T¨®xico Putin
Cada persona o instituci¨®n a la que el presidente ruso apoya queda autom¨¢ticamente 'quemada'
Si a alguien le cab¨ªa alguna duda sobre la naturaleza olig¨¢rquica y corrupta de la FIFA, el apoyo expl¨ªcito de Vlad¨ªmir Putin a la reelecci¨®n del presidente de dicha organizaci¨®n, Joseph Blatter, ofrece la prueba de cargo m¨¢s contundente que uno pudiera imaginar. No es de extra?ar la admiraci¨®n mutua: tanto la FIFA de Blatter como la Rusia de Putin han construido una inmensa red mafiosa donde nunca se sabe d¨®nde empiezan y d¨®nde acaban la pol¨ªtica, el deporte y el dinero.
Aunque parecer¨ªa que detr¨¢s de esa pose muscular se esconde un hombre revestido de valores cl¨¢sicos (Dios, patria, familia, autoridad), en realidad Putin es un posmoderno de primer orden, un total y completo relativista. Resultado de su trayectoria como agente de inteligencia en el KGB, Putin no parece creer en la realidad como entidad aut¨®noma, sino como una conspiraci¨®n orquestada por los dem¨¢s contra uno o por uno contra los dem¨¢s. As¨ª lo demuestra al analizar el caso FIFA como una conspiraci¨®n para sabotear la celebraci¨®n de la Copa del Mundo de f¨²tbol en 2018, que albergar¨¢ Rusia. Pero tambi¨¦n con su ¨²ltima decisi¨®n de considerar delito la publicaci¨®n de informaci¨®n sobre la existencia de bajas en combate en tiempo de paz, l¨¦ase bien, en tiempo de paz, o de acosar a las organizaciones de derechos humanos que reciban apoyo desde el exterior. Putin da por hecho que existe la corrupci¨®n en la FIFA, que sus fuerzas armadas combaten en un pa¨ªs vecino sin ning¨²n amparo legal y que en Rusia se violan los derechos humanos, pero lo que le preocupa no son los hechos, sino que los hechos puedan ser usados en su contra.
Putin no parece ser consciente de su toxicidad: cada persona o instituci¨®n que apoya o que le elogia queda autom¨¢ticamente quemada. Es el caso de la FIFA y su presidente, Joseph Blatter, pero tambi¨¦n de una larga lista de incondicionales entre los que se encuentran Silvio Berlusconi, Marine Le Pen, Nigel Farage, Nicol¨¢s Maduro y los presidentes de Kazajist¨¢n y Bielorrusia, todos admiradores y envidiosos del poder del caudillo nacionalista ruso. Si Putin tuviera algo de sentido del humor, podr¨ªa usar la toxicidad de sus elogios para destruir a sus enemigos en lugar de a sus amigos. Gu¨¢rdense del apoyo de Putin. @jitorreblanca
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