Jugarse la vida, ese maravilloso pasatiempo
Tirarse a seis mil metros en 'wingsuit', volar con una moto o un parapente... ?es estar cerca de la muerte vivir más?
Su cuerpo ha sufrido 17 fracturas. Para poner en caliente este frío dato conviene hacer el siguiente ejercicio. Contar hasta 17 y en cada parada quebrar mentalmente una parte del cuerpo. Zas: tibia. Crac: fémur. Catacroc: nariz. ?Duele? Pues aún quedan 14: cúbito, dedo del pie, costilla, tobillo, dedo de la mano… Su nombre es Dany Torres, nació en Sevilla hace 27 a?os y tiene dos hijos de cuatro y dos. Practica FMX, la rama más radical del motocross. “?Loco yo? Al revés: para ejercer este deporte hay que estar muy cuerdo”.
Si hubiese intentado nadar en dirección a la isla me hubieran devorado los tiburones o hubiese tenido problemas con las corrientes Horacio Llorens, récord mundial de Infinity Tumbling, sobre el día que se estrelló en el océano
Le pillamos metido en una furgoneta, a medio camino entre su pueblo (Arahal, en Sevilla, 20.000 habitantes) y Madrid, donde tiene cita con el médico. Hace cuatro días le operaron, por tercera vez, del astrágalo. Este hueso, básico para la operatividad del tobillo, se le rompió de forma múltiple, arrastrando por el camino cartílagos y tejidos. El parte de desperfectos se puede dar por bueno teniendo en cuenta lo que podría haber ocurrido: Dany perdió la moto en pleno salto y cayó desde diez metros de altura. Fue en una competición en Melilla. Torres es campeón del mundo de Red Bull X-Fighters, la competición más prestigiosa en el mundo del motocross freestyle o FMX. Este deporte consiste en saltar con una moto (se llega a los 40 metros), realizar acrobacias y piruetas en el aire y aterrizar otra vez montado sobre la máquina. “Para mí, adrenalina, riesgo y diversión es todo lo mismo”, sentencia el sevillano.
?Loco yo? Al revés: para ejercer este deporte hay que estar muy cuerdo Dany Torres, piloto de FMX
La tendencia de las pruebas extremas es sofisticarlas y radicalizarlas. Es el caso de la carrera Marathon des Sables. Cansa solo leer sus números. Seis días para realizar 251 kilómetros en el desierto del Sahara con temperaturas que pueden superar los 40?. Pero para dificultades, las de la prueba Reebok Spartan Race Beast. 20 kilómetros de carrera con hasta 26 obstáculos. Nada de medias tintas: saltar sobre fuego, negociar alambres de espino, escalar una pared, sortear troncos… Bastante más breve, pero también durísima, es la carrera en vertical más famosa del mundo, el Empire State Building Run-Up. Se trata de subir lo más rápidamente posible las 86 plantas, 1.576 escalones, del célebre rascacielos neoyorquino. Un australiano llamado Paul Crake tiene el récord: tan solo 9 minutos y 33 segundos.
Entre la vida y la suerte
“Creo que lo más extremo es el wingsuit. Se trata de planear por el perfil de una monta?a solo con un traje con unas membranas. Se puede llegar a una velocidad de 200 kilómetros por hora. Te juegas la vida: dependes de las rachas de viento, de los caprichos del terreno… Practicando wingsuit se mató ?lvaro Bultó”, se?ala Iván Carrero, 39 a?os, responsable de la web Locos del deporte y practicante de deporte extremo. Dentro del ránking de las pruebas más locas está el surf en la Pororoca. Con este nombre (que se traduce como gran estruendo) se conoce a la ola más larga del mundo. Se produce solo en el Amazonas, un par de veces al a?o. ?Qué placer produce este extra?o suceso natural? Primero, se puede permanecer sobre la tabla mucho tiempo (un tipo se deslizó durante 20 kilómetros). Y segundo, y más importante, porque la ola, que es sonora y adquiere una tonalidad marrón, es un revoltijo de piedras, ramas, sedimentos… Peligro asegurado, felicidad para estos atletas.
Hay gente a quien le gusta ver en la tele a un tipo dando vueltas en un parapente; a mí me gusta ser el que está allí arriba Horacio Llorens
Riesgo es lo que busca Horacio Llorens, madrile?o de 32 a?os. En 2012 batió el récord mundial de Infinity Tumbling, que estriba en dar vueltas en parapente. Llorens dejó la marca en 568 giros. Comenzó el primero a 6.000 metros de altura y finalizó a unos 500 de tierra firme. Además, ha sido hasta en cinco ocasiones campeón del mundo de parapente acrobático. “Claro que algunas veces tengo miedo. Lo importante es que este no te bloquee”. Una reacción in extremis le salvó la vida hace unos meses. “Estaba practicando parapente en la Polinesia y caí en una nube agresiva que me succionó. Cuando pude escapar, estaba a unos ocho kilómetros de la isla más cercana”, explica. Aún en el aire, el atleta comprobó que la nube había triturado su GPS. Iba directo al océano y debió reaccionar con rapidez. Buscó en su mochila la radio. Impactó con el agua y consiguió mantener, con el brazo alzado, la radio en funcionamiento. Llamó al campamento base y le fueron a recoger. Estuvo dos horas a merced de los escualos. “Tuve suerte. Si hubiese intentado nadar en dirección a la isla me hubieran devorado los tiburones o hubiese tenido muchos problemas con las corrientes”. Desde el campamento le recomendaron que se quedara quieto, que si los tiburones percibían un objeto grande, como el parapente, sin moverse, no le harían nada. “?Por qué pongo en juego mi vida? Yo no lo veo así. Hay gente a quien le gusta ver en la tele a un tipo dando vueltas en un parapente; a mí me gusta ser el que está allí arriba".
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