Los treinta a?os milagrosos
Espa?a firm¨® su ingreso a la hoy Uni¨®n Europea hace ahora 30 a?os. El club al que se adhiri¨® ha crecido y ha sorteado cuatro grav¨ªsimas crisis existenciales. Porque sus ciudadanos lo han querido. Nadie desea irse y muchos pretenden entrar
Mirada desde la lupa cotidiana, esta Europa es un desastre. Y los europeos, otro. Hoy no logramos encauzar el desplome griego, y ya llevamos cinco a?os. O nos peleamos por unas m¨ªnimas cuotas de acogida de n¨¢ufragos fugitivos del hambre y la violencia, mientras vocifera la xenofobia. Ignoramos c¨®mo aplacar la guerra de Siria o el violento caos de Libia. Arrastramos los pies en los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de Oriente Pr¨®ximo. Nos achantamos ante las potencias energ¨¦ticamente contaminantes. ?Qu¨¦ m¨¢s?
Y sin embargo, contemplada desde el catalejo de la historia, la Uni¨®n Europea (UE) luce muy diferente.
Los a?os de posguerra, de 1945 a la primera crisis del petr¨®leo, se conocen como ¡°los treinta gloriosos¡±. La recuperaci¨®n, el crecimiento econ¨®mico y el empleo desembocaron en un ¡°Estado del bienestar¡± que asent¨® un ¡°modelo social europeo¡± y lim¨® como nunca las desigualdades, todo ello en una escena en que la guerra era fr¨ªa y distante, si se olvidaba la brutal fractura del continente.
Aquello queda lejos. Pero los a?os que van desde el ingreso de Espa?a en 1986 ¡ªel pr¨®ximo d¨ªa 12, la firma del tratado de adhesi¨®n cumplir¨¢ tambi¨¦n treinta¡ª hasta ahora han sido milagrosos. Se ha contado y se contar¨¢ m¨¢s el giro copernicano que ese hito fue para nuestro pa¨ªs. Su m¨¦rito estriba al cabo en que todo el mundo lo da por descontado y adquirido.
Mirada a diario, Europa es un desastre; desde el catalejo, su supervivencia es un hecho prodigioso
Y no digamos para el conjunto europeo, con las muescas del mercado interior, la duplicaci¨®n de la cohesi¨®n, la moneda ¨²nica, la unificaci¨®n continental, la extensi¨®n de la democracia, la diplomacia com¨²n, la movilidad estudiantil... El balance encomi¨¢stico de la cosecha goza de mayor credibilidad que el lamento jeremiaco: el euroescepticismo es desafiable
De todos esos logros, completos o mediados, se escribir¨¢ estos d¨ªas. El prop¨®sito de esta p¨¢gina es m¨¢s sencillo: explicar c¨®mo la supervivencia de la UE ¡ªy su avance como proyecto pol¨ªtico, irregular, pero constante¡ª ha resultado espectacular, porque se ha enfrentado a un conjunto de ¨ªmprobas adversidades. Ha sorteado una cu¨¢druple crisis de existencia:
La guerra. La primera crisis, in¨¦dita desde la Segunda Guerra Mundial, es que se ha combatido con armas sobre suelo continental, junto a los lindes mismos del territorio de la Uni¨®n. Los conflictos en la ex Yugoslavia o la invasi¨®n rusa de Ucrania traen causa del hundimiento del imperio sovi¨¦tico, s¨ª. Pero ponen tambi¨¦n en cuesti¨®n la potencia suave ¡ªel soft power¡ª de la UE como exportadora multilateralista de paz en c¨ªrculos sucesivos. Quince a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n en Kosovo, la misma pen¨ªnsula balc¨¢nica que ocasion¨® la primera gran guerra y desangr¨® el coraz¨®n de Europa, se integra por fasc¨ªculos en el club comunitario. No hemos exportado bastante la paz, pero no hemos importado la guerra y la consiguiente destrucci¨®n del proyecto com¨²n. M¨¢s a¨²n, aquel vientre reventado del continente est¨¢ hoy embarazado de la marca Europa.
La globalizaci¨®n. El segundo abismo salvado es el de la globalizaci¨®n asim¨¦trica. La revoluci¨®n conservadora de Reagan y Thatcher gener¨® un mundo sin fronteras financieras. La liberalizaci¨®n total de movimientos de capitales entre europeos culmin¨® mediante tres directivas, precisamente de 1985, 1986 y 1989, de modo que el 1 de julio de 1990 quedaron suprimidos todos los obst¨¢culos que los restring¨ªan. ?Estupendo! Pero entra?¨® un grave desorden, porque no se acompa?¨® de una paralela armonizaci¨®n fiscal. Con lo que amenaza de muerte al welfare state europeo (y sorprende que no lo haya liquidado), pues la competencia fiscal para evitar la fuga de capitales atenta contra sus bases de sustento, al presionar a la baja sobre los grandes impuestos directos (renta, patrimonio).
Las guerras vecinas, la globalizaci¨®n desigual, el Este y la crisis no han destruido el proyecto
Queda pendiente la utop¨ªa de armonizar los tipos impositivos y las bases imponibles en los impuestos sobre el capital; implantar horquillas m¨ªnimas para el IRPF; eliminar las excepciones al IVA; armonizar al alza el impuesto de sociedades; gravar los beneficios cosechados en cada limbo fiscal por las multinacionales; imponer una Tasa Tobin progresiva a los movimientos de capitales. La nueva ronda de liberalizaci¨®n comercial con EE UU (el TTIP) deber¨ªa aprovecharse para avanzar en ello.
La acogida del Este. El tercer gran abismo salvado (con reparos) ha sido la escarpada unificaci¨®n continental. Los pa¨ªses del Este eran un erial econ¨®mico, una ruina pol¨ªtica y un cementerio moral. Los polacos luc¨ªan en 2002 una renta per capita del 39% de la media comunitaria; casi todos andaban por debajo de un tercio. Hoy figuran por encima de la mitad, casi todas sus econom¨ªas tiran (Polonia crece del 3% al 4% y es ya la sexta de la UE) y en algunos casos (b¨¢lticos) exportan como el que m¨¢s.
La cara oscura de esta luna es el d¨¦ficit democr¨¢tico en la autoritaria Hungr¨ªa, el lento acompasarse de estos pa¨ªses a los usos pol¨ªticos liberales: aunque tambi¨¦n cost¨® en la brillante Austria, con el episodio ultra de J?rg Haider. La UE ha sobrevivido al triple carcoma del desnivel de la cohesi¨®n (bastante bien), del contagio autoritario (menos) y de la saturaci¨®n institucional por exceso de socios (pasandillo).
La Gran Recesi¨®n. Y el cuarto factor que podr¨ªa por s¨ª solo haber desahuciado el proyecto europeo ha sido la gran crisis financiera iniciada en 2008. La peor desde 1929/1939. Por su toxicidad m¨²ltiple, contagiosa y recidivante, de los bancos a la econom¨ªa real, de la construcci¨®n a la deuda p¨²blica, de los ricos a los pobres. Por la carencia de instrumentos para combatirla, (el agujero del Tratado de Lisboa): al iniciarse el terremoto, de todos los mecanismos necesarios, la UE solo contaba con el Banco Central Europeo, el BCE (la soledad de la pol¨ªtcia monetaria). Porque todo ello lo exasper¨® una pol¨ªtica econ¨®mica desequilibrada y proc¨ªclica, ¨²nicamente centrada en la consolidaci¨®n de las finanzas p¨²blicas (austeridad extrema) y olvidadiza del necesario est¨ªmulo a la demanda, como tractor de crecimiento y empleo.
Lo extraordinario es que en estos a?os, en sus peores momentos, las ca?er¨ªas de la Uni¨®n han dado agua (aunque tarde y mal), mientras se cambiaban. Un arsenal de herramientas (fondos de rescate, uni¨®n bancaria, tratado fiscal, nueva regulaci¨®n financiera, flexibilidad presupuestaria, nuevas y decisivas pol¨ªticas del BCE) han cambiado la naturaleza del club, sin modificar el Tratado: donde antes hab¨ªa apenas una moneda ¨²nica, ahora hay ya una pol¨ªtica monetaria ¡ªamplia y ambiciosa¡ª y la arquitectura, a¨²n inconclusa, de una aut¨¦ntica uni¨®n econ¨®mica. Faltar¨¢ acompa?arla de fusi¨®n pol¨ªtica, de un mejor control democr¨¢tico supranacional: ah¨ª est¨¢ la discusi¨®n sobre el nuevo documento en ciernes de los cuatro presidentes.
Un milagro no es un hecho ¨®ptimo. Es la extraordinaria reversi¨®n de una situaci¨®n irreversible, por intervenci¨®n sobrenatural. Los prodigiosos 30 a?os que Espa?a ha vivido en Europa no caen del cielo, sino de la voluntad expresa de permanencia de los ciudadanos europeos. Con todas sus lacras, la UE es un club del que nadie ¡ªni siquiera brit¨¢nicos o griegos¡ª desea salir y al que muchos quieren apuntarse. Ese es el secreto del milagro.
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