Nigeria hoy: ?callej¨®n sin salida o resurgimiento como naci¨®n?
Por Chido Onumah
¡°No podemos seguir buscando las ramas de un ¨¢rbol enfermo a causa de su enfermedad¡±. Proverbio africano.
En el desarrollo de la historia de Nigeria parece que ¡°cuantas m¨¢s cosas cambian m¨¢s permanecen igual¡±. Tras protagonizar un golpe de Estado hace treinta y dos a?os, el general retirado Muhammadu Buhari acab¨® con la Segunda Rep¨²blica de Nigeria conocida por sus escandalosos casos de corrupci¨®n. Aquella intervenci¨®n dur¨® veinte meses. Hoy, Buhari asumir¨¢ su cargo como cuarto presidente electo de Nigeria desde que se restableci¨® un r¨¦gimen civil en el pa¨ªs en 1999, en sustituci¨®n de un gobierno relacionado con malversaci¨®n de fondos p¨²blicos y despilfarro.
Desde su derrocamiento por otro alzamiento militar en agosto de 1985 han transcurrido treinta a?os en los que ha pasado de ser el general Muhammadu Buhari (GMB) a convertirse en presidente Muhammadu Buhari (PMB). Teniendo en cuenta que la corrupci¨®n y sucesivos a?os de ineficaz liderazgo han arruinado un pa¨ªs otrora prometedor, hay grandes expectativas respecto al nuevo presidente. Pero, ?cambiar¨¢ algo? Depende por supuesto de las personas a las que se le pregunte, de su lugar de procedencia y de sus propios intereses.
Como candidato a la presidencia, Buhari present¨® un programa electoral basado en la integridad y la lucha contra la corrupci¨®n. Es comprensible, pues, que los nigerianos esperen y le exijan que acabe de verdad con los sangrantes casos de corrupci¨®n. A pesar de que ha prometido que trazar¨¢ una l¨ªnea entre los abusos del pasado y el nuevo orden, creo que hay algunas personas pol¨ªticamente expuestas ¨Ctanto en el nuevo gobierno como en la oposici¨®n-, que deben ser juzgadas por haber cometido delitos econ¨®micos graves contra el estado ya sea como presidentes, gobernadores, ministros, legisladores o contratistas.
En realidad, el presidente Buhari no necesita involucrarse en un debate sobre si se debe o no investigar a ciertos ministros o individuos que formaron parte del escenario pol¨ªtico anterior a su investidura. Lo ¨²nico que tiene que hacer, si se toma en serio la lucha contra la corrupci¨®n, es conferir poder y conseguir que la Comisi¨®n de delitos econ¨®micos y financieros (EFCC, por sus siglas en ingl¨¦s) y otras instituciones estatales responsables de hacer frente a la corrupci¨®n sean organismos verdaderamente independientes. De ese modo, evitar¨ªa hacer ¡°pol¨ªtica para luchar contra la corrupci¨®n¡±.
Pero, en conjunto, ?es suficiente su actuaci¨®n para que Nigeria deje de estar al borde del abismo? La situaci¨®n de Nigeria es complicada, igual que actualizar las relaciones en Facebook. Buhari lleg¨® a la presidencia a instancias de algunas personas que consideraban que lo que sucedi¨® el 28 de marzo, d¨ªa de las elecciones, no fue m¨¢s que un asalto al poder. Las principales preocupaciones ser¨¢n la forma en que manejar¨¢ los intereses de este grupo y los de millones de ciudadanos desilusionados y socialmente desfavorecidos, su visi¨®n acerca de la ¡°nueva Nigeria¡± pero, sobre todo, la m¨¢s importante ser¨¢ afrontar la falta de confianza que existe en Nigeria como naci¨®n.
Nigeria se ha convertido en una pesadilla. El nuestro es un pa¨ªs repleto de antagonismos y contradicciones internas aparentemente irreconciliables. Esas contradicciones definen nuestra vida cotidiana y las relaciones con los dem¨¢s; los antagonismos evidencian el insensato intento de algunas personas y grupos de poder del pa¨ªs de conseguir ser influyentes y poderosos y, en definitiva, muestran su actitud hacia los recursos de la naci¨®n. Nigeria, reconocido como uno de los pa¨ªses m¨¢s corruptos del mundo, ofrece muy pocas esperanzas para sobrevivir y satisfacer los deseos de realizaci¨®n personal.
Numerosos observadores han afirmado, y con raz¨®n, que la corrupci¨®n sigue siendo tal vez el mayor problema de Nigeria. Nuestra esperanza, por tanto, es que el presidente Buhari, ¡°M¨ªster anticorrupci¨®n¡±, pueda acabar con la corrupci¨®n y ponga a funcionar el estado nigeriano. Entonces, ?por qu¨¦ Nigeria no ha sido capaz de controlar la corrupci¨®n? ?Por qu¨¦ el propio estado ha desafiado los numerosos intentos de lograr su eficacia? La respuesta es sencilla: no podemos tener un estado eficaz si no tenemos una naci¨®n eficaz. Es evidente que no podemos ser testigos del resurgimiento de esta naci¨®n, y por consiguiente del estado nigeriano, si antes no redefinimos la identidad de Nigeria. El hecho de redefinir Nigeria significa que tenemos que hacer frente a los principales problemas que han llevado a nuestra naci¨®n a padecer episodios convulsos y definir nuestra disposici¨®n hacia nuestro patrimonio com¨²n.
As¨ª pues, es necesario que reflexionemos sobre Nigeria mientras disfrutamos de la euforia del ¡°cambio¡±. Los nigerianos deben hacerse esta reflexi¨®n sin tener en cuenta las amenazas y los constantes chantajes que lanzan quienes consideran que nuestra naci¨®n es una ¡°uni¨®n perfecta¡±. Existe un v¨ªnculo indiscutible entre identidad nacional y desarrollo. Tal como afirma Francis Fukuyama en su libro Orden pol¨ªtico y decadencia pol¨ªtica: de la revoluci¨®n industrial a la globalizaci¨®n de la democracia, ¡°El ¨¦xito de construir un estado es un proceso paralelo al de construir una naci¨®n¡±. Esa es precisamente la pieza que falta en el rompecabezas de Nigeria mientras busca desarrollarse.
La corrupci¨®n arraigada en Nigeria es b¨¢sicamente estructural. Por lo tanto, tenemos que profundizar un poco m¨¢s si de verdad queremos acabar con esta lacra. Quiero mencionar una vez m¨¢s el trascendental trabajo de Fukuyama cuando asegura que ¡°Mucho de lo que pasa con la corrupci¨®n no es solo una cuesti¨®n de codicia sino m¨¢s bien la consecuencia de las obligaciones que sienten los parlamentarios o funcionarios p¨²blicos con la familia, las tribus, la religi¨®n o los grupos ¨¦tnicos m¨¢s que con la poblaci¨®n en general, y por eso desv¨ªan dinero en esa direcci¨®n. No son necesariamente personas inmorales, pero su c¨ªrculo de obligaciones morales es menor que el sistema gubernamental para el que trabajan¡±.
Creo que lo que Fukuyama est¨¢ diciendo es, esencialmente, que no se puede resolver el problema de la corrupci¨®n enquistada, como ocurre en algunos lugares del mundo, sin antes hacer frente a la crisis de identidad y nacionalidad. La mayor prueba de esta idea es que en Nigeria se saquean los recursos que deber¨ªan utilizarse en beneficio de toda la sociedad porque al final, nadie los considera realmente suyos.
Esa es la raz¨®n por la que nuestros gobernantes esconden miles de millones de d¨®lares evadiendo impuestos¨Cun dinero al que nunca tendr¨¢n acceso- en cuentas bancarias en el extranjero. Esto explica tambi¨¦n por qu¨¦ compran e invierten en propiedades ¨Cpropiedades en las que nunca vivir¨¢n- en todo el mundo. Es adem¨¢s la causa por la que un presidente de esta rep¨²blica federal se permite distinguir a su conveniencia entre ¡°robo y corrupci¨®n¡±. Asimismo, ello explica por qu¨¦ cuando un gobernador o un ministro son acusados de corrupci¨®n, por ejemplo, su ¡°gente¡± sale en su defensa. Parece como si dijeran, ¡°sabemos que el ministro A y el gobernante X son unos ladrones, pero son nuestros propios ladrones¡±.
En Nigeria, el estado y por extensi¨®n los gobiernos, todo depende b¨¢sicamente de la cantidad de pastel que se reparten nuestros pol¨ªticos y gobernantes para ellos mismos y para su ¡°gente¡±. El objetivo no es prestar servicios a la naci¨®n porque el t¨¦rmino naci¨®n sencillamente no existe en su espacio moral.
No cabe duda de que Nigeria necesita de forma desesperada un l¨ªder pol¨ªtico que motive a sus ciudadanos, pero adem¨¢s es preciso que tengamos una naci¨®n para que esa motivaci¨®n tenga efecto. Al fin y al cabo, no depender¨¢ de Buhari sino de Nigeria. Es cierto que Buhari puede cambiar la situaci¨®n. Pero si no lo consigue, no ser¨¢ por falta de intentos.
Para que todo funcione, los ciudadanos tienen que sentir que este aparato llamado Nigeria les pertenece.
Este art¨ªculo es un extracto del libro Unmaking Nigeria: The rebirth of a nation que se publicar¨¢ pr¨®ximamente.
Chido Onumah es periodista nigeriano, autor de Time to Reclaim Nigeria y Nigeria is negotiable. Actualmente est¨¢ cursando un doctorado en Comunicaci¨®n y Periodismo en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
email: conumah@hotmail.com; Twitter: @conumah
Traducci¨®n de Virginia Solans
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.