?Mira qu¨¦ hijo me ha salido!
Si se aspira a una buena relaci¨®n a los hijos hay que aceptarlos, no tratar de cambiarlos La primera lecci¨®n para los padres es que es imposible controlar todo lo que hacen
A?os atr¨¢s, Mar¨ªa arrastraba un sentimiento de culpa. Las notas de su hijo eran p¨¦simas, tanto que el chico acab¨® dejando los estudios. Agarr¨® la guitarra, compr¨® un vuelo a Londres y all¨ª se dedic¨® a tocar en el metro. ¡°No s¨¦ qu¨¦ he hecho mal¡±, era una de las frases que repet¨ªa reiteradamente. Hace unos d¨ªas me la encontr¨¦ radiante. Me cont¨® que su hijo finalmente hab¨ªa retomado los estudios y que sus calificaciones eran tan brillantes que incluso hab¨ªa conseguido una beca. Y a?adi¨®: ¡°Al final resulta que no he sido tan mala madre¡±. El nombre es falso, el caso, ver¨ªdico, y el fondo resulta representativo del sentimiento de muchos padres.
Aunque se eduque igual a varios hijos, ellos crecen de forma diferente
Si se disecciona esta an¨¦cdota, se descubre que una de las premisas de las que part¨ªa esa madre era que continuar con los estudios era bueno, y tocar la guitarra, malo. Nuestra mente dicot¨®mica funciona as¨ª, juzg¨¢ndolo todo y poni¨¦ndolo en dos ¨²nicas estanter¨ªas: la blanca o la negra. Pero si se va m¨¢s all¨¢ de la programaci¨®n social y con honestidad nos planteamos si como padres sabemos con total seguridad d¨®nde pueden encontrar nuestros hijos la felicidad. ?Tenemos la respuesta?
Otra de las premisas de las que part¨ªa Mar¨ªa es que los resultados determinan si se es buen o mal padre y que estos dependen exclusivamente de nosotros y no de la actitud y aptitudes de los propios hijos.
En nuestros d¨ªas es f¨¢cil sentirse culpable por una cosa u otra. Podemos elegir entre un amplio men¨². Si el objeto de la carga son los hijos, existe a nuestra disposici¨®n una inmensidad de libros de instrucciones que asesoran sobre c¨®mo educarlos. Vivimos en un mundo donde se vende la ilusi¨®n de que todo puede controlarse, donde cualquier cosa debe bailar al son que se quiera marcar. Por este motivo tenemos m¨¢s tendencia a querer dominar las cosas que a aceptarlas. Nos inclinamos demasiado hacia el control. La aceptaci¨®n parece que se ha quedado anticuada, y sin embargo suele ser el primer paso para el cambio. Como padres hay tres grandes puntos que se deben interiorizar:
Para saber m¨¢s
PEL?CULAS
¡®Tenemos que hablar de Kevin¡¯
Lynne Ramsay
¡®La extra?a vida de Timothy Green¡¯
Peter Hedges
¡®Boyhood¡¯
Richard Linklater
Reconocer el peso de los genes. Son muchas las investigaciones en las que se estudian gemelos univitelinos que han sido adoptados por distintas familias. En ocasiones, incluso por familias que viven en distintos continentes. Dos individuos con los mismos genes y con una educaci¨®n diferente. Si el comportamiento fuera solo resultado de la educaci¨®n, deber¨ªan encontrarse m¨¢s diferencias que similitudes entre ellos, pero no es as¨ª. Las semejanzas son enormes. Sus capacidades y caracter¨ªsticas psicol¨®gicas se parecen much¨ªsimo m¨¢s entre ellos que entre hermanos no gemelos educados por los mismos padres. De hecho, no hacen falta muchos estudios para comprobar sin gran dificultad que, aunque se eduque igual a varios hijos, ellos crecen de forma diferente.
Si aceptamos que los hijos no son hojas en blanco en las que se pueda escribir, quiz¨¢ dejemos de darnos golpes contra la pared. Nuestras expectativas no nos dejan asumir la realidad. Si queremos que nuestro hijo sea ingeniero, pero es un fracaso en Matem¨¢ticas porque lo que le gusta es la pintura, lo tendremos dif¨ªcil para que lo consiga. Aun en el caso de que alcance el t¨ªtulo esperado despu¨¦s de mucho esfuerzo y sacrificio¡, ?significa que ser¨¢ feliz? Los consultorios de los psic¨®logos est¨¢n llenos de personas que han seguido el camino que les han marcado sus progenitores en contra de sus propios deseos y, lo que es peor, de sus habilidades.
Gregorio Luri, fil¨®sofo y autor de Mejor educados (Ariel), afirma que la paternidad contempor¨¢nea est¨¢ muy neurotizada. Sus palabras lo muestran con claridad: ¡°Creo que mis padres y los de la gente de mi generaci¨®n sab¨ªan que nunca eres responsable al cien por cien de lo que hace tu hijo, y esa lecci¨®n b¨¢sica la han olvidado los padres de hoy. Los progenitores antiguos dir¨ªan: ¡®?Mira qu¨¦ hijo me ha salido!¡¯; uno de hoy se preguntar¨ªa qu¨¦ ha hecho mal. Hay muchos elementos que no controlamos, y eso a los padres de antes los tranquilizaba, pero a nosotros nos angustia¡±.
Admitir que sabemos poco. Parece que todos tengamos que tener alg¨²n tipo de trauma infantil y que este sea la causa de todas las patolog¨ªas psicol¨®gicas que se presentan en la edad adulta. Con esta idea no extra?a que los padres sientan una hiperresponsabilidad: tienen en sus manos algo extremadamente delicado que a la m¨ªnima se puede golpear y quedar marcado.
Martin Seligman, el padre de la psicolog¨ªa positiva, revis¨® multitud de estudios donde se investigaba el hipot¨¦tico efecto que pueden tener los sucesos negativos de la infancia en la edad adulta. Sus conclusiones fueron que no gobiernan forzosamente los problemas adultos. Seligman coloc¨® al trauma en su sitio. Muy ligado a este hecho viaja el concepto de que una prole sana debe criarse en la t¨ªpica familia convencional. En un estudio coordinado por Enrique Arranz (Universidad del Pa¨ªs Vasco) y Alfredo Oliva (Universidad de Sevilla) se compararon seis tipos de estructuras familiares (tradicional, monoparental, reconstituida, homoparental, m¨²ltiple y adoptiva). Concretamente se estudi¨® el ajuste psicol¨®gico de los ni?os. No se encontraron diferencias. La familia ideal no existe.
Palabras del profesor de Albert Einstein: ¡°Este ni?o no llegar¨¢ a ning¨²n sitio¡±. La profesora de Thomas Edison dijo: ¡°Es un chico confuso, inestable y embroll¨®n¡±. El maestro de Charles Darwin afirm¨®: ¡°Se encuentra por debajo de los est¨¢ndares de inteligencia. Es una desgracia para la familia¡±.
Los sucesos negativos de la infancia no gobiernan forzosamente los problemas adultos
A simple vista parecen ejemplos bals¨¢micos para padres de ni?os no brillantes (la gran mayor¨ªa); pero esta ser¨ªa una conclusi¨®n enga?osa porque ser Darwin, Edison o Einstein no garantiza ser feliz, que es lo que la mayor¨ªa de padres desea para sus reto?os. La idea m¨¢s luminosa que se encuentra enterrada en estas an¨¦cdotas es que cualquier tipo de predicci¨®n que hagamos suele ser infantil porque no sabemos nada, ni de estructuras familiares id¨®neas, ni de traumas infantiles, ni de nada. Ser padres humildes es la salida m¨¢s inteligente.
Aceptar la naturaleza humana. No es que no podamos controlar a nuestros hijos, es que ni siquiera somos capaces de controlar nuestros propios pensamientos. La mente no est¨¢ quieta. No cavilamos lo que queremos, sino que los pensamientos surgen solos y van saltando de aqu¨ª para all¨¢. Por ese motivo la mente errante tambi¨¦n recibe el nombre de ¡°mente del mono¡±. Nuestro hijo se presenta con tres asignaturas suspendidas y el mono empieza a saltar de rama en rama y terminamos visualizando que de mayor tendr¨¢ que mendigar por las calles.
Ese mono puede traer pensamientos realmente oscuros. Llegamos a casa cansados y vemos que los ni?os lo han puesto todo patas arriba, no han hecho sus deberes, no han seguido nuestras instrucciones, encima nos enteramos de que uno de ellos ha cometido una gamberrada que nos parece apote¨®sica, y entonces dudamos de si los queremos, quiz¨¢ hubi¨¦ramos sido m¨¢s felices sin ellos, coger¨ªamos una maleta y nos ir¨ªamos a un pa¨ªs muy, muy lejano. Y dos horas m¨¢s tarde aparece la culpa por haber pensado algo tan perverso. Pero no lo hemos pensado nosotros, ?ha sido el mono! Que salta sin ton ni son de rama en rama sin tener en cuenta nuestros verdaderos sentimientos. La naturaleza humana es as¨ª, con mono incorporado. Por eso somos contradictorios, ambivalentes, inseguros, irracionales. No podemos pretender ser otra cosa. Lo parad¨®jico es que cuanto m¨¢s aceptamos esa naturaleza, menos nos hace sufrir. Nosotros no somos los ¨²nicos que tenemos un mono, ?nuestro hijo tambi¨¦n! As¨ª que debemos aceptar al nuestro y al suyo.
Asumir la naturaleza humana y ser humildes es la manera de navegar con menos sufrimiento por nuestras dudas, miedos e inseguridades como padres. No existe el manual del padre perfecto. As¨ª que, si queremos ser as¨ª, ya nos hemos equivocado P
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