Mujeres por la soberan¨ªa y la seguridad alimentaria
En Burkina Faso, siempre amenazado por las sequ¨ªas, es clave apoyar a los agricultores para reforzar su capacidad de resiliencia
Lo primero que sorprende al llegar a Koho Yaribo, un barrio de Hound¨¦ en la provincia de Tuy, en el suroeste de Burkina Faso, es el gran n¨²mero de mujeres que esperan. Se encuentra en esta localidad la cooperativa agr¨ªcola Sougre Nooma, fundada en 2009 con el prop¨®sito de paliar las hambres cr¨®nicas que azotan la zona. "Sobre todo la de los ni?os, que son los que m¨¢s sufren¡±, apuntilla Fati Sawadogo, una de las mujeres de la junta directiva, cuando le dan la oportunidad de hablar.
Cada a?o, la malnutrici¨®n es responsable de la muerte de m¨¢s de 40.000 ni?os y ni?as en Burkina Faso, donde una parte importante de la poblaci¨®n rural vive en la pobreza y en la inseguridad alimentaria cr¨®nica. A pesar de los esfuerzos llevados a cabo en la ¨²ltima d¨¦cada por el gobierno del pa¨ªs y las instituciones internacionales, en las zonas rurales el acceso al agua potable, al saneamiento, la educaci¨®n y la salud sigue siendo muy limitado.
Burkina Faso es un pa¨ªs del Sahel que no tiene mar y depende en gran medida de las importaciones, lo cual provoca una continua subida de precios lo que puede agravar la inseguridad alimentaria. Adem¨¢s, en los ¨²ltimos a?os, el pa¨ªs ha registrado malas cosechas en el 40% de su territorio, lo que ha dado lugar a que 1,7 millones de burkineses est¨¦n amenazados por el hambre.
La agricultura es la principal actividad econ¨®mica del pa¨ªs y ocupa al 86% de la poblaci¨®n activa. Los peque?os agricultores se enfrentan a menudo a numerosas dificultades para sacar adelante sus cosechas: suelos de mala calidad debido a la erosi¨®n, dependencia total de la lluvia, que suele ser escasa y caprichosamente distribuida¡
La crisis alimentaria que vive todo el Sahel, unida a la inestabilidad social y pol¨ªtica de los pa¨ªses lim¨ªtrofes, especialmente Mal¨ª, han agravado la situaci¨®n de vulnerabilidad e inseguridad alimentaria en la que se encuentran los habitantes de Burkina Faso en general, y de la provincia de Tuy, en particular.
Estos datos recogen el contenido del discurso de bienvenida pronunciado por Ali Karakoya, secretario general de la cooperativa, que lleva colgado al cuello un antifaz para dormir, de esos que dan en los aviones, y que usa como mascarilla sobre la boca cuando viaja en moto. Ali muestra los almacenes que ha construido la cooperativa. El primero est¨¢ repleto de cebollas extendidas sobre estanter¨ªas. En el segundo y m¨¢s grande contiene gran cantidad de sacos llenos de ma¨ªz. All¨ª se encuentra Adoulaye Sanga, que los est¨¢ contando y anotando en una libreta para asegurarse de que est¨¦ todo en orden. En este edificio tambi¨¦n est¨¢n depositadas las herramientas de labranza y arados para los pares de bueyes que ayudan a trabajar la tierra. En un rinc¨®n est¨¢n almacenadas varias carretillas y, en otro, una mesa y los utensilios necesarios para fabricar jab¨®n de karit¨¦.
La cooperativa Sougre Nooma est¨¢ formada por 326 miembros, de los el 61% son mujeres
Ali comenta que los sacos contienen el ma¨ªz que sobra una vez que cada miembro de la asociaci¨®n ha recibido su parte de la cosecha. Estos remanentes, junto a los de cebollas y otros productos, se guardan para ser vendidos. Cuando a los campesinos se les terminan sus propios productos, tienen que acudir a los mercados a comprar lo necesario para alimentar a sus familias. Es entonces cuando la cooperativa pone a la venta los bienes almacenados y as¨ª consigue un dinero que repercute directamente en la asociaci¨®n y en sus miembros.
La comercializaci¨®n de los productos agr¨ªcolas es el punto d¨¦bil de la mayor¨ªa de los agricultores africanos, por lo que su trabajo se reduce a la mera subsistencia, lo cual no lo hace atractivo para los j¨®venes, que poco a poco abandonan los campos y se trasladan a las ciudades en busca de un trabajo que nunca encuentran u optan por buscar fortuna en las minas de oro.
Finalmente, en el tercer edificio est¨¢ el molino, una maquina verde, marca Rhino, y el generador el¨¦ctrico que lo hace funcionar. All¨ª acuden las mujeres a moler el ma¨ªz o el mijo, cuya harina utilizan para cocinar el t?, la comida de todos los d¨ªas. Los hombres de la asociaci¨®n encienden el molino y se afanan colocando las correas de transmisi¨®n, encendiendo el generador, arrancando la maquinaria¡ "Los miembros de la cooperativa pagan un precio muy bajo por moler all¨ª sus cereales, mientras que los que no lo son tienen otro precio", comenta Ali. "As¨ª consiguen el dinero para comprar el combustible del generador y las reparaciones del molino".
Mientras los hombres se concentran en el molino, Fati llega con un barre?o lleno de los jabones que hacen las mujeres de la cooperativa para uso propio y para vender en los mercados.
La cooperativa Sougre Nooma est¨¢ formada por 326 miembros, de los cuales 126, el 61%, son mujeres. La asociaci¨®n se organiza en 14 grupos de trabajos esparcidos por las aldeas de la zona. As¨ª, la transformaci¨®n de la nuez de karit¨¦ la llevan a cabo mujeres, y los hombres se ocupan m¨¢s del trabajo en horticultura, mientras que para el cultivo de cereales hay grupos mixtos.
El pa¨ªs ha registrado malas cosechas en el 40% de su territorio, lo que ha dado lugar a que 1,7 millones de burkineses est¨¦n amenazados por el hambre
En uno de los campos de ma¨ªz y cacahuetes de la asociaci¨®n, no muy lejos de la aldea, un grupo de hombres discueten sobre los trabajos que hay que hacer. "Este terreno es utilizado, principalmente, para ense?ar nuevas t¨¦cnicas de cultivo a los miembros de la cooperativa", detalla Ali. Poco a poco van llegando las mujeres, muchas de ellas montadas en bicicleta, con sus beb¨¦s a la espalda. Tras los saludos y el intercambio de opiniones con los varones empiezan a trabajar quitando hierbas. Los hombres siguen charlando a la orilla del terreno, junto al camino por donde pasan otras mujeres en carros tirados por burros o en bicicletas camino de sus campos.
Este proyecto de seguridad alimentaria est¨¢ supervisado y financiado por Medicus Mundi de Castilla-La Mancha, que lo implementa en colaboraci¨®n con la Direcci¨®n Provincial de Agricultura e Hidr¨¢ulica. El objetivo del mismo es apoyar a los peque?os agricultores de la provincia de Tuy y reforzar la capacidad de resilencia de la poblaci¨®n de la zona. Para ello se han impartido sesiones formativas sobre t¨¦cnicas de producci¨®n hort¨ªcola, de cereales, de transformaci¨®n de productos, de gesti¨®n, de marketing y de comercializaci¨®n. Se han distribuido herramientas y material agr¨ªcola, as¨ª como otros utensilios espec¨ªficos para que las mujeres elaboren la manteca de karit¨¦ y el jab¨®n. Finalmente, se han rehabilitado y acondicionado cinco hect¨¢reas de campos de cultivo.
"Gracias a este proyecto muchas personas han mejorado sus conocimientos sobre t¨¦cnicas de cultivo agr¨ªcola, comercializaci¨®n y transformaci¨®n de productos, y han adquirido nuevos materiales para aumentar la producci¨®n y el rendimiento de sus actividades agr¨ªcolas", comenta Ali Kirakoya. Esto ha facilitado que todos los miembros de la asociaci¨®n tengan m¨¢s recursos econ¨®micos y sus familias se beneficien directamente de ello.
La malnutrici¨®n es responsable de la muerte de m¨¢s de 40.000 ni?os y ni?as en Burkina Faso
Las mujeres parecen ser las m¨¢s contentas con este proyecto, no solo porque han recibido formaci¨®n espec¨ªfica relativa a los recursos agr¨ªcolas, sino tambi¨¦n porque han podido adquirir herramientas y semillas y, sobre todo, porque han conseguido acceder a la tierra en igualdad de condiciones que los hombres, hecho que normalmente les resultaba imposible por no tener los medios econ¨®micos que se lo permitieran. Adem¨¢s, con la instalaci¨®n del molino, aprovechan mejor su tiempo ,ya que las horas que antes pasaban moliendo los cereales en los morteros tradicionales de madera pueden dedicarlas a otras actividades, incluso a descansar.
El hecho de que las mujeres se asocien y consigan que la unidad colectiva funcione les proporciona autoestima y un compromiso m¨¢s fuerte y, sobre todo, adquieren mayor consideraci¨®n social, promoci¨®n y participaci¨®n en los procesos econ¨®micos y sociales de su entorno.
Fati, hablando en representaci¨®n de las mujeres de la asociaci¨®n, dice que ahora ellas son m¨¢s independientes, cuentan con sus propios recursos y eso les permite cuidar mejor de sus familias. "Comemos tres veces al d¨ªa, cuando antes solo lo hac¨ªamos una, y podemos pagar las tasas escolares de nuestros hijos e hijas", a?ade.
Mientras las mujeres que sigan arrancando hierbas, un chaval se acerca con una yunta de bueyes hacia los hombres pertenecientes a la asociaci¨®n. Los han mandado traer para echarles un vistazo y comprobar que est¨¢n bien, ya que al d¨ªa siguiente el chico tiene que ir a labrar un nuevo terreno para plantar cacahuetes. "El trabajo no puede detenerse, ¡ªcomenta Al¨ª¡ª, de ¨¦l depende nuestra supervivencia".
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