La fuerza del islam
En esta era de yihad, sorprende el desfase entre el potencial de conocimiento y de armamento de Washington y la nula aplicaci¨®n de esos recursos a la acci¨®n pol¨ªtica. El Estado Isl¨¢mico aplica el patr¨®n cor¨¢nico de sumisi¨®n del esclavo ante el amo
Como en los remakes de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica, la escena se repite, solo que con otros protagonistas. Ante el avance del Estado Isl¨¢mico (EI) sobre Bagdad y Damasco, aqu¨ª en competencia con los alqaedistas de Al Nusra, las potencias occidentales se limitan a seguir como espectadores, con preocupaci¨®n y pasividad, un desenlace militar desastroso. Es obvio que los bombardeos americanos no bastan. La gran coalici¨®n puesta en marcha por Obama, inclusiva de las principales potencias ¨¢rabes, es totalmente in¨²til hasta ahora, cuando no contraproducente. As¨ª, al no bombardear a las fuerzas del EI que avanzaban sobre Palmira, para no incomodar a esos curiosos aliados, algunos de los cuales dan apoyo econ¨®mico al Estado yihadista. Incluso persiste la entrega de armamento a una oposici¨®n islamista siria cuya entidad se desvanece ante al duopolio ejercido por el EI y Al Nusra. De manera que, con un Ej¨¦rcito desmoralizado como el sirio, el desplome es previsible. La ca¨ªda de Bagdad, dada la paralela desmoralizaci¨®n del Ej¨¦rcito iraqu¨ª, visible en la derrota de Ramadi, cerca de la capital, augura asimismo lo peor. Vemos siempre al EI imponi¨¦ndose a adversarios desunidos (ch¨ªies de Irak, Ir¨¢n, EE?UU). A ritmo lento, va reproduci¨¦ndose la secuencia que bajo Nixon precedi¨® a la conquista por el Vietcong y los jemeres rojos de Vietnam y Camboya.
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Sorprende ante todo, en esta era de yihad inaugurada el 11-S, el desfase entre el potencial de conocimiento en manos de Washington, tanto para la informaci¨®n como para el an¨¢lisis, por no hablar de armamento, y el tremendo vac¨ªo en la aplicaci¨®n de esos recursos a la acci¨®n pol¨ªtica. Resultaba obvio que la eliminaci¨®n desde Occidente de un r¨¦gimen consolidado en un pa¨ªs musulm¨¢n, por tir¨¢nica que fuese su naturaleza, sin tener listo un recambio que la poblaci¨®n aceptara como propio equival¨ªa a entrar en un avispero, donde adem¨¢s era segura la intervenci¨®n de Al Qaeda. Desde ¨¢ngulos diferentes, fuimos casandras en este diario tanto Gema Mart¨ªn Mu?oz (Irak, una sociedad torturada) como quien esto escribe (La conquista de Bagdad). La desinformaci¨®n norteamericana ampar¨® as¨ª una secuencia de decisiones catastr¨®ficas, m¨¢s all¨¢ del crimen contra la humanidad y la estupidez pol¨ªtica que presidieron la invasi¨®n de Irak. Ahora con Obama ha prevalecido la cl¨¢sica actitud de defensa de la estabilidad, respaldando a ¡°dictadores amigos¡± (Egipto), y de desenganche a toda costa de la intervenci¨®n directa, para evitar las v¨ªctimas norteamericanas. No es f¨¢cil entender qu¨¦ datos llevaron a Obama a pensar que lo segundo era viable para Irak. Ante la eclosi¨®n y avance del Estado Isl¨¢mico, de sorpresa en sorpresa, la primera potencia militar del mundo practica la ceguera voluntaria. Al error Bush ha sucedido el error Obama.
El EI practica el terrorismo, pero busca la expansi¨®n territorial como en las campa?as del profeta
Un elemento clave para la infravaloraci¨®n del EI ha sido su consideraci¨®n como organizaci¨®n terrorista. Cierto que practica el terrorismo, llevando al extremo la consigna de aterrorizar al enemigo, contenida en el vers¨ªculo 10:60 del Cor¨¢n, pero siempre con un car¨¢cter instrumental, jugando a fondo con el efecto de intimidaci¨®n. Seg¨²n advirtiera Fernando Reinares, y como explica Loretta Napoleoni en su libro sobre el EI, la diferencia con Al Qaeda es sustancial, tanto en la relaci¨®n de medios a fines como en la definici¨®n de ¨¦stos. No se trata de derrotar a los cruzados judeonorteamericanos y a sus aliados mediante el megaterrorismo, sino de utilizar este como medio de guerra y de propaganda para el progreso de una estrategia fundada sobre la expansi¨®n del territorio, siguiendo el modelo trazado por las campa?as del Profeta (aspecto que rechaza Napoleoni). Va m¨¢s all¨¢ de recuperar las tierras perdidas de Dar al Islam, como Palestina, ya que el objetivo ¨²ltimo es cumplir el requerimiento cor¨¢nico de expansi¨®n ilimitada del islam, hasta que cese la fitn¨¢, el enfrentamiento a la verdadera religi¨®n (2:193). De ah¨ª la importancia simb¨®lica de eliminar fronteras, como la que separaba Irak y Siria. No se intenta controlar un pa¨ªs, al modo de los talibanes, sino poner en pie un Estado isl¨¢mico, germen de un poder supranacional, que batalla a batalla va imponi¨¦ndose al enemigo occidental y a sus aliados. Esto explica su potencial de atracci¨®n hacia musulmanes de otros pa¨ªses, y singularmente de Europa. El larvado enfrentamiento personal como creyentes a la yahiliyya, la ignorancia de Al¨¢ imperante en sus pa¨ªses de residencia, encuentra soluci¨®n l¨®gica en la incorporaci¨®n a la yihad desde el EI.
Por eso el Estado Isl¨¢mico insiste en presentarse como tal, fomentando incluso que televisiones occidentales ¡ªv¨¦ase Islamic State en YouTube¡ª muestren c¨®mo funciona el equilibrio tradicional de la hisba con un cumplimiento estricto de la shar¨ªa en una sociedad urbana moderna. ¡°No queremos volver al tiempo de las palomas mensajeras¡±, advierte un responsable del EI en Raqqa. Exhibici¨®n de control de costumbres permanente y terror selectivo, incluidas decapitaciones y crucifixiones p¨²blicas, destrucci¨®n de iglesias y de mezquitas ch¨ªies, s¨ª, pero tambi¨¦n orden y abastecimiento regular en la vida cotidiana, tal y como es organizada la exportaci¨®n de petr¨®leo. Todo en medio de una movilizaci¨®n permanente para fomentar la lucha a muerte contra el mundo infiel, que, con Estados Unidos a la cabeza, debe ser arrasado. Lo que calificamos de deshumanizaci¨®n en sus actos es, en realidad, la aplicaci¨®n del patr¨®n cor¨¢nico de total dependencia del esclavo ante el amo, la subordinaci¨®n radical del infiel al poder de los creyentes. As¨ª como estos son esclavos de Al¨¢ (abd-Allah). Si se rebelan, no hay hombres, sino enemigos de Dios, y como tales ser¨¢n tratados.
Les toca la suerte de los templos hind¨²es destruidos hacia 1200 en Delhi por el conquistador afgano, con sus columnas convertidas en soportes de la mezquita consagrada al quwatt ul-islam, la fuerza del islam.
Exhibe un control de costumbres permanente y el terror selectivo hacia los rebeldes contra Al¨¢
Para la puesta en pr¨¢ctica de su proyecto, el prop¨®sito del Estado Isl¨¢mico consiste en trazar un puente que en el imaginario vincula puntualmente su actuaci¨®n con el antecedente religioso-militar del primer islam. De ah¨ª la importancia de la figura del califa, mito dif¨ªcil de entender en Occidente, pero que sobrevivi¨® en la mentalidad isl¨¢mica como garant¨ªa de la necesaria unidad de la umma, la comunidad de los creyentes, en su misi¨®n sagrada. La modernizaci¨®n econ¨®mica tampoco es causa de distanciamiento: salvo en la usura, la econom¨ªa es omnipresente en el Cor¨¢n, desde la limosna legal al bot¨ªn. Tambi¨¦n esta ah¨ª la exigencia de una base territorial, Medina en el caso del Profeta, para organizar poder y expansi¨®n, as¨ª como la forma de llevar a cabo la guerra, mediante razias por sorpresa contra los bastiones del enemigo. Por algo en el Estado Isl¨¢mico se ha visto la conquista de Ramadi como nueva batalla de Badr, en la cual el Profeta logr¨® una victoria decisiva contra sus adversarios de la Meca.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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