Huesos
Que nadie se enga?e: hay muertos de primera y de segunda, como en los trenes de la posguerra
Que la muerte nos iguala a todos es una de esas falacias que nos cuentan mientras vivimos para que nos conformemos con nuestra situaci¨®n, sobre todo cuando esta no es boyante. La realidad es que ni todos morimos igual, depende del seguro de salud de cada cual, incluso de los recortes que aplique a sus prestaciones (en el caso de la Seguridad Social) el Gobierno de turno, ni la eternidad nos trata de la misma forma, sino en funci¨®n de nuestra relevancia en vida. As¨ª que nadie se enga?e: hay muertos de primera y de segunda, como en los trenes de la posguerra.
Precisamente de la posguerra se habl¨® el otro d¨ªa en Nueva York, en el acto de entrega del premio Alba-Puffin que conceden dos fundaciones estadounidenses relacionadas con los derechos humanos a la Asociaci¨®n Espa?ola para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica; un premio dotado con 100.000 d¨®lares que le permitir¨¢ mantener abierto dos a?os m¨¢s el laboratorio de identificaci¨®n de los restos que va sacando de las cunetas y de las fosas comunes. Y es que, tras la derogaci¨®n de hecho de la ley aprobada por el Gobierno anterior para, entre otras cuestiones, ayudar a los espa?oles a buscar a sus familiares desaparecidos en el franquismo, la asociaci¨®n que fundara un nieto de aquellos y que lleva ya abiertas m¨¢s de un centenar de fosas se manten¨ªa con las cuotas de sus colaboradores y con el trabajo desinteresado de los voluntarios. Poco que ver con la acusaci¨®n del portavoz del Partido Popular en el Congreso, ese individuo que cada vez que abre la boca es para insultar, de que los familiares de los desaparecidos no se acordaron de ellos hasta que vieron la posibilidad de cobrar una subvenci¨®n.
Mientras tanto, sus compa?eros en el Ayuntamiento de Madrid, que, como ¨¦l, acusan de revanchismo a los familiares de los desaparecidos por querer sacarlos de donde est¨¢n, llevan gastado medio mill¨®n de euros en buscar los restos de Cervantes en la cripta en que fue enterrado en un convento de la capital. ¡°Algo de Cervantes hay¡±, dijeron, exultantes, en la multitudinaria rueda de prensa que convocaron para dar cuenta de los trabajos de b¨²squeda ante la mezcolanza de huesos que se encontraron, sin caer en la cuenta de que la identificaci¨®n de los restos la hubieran tenido f¨¢cil: llamando al embajador Trillo. ?C¨®mo extra?arse, a la vista de ello, de que el acto de entrega del premio Alba-Puffin a una asociaci¨®n espa?ola tuviera lugar en el Centro Japon¨¦s de Nueva York y no en el instituto que lleva el nombre del autor del Quijote, por cuyos huesos suspiramos tanto?
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