Leemos poco (y gratis)
Los espa?oles consideramos la cultura como un gasto y no como una inversi¨®n
Hace un par de a?os, Mario Tasc¨®n, un conocido ¨Centre otras cosas¨C tuitero, disparaba regularmente y en tiempo real una especie de ?ndice de lectura de su vag¨®n del Metro de Madrid: ¡°Lleno. 10 personas leyendo: cuatro peri¨®dicos, dos libros, cuatro e-books¡±, podr¨ªa ser el balance de un trayecto Tribunal-Nuevos Ministerios a primera hora de la ma?ana. La impresi¨®n transmitida por Tasc¨®n era clara: en Espa?a se lee poco, y cada vez menos. Los datos le van dando la raz¨®n.
Era el principio del pinchazo de la burbuja lectora. Hasta 2012, a?o tras a?o, el n¨²mero de espa?oles que declaraban leer crec¨ªa de manera sostenida. Pero llevamos dos a?os en retroceso. Un ejemplo: seg¨²n el Ministerio de Educaci¨®n, un 59% de espa?oles declaraba leer libros en 2014; dos a?os antes lo hac¨ªa el 63%. Nos alejamos del promedio europeo (70%).
Otra pista: Seg¨²n publicaba hace unos d¨ªas el Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, el 35% de los espa?oles no lee ¡°nunca¡± o ¡°casi nunca¡±. Buceando estos y otros estudios, en nuestro pa¨ªs solo ha aumentado la venta de libros digitales. Pero ah¨ª hay un problema: de los que los leen, el 68% declara no pagar por disfrutar de Cercas, Follet o Flaubert. Es decir: piratea y no paga ni desea pagar para acceder a esas obras. Es el ¨²nico dato en que nos diferenciamos.
Los lectores habituales menguan y uno de cada cinco? no ve necesario pagar por lo que lee
Nos encontramos, pues, con el escenario poco halag¨¹e?o de una sociedad en la que los lectores habituales menguan y en la que uno de cada cinco espa?oles no ven necesario pagar por lo que lee, lo que podr¨ªa tener varias explicaciones. La primera es que consideramos la cultura como un gasto y no como una inversi¨®n, y, puestos a recortar gastos, recortamos en cultura.
La segunda es que se ha instalado la idea perniciosa de que la cultura es un derecho, y como tal debe ser gratuito. Y la tercera es la noci¨®n de que las editoriales y los autores "ganan mucho" y por tanto es l¨ªcito intentar que "ganen menos". El problema es que esos presuntos lectores Robin Hood no roban a los ricos para d¨¢rselo a los pobres: roban a los pobres (autores) para gast¨¢rselo ¨Cpor ejemplo¨C en dispositivos digitales. As¨ª, al final, del negocio digital el que se come el pastel es el fabricante y el vendedor de dispositivos (ordenadores, tabletas, m¨®viles, e-libros).
Una sociedad que no considera necesario pagar a los autores y a los editores por su trabajo es una sociedad abocada al fracaso. Es una deflaci¨®n cultural m¨¢s preocupante que la econ¨®mica. Y, como se dec¨ªa antiguamente, de la incultura y de la ignorancia solo se sale leyendo.
Juan Luis Posadas S¨¢nchez es director de programas para Europa del Este y Pr¨®ximo Oriente en Universidad Antonio de Nebrija y editor.
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