que aquella cl¨¢usula de la convocatoria escond¨ªa una trampa en la que ca¨ªmos unos 250 investigadores. En mi ingenuidad, no me imaginaba que, en esta ocasi¨®n, la administraci¨®n no me iba a conceder el derecho que cualquier ciudadano habitualmente suele tener en sus relaciones con la Administraci¨®n p¨²blica: la posibilidad de subsanar errores formales. B¨¢sicamente, en mi caso, la suma de tres circunstancias motiv¨® el exceso de extensi¨®n del curr¨ªculum: por una parte, no recort¨¦ las tres p¨¢ginas con las instrucciones; por otra, agrup¨¦ la lista de mis proyectos anteriores en una tabla que, al no caber en el espacio libre de la p¨¢gina, salt¨® a la siguiente, dejando tres cuartas partes de la anterior en blanco; y, finalmente, opt¨¦ por utilizar para la lista de mis publicaciones el formato del curr¨ªculum oficial del Ministerio, en el que los datos de cada publicaci¨®n ocupan toda una casilla, y no una o dos l¨ªneas si se escriben los datos de forma corrida.
Envi¨¦ el documento reformateado, despu¨¦s de recortar las p¨¢ginas de instrucciones, junto con el recurso. Ahora, sin quitar una sola palabra del texto inicial, todo me entr¨® en tres p¨¢ginas y media. Pero el recurso fue denegado, sin alg¨²n tipo de explicaci¨®n, mientras otros tres recursos de proyectos de mi universidad con el mismo problema fueron aceptados.
Tras consultar a nuestros servicios jur¨ªdicos, present¨¦ un recurso de reposici¨®n. Seis semanas m¨¢s tarde, despu¨¦s de no haber tenido ninguna noticia, a trav¨¦s de un cruce de correos con el Departamento T¨¦cnico de Humanidades y Ciencias Sociales del Ministerio, pude saber lo siguiente: que ahora ya se ocupa la Subdirecci¨®n General de Recursos y Reclamaciones de mi expediente; que, como no les hab¨ªa llegado mi expediente a¨²n, no me pueden dar ninguna informaci¨®n; que, en todo caso, como ha pasado m¨¢s de un mes, entra en vigor el ¡°silencio administrativo¡±, por el que se entiende denegado mi recurso; y que, pese a ello, dicha Subdirecci¨®n emitir¨¢ un veredicto oficial en cada caso, aunque no se sabe cu¨¢ndo.
En mis m¨¢s de tres decenios de vida profesional universitaria no he conocido una situaci¨®n similar, ni aqu¨ª ni en otros pa¨ªses de Europa
El c¨¢lculo es claro: aquellos que barajan llevar ese caso de clara indefensi¨®n jur¨ªdica a los tribunales tendr¨¢n que esperar hasta que les llegue la resoluci¨®n definitiva de la Subdirecci¨®n y muchos desistir¨¢n de dar el paso a los tribunales, porque, mientras tanto, se va acercando el momento en el que saldr¨¢ la convocatoria de este a?o. Y as¨ª, uno puede pensar que la jugada del Ministerio le ha salido perfecta: se ha ahorrado el dinero a pagar a muchos evaluadores y se ha quitado de un plumazo un mont¨®n de solicitudes para as¨ª repartir los escasos fondos que este Gobierno habilita para la investigaci¨®n entre menos proyectos y disimular un poco esta deplorable situaci¨®n.
Soy catedr¨¢tico y en mis m¨¢s de tres decenios de vida profesional universitaria no he conocido una situaci¨®n similar, ni aqu¨ª ni en otros pa¨ªses de Europa. Pronto pedir¨¦ mi quinto sexenio de investigaci¨®n, por lo que tengo experiencia en este campo. Creo que este pa¨ªs y sus investigadores no merecen semejante trato mezquino por parte de un Gobierno cuyo m¨¢ximo objetivo no parece ser incentivar e impulsar la investigaci¨®n, sino poner trabas y obst¨¢culos. Si no nos quieren conceder la posibilidad de subsanar errores formales, quiz¨¢s no sea mala idea la de ejercer este derecho en las pr¨®ximas elecciones generales para subsanar el gran error que consisti¨® en entregar a este Gobierno la responsabilidad de la pol¨ªtica cient¨ªfica. Pero -en mi caso al menos- hasta en este punto le ha salido bien la jugada a nuestro Gobierno: mantengo mi nacionalidad alemana y no podr¨¦ votar.
Ludger Mees (Catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea, Universidad del Pa¨ªs Vasco UPV/EHU)
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