Cal y arena en Grecia

La eurozona y los mercados han recibido con optimismo la diluci¨®n del papel del medi¨¢tico ministro de Finanzas Yanis Varoufakis como ¨²nico y todopoderoso negociador del rescate griego. El primer ministro Alexis Tsipras, acuciado por la creciente crisis de liquidez y consciente de que el rutilante profesor grecoaustraliano dificultaba la consecuci¨®n del urgente acuerdo, ha realizado una operaci¨®n de cirug¨ªa fina (y para equilibrarla, ha amenazado con un refer¨¦ndum si la negociaci¨®n sale mal): mantiene al economista como titular aparente de esa negociaci¨®n, pero erosiona su funci¨®n al volcar sobre ¨¦l su propia silueta, menos desgastada.

Y lo hace, adem¨¢s, nombrando a tres altos funcionarios (tres, no uno ni dos) para funciones clave en las conversaciones: el coordinador del grupo de negociaci¨®n en la persona del viceministro de Exteriores, Efclidis Tsakalotos; el secretario encargado de las conversaciones t¨¦cnicas en Bruselas, Yorgos Juliarakis, y el nuevo coordinador de las mismas en Atenas, Spyros Sagas, su propio jefe de gabinete.

Este triple movimiento de piezas tiene tambi¨¦n un triple significado. Supone una r¨¢pida respuesta constructiva a la un¨¢nime cr¨ªtica de los socios de la moneda ¨²nica, que la semana pasada mostraron en el Eurogrupo de Riga una general animadversi¨®n al estilo negociador de Varoufakis. Y que llegaron a plantear en voz alta la conveniencia de un plan b distinto a una soluci¨®n amistosa para la continuidad de Grecia en el euro.

En la din¨¢mica de las conversaciones supone que Atenas restablece las relaciones de fluidez con la troika (aunque se la llame con otra denominaci¨®n de origen) a la que a partir de ahora y contra lo que ven¨ªa sucediendo se le suministrar¨¢n todos los datos econ¨®micos necesarios.

En lo personal, las decisiones de Tsipras implican un sonoro varapalo a Varoufakis, considerado por muchos el principal obst¨¢culo a la consecuci¨®n de acuerdos. Nadie ha discutido la trayectoria y cualidades acad¨¦micas del profesor, pero su altivez, la propensi¨®n a endilgar lecciones a sus iguales y su estilo desenfadado lindante con la provocaci¨®n han transformado la expectativa general, e incluso la favorable predisposici¨®n de varios Gobiernos, en incomodidad y desafecci¨®n. El seductor profesor radical ha acabado por concitar la inquina de todos, justo lo contrario del imperativo que debe mover a un buen negociador: ganar aliados.

Las decisiones de Tsipras deben facilitar el desbloqueo de las negociaciones y recuperar el tiempo perdido. Otra cosa es que el primer ministro haya envuelto esos cambios en una apelaci¨®n a la posible convocatoria de un refer¨¦ndum si fallase el acuerdo. Esta alusi¨®n puede deberse a un intento de compensar su apariencia de mayor flexibilidad; o a un aviso de que quedan muchos desacuerdos de fondo, una vez obviados los de estilo; o a un incipiente esbozo de un cambio estrategico de alianzas de futuro, en mayor sinton¨ªa con las l¨ªneas predominantes en la UE.