Lola Flores, veinte a?os de pena, penita, pena
Hoy se cumplen dos d¨¦cadas de la muerte de La Faraona. Un musical sobre su vida evoca la carrera de una artista irrepetible
Lola Flores participaba en Luces de Espa?a, un espect¨¢culo de bailaores, guitarristas y cantaores en el Teatro Villamarta de Jerez de la Frontera (C¨¢diz), cuando el director Fernando Mignoni buscaba ¡°una gitanilla¡± para su pel¨ªcula Martingala. Era 1939, la Guerra Civil acababa de terminar y aquella muchacha que aspiraba a cantar como Concha Piquer, a bailar como Carmen Amaya y a actuar como Ana Magnani, se present¨® a las audiciones (acompa?ada por su madre) con la firme convicci¨®n de que el cine le ayudar¨ªa a consolidar su carrera art¨ªstica. Cant¨® un tema de Estrellita Castro y dijo un mon¨®logo incluido en la cinta Morena clara (¡°Con tu fe me santiguo y la tormenta apaciguo¡¡±). Mignoni la eligi¨® y Lola ¡ªel barroquismo irresistible, la fiebre del arte¡ª se fue a Madrid dispuesta a comerse un buen trozo de la tarta de la gloria.
Setenta y seis a?os despu¨¦s de aquella prueba, el dramaturgo Miguel Murillo y el director Ricardo Wang afinan durante estos d¨ªas los preparativos de Lola Flores, el musical de su vida, una obra sobre la cantante, fallecida hace exactamente este s¨¢dado 20 a?os, que esperan estrenar el pr¨®ximo mes de diciembre. ¡°El proceso de escritura del libreto ha durado tres a?os. Est¨¢ basado en la vida real de Lola, no en los rumores que se han ido diciendo por ah¨ª, y en todo momento hemos contado con el apoyo y el asesoramiento de sus hijas Lolita y Rosario¡±, dice Wang. ¡°La obra no es una simple biograf¨ªa. Trata, sobre todo, de su temperamento y personalidad y el hilo conductor es su m¨²sica¡±, a?ade Murillo.
Por su temperamento y personalidad, Lola Flores (1923-1995) ha conseguido la inmortalidad reservada a los privilegiados: ser una fuente inagotable de an¨¦cdotas y frases, presentes en el imaginario colectivo. Hija de un camarero y de una costurera, se ufanaba de haber aprendido a caminar bailando, de haberse aprendido las canciones de Imperio Argentina antes que las tablas de multiplicar y de haber ¡°espa?oleado¡± por todo el mundo. Lola ¡ªel cuerpo cimbreante, los ojos luciferinos e hipnotizadores, el rostro rabioso, el bronceado natural, la peineta, la bata de cola, el abanico y el arrebato¡ª muri¨® la madrugada del 16 de mayo de 1995 en El Lerele, su casa de La Moraleja (Madrid). Durante una veintena de horas, m¨¢s de 150.000 personas pasaron frente a ella ¡ªla mantilla blanca, el rosario entre las manos, los pies descalzos dentro del ata¨²d¡ª para darle el ¨²ltimo adi¨®s. Hab¨ªa luchado durante 25 a?os contra el c¨¢ncer de mama, entre operaciones y tratamientos, pero neg¨¢ndose a que le amputaran un seno.
Lola ¡ªlos 18 de julio ante el General¨ªsimo (¡°No soy de Franco, soy de Espa?a¡±), recitadora de la poes¨ªa de Federico Garc¨ªa Lorca, admiradora de Tina Turner, folcl¨®rica, actriz y hasta rapera (?C¨®mo me las maravillar¨ªa yo?)¡ª pas¨® 55 a?os de su vida serpenteando sobre los escenarios. No se le resisti¨® ni el Olympia de Par¨ªs, ni el Madison Square Garden de Nueva York. ¡°No canta ni baila, pero no se la pierdan¡±, dijo de ella The New York Times. Se fue a M¨¦xico en 1952 y, entre otras, film¨® ?Ay pena, penita, pena! (1953) y La Faraona?(1956), dos pel¨ªculas que la posicionaron entre el p¨²blico iberoamericano. Cada gira, cada actuaci¨®n, cada entrevista, elevaba su popularidad hasta la extenuaci¨®n. Pero cuando los a?os ochenta estaban por concluir, no tuvo m¨¢s remedio que sentarse en el banquillo de los acusados por fraude fiscal (¡°?maldito parn¨¦!¡±). Entonces ella, que hab¨ªa sido ¡°una curranta desde los 12 a?os¡±, defini¨® su nuevo estatus con el pa?uelo en la mano y las l¨¢grimas en los ojos: ¡°Ya no soy Lola de Espa?a, soy Lola de Hacienda¡±. Pag¨® lo que el juez le orden¨® y sigui¨® trabajando (¡°?Estoy como nunca!¡±).
Lola ¡ªsu biograf¨ªa en la Enciclopedia Brit¨¢nica, la furia convertida en su sustancia, las frases y las sentencias meci¨¦ndose en su boca (¡°?Si me quer¨¦is, irse!¡±)¡ª ¡°es para Espa?a¡±, dice el cantante Miguel Bos¨¦, ¡°lo que Madonna fue para Am¨¦rica. Quiz¨¢ tengamos muy presentes sus ¨²ltimos a?os, pero el momento en que arranc¨® fue muy dif¨ªcil. No se cantaba as¨ª, no se bailaba as¨ª, no se maquillaba alguien as¨ª, no se hablaba como ella¡ No era guapa. Era imponente. Seg¨²n iba madurando, su f¨ªsico se volv¨ªa m¨¢s espectacular. Ten¨ªa un coraz¨®n como una fundaci¨®n. ?Con los suyos era una fundaci¨®n! Y fue la gran embajadora de este pa¨ªs.¡± Sin embrago, Carlos Espinosa de los Monteros, alto comisionado del Gobierno para la Marca Espa?a, no est¨¢ de acuerdo con la definici¨®n de Bos¨¦: ¡°Despu¨¦s de 20 a?os de su muerte, no creemos que Lola Flores tenga peso en la imagen de la Marca Espa?a. La imagen de un pa¨ªs es algo din¨¢mico y, salvo figuras universales como Cervantes o Picasso, las personas fallecidas hace muchos a?os han dejado de asociarse a la Espa?a de hoy, como en este caso¡±, dice.
Ajenos a las declaraciones pol¨ªticas, Miguel Murillo y Ricardo Wang intentan condensar el temperamento y la personalidad de La Torbellino de Colores en el que, probablemente, sea el ¨²nico acontecimiento en este a?o para conmemorar su 20? aniversario luctuoso. ¡°Los m¨²sicos ya est¨¢n ensayando las canciones¡±, puntualiza Murillo. ¡°Estrenaremos en C¨¢diz, porque ah¨ª naci¨® Lola, y no la interpretar¨¢ una sola actriz y cantante. Habr¨¢ varias porque una sola no es capaz¡±, adelanta Wang. La tarea es dif¨ªcil, sobre todo, porque como dec¨ªa el escritor catal¨¢n Terenci?Moix, Lola Flores ¡°fue la sublimaci¨®n del triunfo personal, el ascenso hacia el ¨¦xito establecido pelda?o a pelda?o, pero tambi¨¦n el desgarro vital, con ese punto de sinceridad arrolladora que siempre la engrandeci¨®. Era mucha Flores esa Lola¡±.
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