No se descarta... la trampa
Pol¨ªticos y periodistas suelen elevar a rango de noticia una locuci¨®n vac¨ªa.. y a veces marrullera
El verbo ¡°descartar¡± ampli¨® hace ya siglos su presencia original en las mesas de naipes para significar tambi¨¦n, por v¨ªa metaf¨®rica, ¡°excluir¡± o ¡°rechazar¡± (nos deshacemos de una carta, la rechazamos). Y con esa acepci¨®n ha logrado un gran ¨¦xito en los titulares de prensa de nuestros d¨ªas.
Ahora bien, el verbo ¡°descartar¡± viene us¨¢ndose m¨¢s en el lenguaje period¨ªstico con una negaci¨®n: ¡°no se descarta¡±. Y por ese lado se informa de muy poco, a diferencia de lo que ocurrir¨ªa con ¡°se descarta¡±, pues en este caso ya se dice con seguridad que, al menos, algo no va a ocurrir o no ha sucedido.
?Descarta usted, que lee estas l¨ªneas, cambiarse enseguida de casa? Usted se encuentra bien en ella, se ha acomodado al barrio, a las habitaciones, a los muebles¡, y desea seguir donde est¨¢. Pero, ?lo descarta o no? Por supuesto, no descartar¨¢ cambiarse de casa si de repente puede comprar otra mejor, o si por el contrario se reducen sus ingresos y debe buscar una m¨¢s barata, o si empiezan a producirse aver¨ªas en el suministro de agua y no se ducha cuando le viene en gana¡ ?C¨®mo va a descartar cambiarse de casa! Eso no lo descartar¨¢ nadie en t¨¦rminos generales, aunque viva tan a gusto en la suya.
El valor que le da el periodista se basa en una interpretaci¨®n de lo dicho. Pero aceptar esa interpretaci¨®n implica acoger con j¨²bilo que las palabras signifiquen algo distinto de lo que significan
Por tanto, el verbo ¡°descartar¡±, si se usa acompa?ado de un adverbio de negaci¨®n, anda entre el ni fu ni fa, el ni chicha ni limon¨¢ y el ni oxte ni moxte. O sea, que decir que no se descarta algo equivale a no decir apenas nada, porque pocas cosas son las que podemos descartar, del mismo modo que nunca debemos decir de esta agua no beber¨¦ (y no porque est¨¦ mal dicho ¡°de esta agua¡±, que est¨¢ bien dicho, sino porque no conviene hacer negaciones categ¨®ricas de las que quiz¨¢ nos arrepintamos).
Sin embargo, pol¨ªticos y periodistas elevan a rango de noticia muchos ¡°no se descarta que¡±, ¡°no descarto que¡±, ¡°no descart¨® que¡±, pese a tratarse de una locuci¨®n vac¨ªa... y a veces marrullera.
Por supuesto, el valor que le da el periodista se basa en una interpretaci¨®n de lo dicho. Pero aceptar eso implica acoger con j¨²bilo que las palabras signifiquen algo distinto de lo que significan. Es el caso de aquella broma seg¨²n la cual un diplom¨¢tico que responde ¡°s¨ª¡± quiere decir en realidad ¡°quiz¨¢¡±; y cuando contesta ¡°quiz¨¢¡±, quiere decir ¡°no¡±; y si responde ¡°no¡±, entonces no es un diplom¨¢tico.
Los periodistas aceptamos sin problema la misma trampa: cuando un pol¨ªtico responde que ¨¦l no descarta tal cosa, nos induce a interpretar que en realidad tal cosa se har¨¢. Y si luego tal cosa no se hace, ¨¦l siempre podr¨¢ alegar que en realidad lo que dijo es que no lo descartaba.
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