Silicon Valley tambi¨¦n tiene semana de la moda
Drones, chaquetas de astronauta y financiaci¨®n colectiva se dan la mano en la pasarela
Es dif¨ªcil pensar en una semana de la moda en un lugar en el que d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n se viste con vaqueros, sudadera y zapatillas de deporte. Pero parece ser que en Silicon Valley se esfuerzan por cambiarlo. La prosperidad econ¨®mica permite que las r¨¦plicas de chaquetas blanco nuclear de los astronautas de la NASA se venden a 300 d¨®lares (algo m¨¢s de 260 euros) e inunden una ciudad en la que en invierno hay que llevar abrigo.
Dentro de este giro que pretende acercarse (o crear) a las tendencias, Silicon Valley ha celebrado su primera semana de la moda. The Chapel, una sala de conciertos de Mission, el barrio fundacional de la ciudad y ahora el preferido por el emergente proletariado tecnol¨®gico, fue el lugar escogido para esta peculiar pasarela.
Los modelos, en la mayor parte de los casos, no eran tales. Tampoco el presentador, ataviado con una chaqueta r¨¦plica de los lagartos de la serie V. Las entradas, agotadas desde hace semanas, costaban 50 d¨®lares cada d¨ªa. De martes a jueves hubo pasarela de ropa de tejidos con sensores o desmontables.
Si en un desfile normal toma la palabra un dise?ador, en este lo hizo, una celebridad local: Eric Migicovsky, creador de Pebble, el primer reloj inteligente, antes de que Google o Apple lanzaran los suyos. Al fin y al cabo, se lleva puesto. Su gran hito consisti¨® en conseguir m¨¢s de 10 millones de d¨®lares de financiaci¨®n a trav¨¦s de Kickstarter en una semana. Ning¨²n producto lo ha superado. Las ventas les acompa?an con m¨¢s de un mill¨®n de relojes en el mercado.
La mayor parte de la ropa exhibida pertenece a Betabrand, una marca local que ha creado unos pantalones khakis con tela de ch¨¢ndal -para ir arreglado e informal a la vez-, petos ce?idos y met¨¢licos para mujeres y trajes de chaqueta de inspiraci¨®n gal¨¢ctica para hombre. Su fundador, Christopher Linland, dio las gracias por el apoyo de una manera peculiar: ¡°Cada vez que iba a ver a un fondo de inversi¨®n me dec¨ªan que [me apoyar¨ªan] sobre su cad¨¢ver. As¨ª que decid¨ª hacerlo por mi cuenta y buscar financiaci¨®n colectiva. Gracias al p¨²blico creamos una ropa que vale para ir al trabajo, a reuniones o de fiesta. Es tan de San Francisco, como el yoga o el kale¡±.
La que m¨¢s aplausos cosech¨® fue Deborah Bevilacqua, una atleta que hace 11 a?os tuvo un accidente de moto tras el que le amputaron una pierna. No tuvo impedimento en desfilar y quitarse la pr¨®tesis de Unyq, una empresa que las dise?a de modo que pasan por complementos est¨¦ticos.
La sorpresa final, como colof¨®n a una velada llena de m¨²sica tecno y ropa con destellos, fue el desfile de ropa voladora. Prendas colgadas de drones, tal y como sue?a Amazon mandar alg¨²n d¨ªa sus paquetes, pusieron el broche.
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