Pero ?d¨®nde diablos cae Trocadero?
Quiz¨¢ los ¨²nicos que lo saben todo de ese lugar sean los padres de Anne Hidalgo
La inmensa mayor¨ªa de franceses e ingleses que frecuentan el Trocadero de Par¨ªs o el de Londres no sabe de d¨®nde proviene el nombre de Trocadero. Los m¨¢s sabios en ruedos y filolog¨ªas buscan las huellas de la Santa Alianza. El le¨®n es el monarca del zoo ?qu¨¦ trata de conseguir el mayor bostezo?
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Que nadie se aventure, ni aqu¨ª ni all¨¢, a preguntar en ¡°Trocadero¡± de d¨®nde viene o proviene ¡°Trocadero¡±. Como si las fuerzas vivas pasaran por las armas a sus espantap¨¢jaros.
Quiz¨¢ los ¨²nicos exespa?oles que lo saben todo de Trocadero son los pap¨¢s de Ana Mar¨ªa (neo: ¡°Anne¡±) Hidalgo. ?Con el arquitecto trocaderense y la emperadora trocaderana? Ni siquiera existe gentilicio alguno para Trocadero. Incluso no sabemos si all¨ª las parejas hermafroditas son bisexuales.
Los padres de ¡°Anne¡± Hidalgo (para mayor abundamiento: alcaldesa de Par¨ªs) se llaman Antonio y Mar¨ªa. A pesar del ¡°Anne¡± sus primog¨¦nitos siguen llamando ¡°Ana Mar¨ªa¡± a su hija. Incluso desde que toda la familia emigrante, andaluza y gaditana se ¡°naturaliz¨®¡± francesa en 1973. En realidad se r¨ªen de todo, pero no con cualquiera.
Desde los astilleros de San Fernando a Lyon (y retorno a Chiclana), los pap¨¢s de A. Hidalgo siguen contemplando encantados y hasta ensimismados la singular asunci¨®n de la sanfernandina. Oh s¨ª¨ª¨ª, ?por favor!, la alcaldesa de Par¨ªs es sanfernandina de pura cepa.
Para mayor emoci¨®n: la verdad es que la elegida (de-mo-cr¨¢-ti-ca-men-te) parisiense naci¨® al pie de la isla del Trocadero. Pero en el Par¨ªs, Londres o C¨¢diz de hoy pocos recuerdos quedan de los fuertes Luis y Matagorda del paraje natural de la isla. Por ellos Boris Vian no fue a escupir en las tumbas.
Ni incluso los m¨¢s ancianos de la localidad se refieren a la exfamosa, casi naumaquia del ¡°antiguo r¨¦gimen¡± contra ¡°los constitucionalistas¡±. O si se prefiere el c¨¦lebre zafarrancho entre liberales del trienio y absolutistas del ¡°vivan las caenas¡±. O si gusta m¨¢s personalizar : la zalagarda entre los guerreros de Espoz y Mina y los ¡°santos¡± del pr¨ªncipe de Saboya. Con el carisma de expertos financieros.
A la ¡°Santa Alianza¡± ¡ªcuyo segundo centenario celebramos este a?o¡ª se alistaron Prusia, Rusia, Austria, Francia y, de caj¨®n, Espa?a. Con los ¡°Cien-Mil-Hijos-de-San-Luis¡± a toda mecha. El triunfo de Dios en sus iglesias ?hubiera sido menor si no hubiera creado el domingo?
No pudieron tener el honor de participar en la cachupinada de los ¡°100.000¡±, entre otros, ni Italia, ni Alemania, ni Yugoslavia. Pues estos pa¨ªses a¨²n no se hab¨ªan inventado.
No olvidamos que la primera ¡°Santa Alianza¡± se aline¨® con el t¨ªtulo de ¡°Liga Santa¡± ya en 1571. Hasta en Lepanto. Entonces la formaban, con el Reino de Espa?a, cuatro gatos: los Estados Pontificios, la Rep¨²blica de Venecia, la Orden de Malta, la Rep¨²blica de G¨¦nova y el Ducado de Saboya. Por los siglos de los siglos el elefante ha sido rebajado al rango de paquidermo.
La primera ¡°Santa Alianza¡± se aline¨® con el t¨ªtulo de ¡°Liga Santa¡± ya en 1571
Creo que la ¨²ltima coalici¨®n (no estoy muy seguro) se llama (o se llam¨®) algo as¨ª como ¡°Alianza-de-Diez-Estados-de-la-OTAN-para-Combatir-al-Estado-Isl¨¢mico-(EI)¡±. Y seg¨²n parece en ella ya no hay ni Estados Pontificios, ni reyes. Algunos escriben sus SMS tartamudeando.
Para decir la verdad de los ¡°Cien-Mil-Hijos-de-San-Luis¡± no quedan grandes noticias. Y, sin embargo, en su d¨ªa el mism¨ªsimo rey de Francia Luis XVIII [por favor con cifras romanas, con cifras de trapillo se rebaja de mitad al m¨¢s chulo de los luises] dijo:
¡ª¡°Los cien mil franceses morir¨ªan, si es necesario, por Dios y por mi tatatatatarabuelo San Luis¡±.
Para mayor inri, a los ¡°Cien-Mil¡±, como a los milhojas, nadie los cont¨®. Uno no se puede fiar. En Francia a los ciempi¨¦s les llaman mil patas.
Por cierto ¡°hidalgo/a¡± significa ¡°hijo/a de algo¡±. Nombre de la bien llamada alcaldesa parisiense. Su nombre de Mar¨ªa significa Princesa del Mar y es adecuad¨ªsimo para alguien que naci¨® junto a Trocadero. Ana, su primer nombre de pila, significa ¡°la gracia¡±. Nombre que ya se puede masculinizar, pero (?un respeto!) sin el apodo de ¡°gracioso¡±.
S¨®lo dos vestigios gaditanos: una ¡°peluquer¨ªa¡± y un modesto ¡°edificio¡± recuerdan a la exfamosa batallita. Sin embargo, para exaltar la victoria de los ¡°Cien-Mil¡±, Par¨ªs da el nombre de Trocadero a un suntuoso jard¨ªn sede de dos Exposiciones Universales (como el cocido espa?ol), de una estaci¨®n de metro y de un zoco. Con el mismo deseo de exaltaci¨®n cuasi antinumantina, que el ¡°London Trocadero¡±: una lonja comercial para j¨®venes de pelea y turistas de paz; am¨¦n de una estaci¨®n de metro central. All¨ª el cerebro de la coliflor se come entero.
El duque de Angulema hubiera debido cargar el t¨ªtulo de ¡°Pr¨ªncipe de Trocadero¡±. Y como propina, el palacio Buenavista de Madrid. Pero el ¡°general¨ªsimo¡± vencedor de tan inolvidable gestita se neg¨® a recibir los dos obsequios que intentaba ofrecerle el liberado ¡°exesclavo¡± y siempre absoluto hasta sus majestuosas ingles Fernando?VII (por la gracia de Dios).
¡ªHe respondido (dijo el franco franc¨¦s) muy cort¨¦smente pero con un ¡°refus tr¨¨s positif...¡±.
La prensa llamaba a ¡°la Otero¡± ¡°la sirena de los suicidados¡±
No obstante el rey espa?ol vitore¨® a su libertador. Le nombr¨®, a golpe de certificado de honor, primo. Pero hubiera sido m¨¢s fino que le hubiera ascendido a hermano. E inmediatamente restableci¨® en Espa?a la ¡°Santa Inquisici¨®n¡±. ?Olvidaron esta incendiaria fecha los creadores del Trocadero de Par¨ªs y de Londres?
¡ªMi augusto y amado primo el duque de Angulema al frente de un ej¨¦rcito valiente, vencedor en todos mis dominios, me ha sacado de la esclavitud en que gem¨ªa, restituy¨¦ndome a mis amados vasallos, fieles y constantes.
Sin gemido alguno Xenius Chateaubriand, el instigador del garbeo por Espa?a de los ¡°Cien-Mil¡±, dijo del adalid franc¨¦s:
¡ªPor tener ¨¦xito donde Bonaparte fracas¨®, por triunfar en la misma tierra donde los ej¨¦rcitos de aquel gran hombre sufrieron la adversidad, por hacer en seis meses lo que ¨¦l no pudo hacer en siete a?os...
La aut¨¦ntica ¡°Santa Alianza¡± de los reyes m¨¢s guerreros (que el tsunami) va a conseguirla en Europa ¡°La belle Carolina Otero¡±. La bella se llam¨® en realidad Agustina Otero Iglesias, (sin ¡°Carolina¡± alguno). Naci¨® en 1868 en el municipio pontevedr¨¦s de Ponte Valga. ?C¨®mo saber si el mar se retira o vuelve?
La verdadera ¡°Santa Alianza¡± la formaron los generosos admiradores ¡°transidos¡± de la bella pontevalguina: Guillermo?II de Alemania, Nicol¨¢s?II de Rusia, Leopoldo?II de B¨¦lgica, Alfonso?XIII, Eduardo?VII de Reino Unido, etc¨¦tera. El m¨¢s gandul de los lirones sue?a con que sue?a.
Durante la I?Guerra Mundial la ¡°belle¡± ayud¨® a los monarcas a soportar las terribles penas de la escabechina general con su nacionalismo sin fronteras. Oficialmente el Gobierno franc¨¦s le pidi¨® que ¡°sostuviera la moral de los soldados franceses¡±. Lo hizo admirablemente pensando que como los loros no tienen nada que decir no se callan.
Muchos arist¨®cratas enloquecieron por ella. Se com¨ªan las u?as por miedo a que otros lo hicieran. Algunos murieron en duelos. Otros se suicidaron. La prensa llamaba a ¡°la Otero¡± ¡°la sirena de los suicidados¡±. Hasta que a los 96 a?os se suicid¨®... dicen que ?feliz!
Pero lo que s¨ª conocemos gracias a Mi t¨ªo Oswald de Roald Dahl es la formidable cama real (y con resorte) que imprim¨ªa un vaiv¨¦n ¡°rom¨¢ntico-hot¡± al monarca y a Agustina durante sus rezos y estrechones. Un lecho que, si no consegu¨ªa hacer morir de pasi¨®n, por lo menos hubiera podido hacer morir de risa a la m¨¢s hermosa Otero.
Fernando Arrabal es escritor.
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