Personalidades

Es que hay que entender debidamente a los jefes de Podemos. Estos j¨®venes pol¨ªticos no han sido educados con libros, como los viejos estudiantes, sino con pantallas y sobre todo con pantallas televisivas. As¨ª que ven el mundo a la manera de las series. En ellas lo principal es avivar la emoci¨®n del cliente, sus sentimientos. Por eso hemos asistido, con enorme ¨¦xito de p¨²blico, a los mejores momentos sentimentales de la jefatura.

Pablo hubo de romper con su novia, a la manera de Abelardo y Elo¨ªsa, porque sus cadenas eran enemigas aunque ambas fueran comunistas. Luego perdi¨® a su mejor amigo, el cual le abandon¨® por motivos morales, como en las series inglesas. Hemos visto el dolor pintado en la cara de Tania y los arrumacos del amigo despechado. Magn¨ªfico juego de tronos que confirma lo que ya supon¨ªamos: estos chicos son unos tiernos aunque abulten mucho.

En uno de sus precisos pecios, recogidos en el reciente ¡°Campo de retamas¡±, dice Ferlosio: ¡°(Espa?a) Aqu¨ª es que casi no hay cosas ni acciones de tanto como abultan las personas. Y con dos apellidos¡±. Los espa?oles tenemos en poco los actos y los enjuiciamos seg¨²n el bulto de quien act¨²a. Somos de personalidades, no de personas. De sentimientos m¨¢s que de hechos o ideas. Nuestro santo patr¨®n, Antonio Machado, lo dec¨ªa por boca de Mairena cuando un padre le reprochaba que suspendiera a los ni?os con s¨®lo verles. El maestro contestaba que a veces le bastaba con ver la cara de los padres.

Ferlosio, el anciano samur¨¢i encerrado en su caba?a, musita diminutos mon¨®logos que son como las flechas de aquel arquero zen que daba en el blanco con los ojos vendados. No le hace falta andar por el mundo. Le basta con verle la cara.