Por un ojo
Ignoramos cu¨¢nto tiempo acarici¨® est¨¢ idea, cuantas noches so?¨® que los votantes la quer¨ªan
Las elecciones han dado fin a muchas cosas; entre ellas, al cuento de hadas protagonizado por Ana Botella. Al modo en que los espa?oles se vieron obligados a regalar a Franco el Pazo de Meir¨¢s, Gallard¨®n organiz¨® una trama para que los madrile?os obsequi¨¢ramos a Botella con la alcald¨ªa y su coche oficial, su sueldo, sus dietas, sus guardaespaldas, y un despacho de lujo en un castillo de ensue?o. Un reino, si tenemos en cuenta que la Plaza de la Cibeles, desde el antiguo Palacio de Comunicaciones, parece un peque?o pa¨ªs de cuento de hadas. Observen, pues, a la alcaldesa asomada a la ventana de su despacho: acaba de llegar, como siempre, de la peluquer¨ªa y antes de sentarse a la mesa para subir el IBI contempla el edificio del Banco de Espa?a, el Palacio de Linares, los jardines del Cuartel General del Ej¨¦rcito, el Paseo de la Castellana¡ Asombrada de la posici¨®n que ha alcanzado sin otro m¨¦rito conocido que el de ser la esposa del jefe, quiz¨¢ le vengan tambi¨¦n a la memoria las dulces v¨ªsperas de la boda de su hija, en El Escorial, bajo la perpleja mirada de Felipe II. Todo le est¨¢ permitido: si quiere hablar ingl¨¦s, abre la boca y habla ingl¨¦s; si le viene en gana recortar servicios, los recorta; si le apetece marcharse a Portugal, aunque la ciudad entera est¨¦ de luto, se marcha a Portugal. No ser¨ªa raro que ante el magn¨ªfico paisaje que se despliega ante su vista, aparezca otro en su imaginaci¨®n: el de que el pueblo refrende lo que el poder absoluto del PP ha llevado a cabo por decreto. Ignoramos cu¨¢nto tiempo acarici¨® est¨¢ idea, cuantas noches so?¨® que los votantes la quer¨ªan. Ignoramos tambi¨¦n qui¨¦n le hizo la caridad de desenga?arla. Todos los cuentos se terminan, pero algunos nos salen por un ojo de la cara.
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