Un viaje por el alma de Sud¨¢n
Mujer kababish en Sud¨¢n. / Foto: ENIK? NAGY
Como tantos otros, Enik? Nagy lleg¨® a Sud¨¢n un d¨ªa con el coraz¨®n lleno de buenas intenciones y esa versi¨®n ¨²nica que circula sobre el continente, la de la guerra, el hambre, la miseria y la violencia. Dos a?os despu¨¦s, con las maletas listas para partir, decidi¨® renunciar a todo, quedarse y llevar a cabo un viaje fant¨¢stico por la geograf¨ªa, pero tambi¨¦n por el alma de un pa¨ªs, Sud¨¢n, con el que fue tejiendo una s¨®lida historia de amor. Seis a?os y 30.000 kil¨®metros despu¨¦s, esta trabajadora social que quer¨ªa ayudar en ?frica y que acab¨® sumergi¨¦ndose en lo m¨¢s profundo de una cultura fascinante nos trae un regalo en forma de libro, exposici¨®n y documental que, en realidad, es mucho m¨¢s que una sucesi¨®n de im¨¢genes o frases. Nos trae una llave maestra para cambiar nuestra mirada del mundo. ¡°Nosotros necesitamos m¨¢s a ?frica que ella a nosotros¡±, dice. Arena en mis ojos, en la sede madrile?a de Casa ?rabe. Vale la pena.
Enik? Nagy (1979) es una mujer menuda, pero de mirada directa y convincente. De padres h¨²ngaros, naci¨® en Rumania y creci¨® en Alemania hasta que un d¨ªa lleg¨® al este de ?frica para convertirse despu¨¦s en una joven cooperante a sueldo de la Agencia Alemana para el Desarrollo. Su destino fue Sud¨¢n, en concreto Kordof¨¢n del Norte. ¡°Pas¨¦ dos a?os en los que apenas estuve en contacto con una o dos personas que hablaban conmigo en ingl¨¦s. All¨ª la vida es simple, esencial. Hay agricultores y pastores n¨®madas, pero sobre todo mucho respeto, c¨®digos de conducta y una calma y una paz que no pod¨ªa imaginar. En el ¨²ltimo momento decid¨ª quedarme¡±, asegura.
Enik? Nagy pas¨® de cooperante a interesarse por la tradici¨®n oral de Sud¨¢n.
¡°Yo formaba parte de esa idea que tenemos de que ?frica es pobre y debe ser ayudada, una idea tan extendida que hasta los propios africanos la han asumido. Sin embargo, cuando das a la gente la oportunidad de hablar sobre ellos mismos, cuando los escuchas, empiezas a comprender la inmensa riqueza que tienen. Y comprendes tambi¨¦n que necesitamos su africanidad, que necesitamos estilos alternativos de vida. Pensamos que nuestro mundo es el desarrollado, pero hemos perdido la capacidad de razonar que tienen los n¨®madas y los agricultores autosuficientes, su respeto al Medio Ambiente, su fuerte vida comunitaria, su sentido de la justicia. All¨ª, por ejemplo, los contenciosos se resuelven sobre la marcha gracias a la justicia tradicional, basada en el di¨¢logo y con el prop¨®sito de alcanzar la paz y la reconciliaci¨®n, cuando en los sistemas formales pasan a?os hasta que se arreglan. Todo se soluciona en el seno de la comunidad, no existen las c¨¢rceles en las zonas remotas. Tampoco la soledad, todo se comparte¡±.
Era el mes de marzo de 2009. La cooperante se despoj¨® entonces de sus viejas vestiduras y emprendi¨® un viaje que dur¨® seis a?os a lo largo y ancho de las regiones de Kordof¨¢n del Norte y Kordof¨¢n del Sur, documentando la realidad de hasta 45 tribus y grupos ¨¦tnicos diferentes. Con algo de dinero que hab¨ªa conseguido ahorrar, pero, al principio, sin el apoyo de ning¨²n organismo, empresa o instituci¨®n. ¡°Sola y por mis propios medios¡±. Su intenci¨®n de documentar la vida cotidiana de los sudaneses, de sumergirse en su cultura, de aprender y observar, era tan chocante, tan inesperado, tan inusual, que mientras unos pensaron que se hab¨ªa enamorado de un sudan¨¦s, otros estaban convencidos de que se trataba de una esp¨ªa. ¡°Dej¨¦ mi carrera de cooperante y mi seguridad occidental y llegu¨¦ a Sud¨¢n como un simple ser humano¡±, asegura.
Y Enik? Nagy camin¨® y camin¨®. Y mientras recorr¨ªa el Gran Kordof¨¢n, m¨¢s grande que toda Alemania, fue abriendo la tapa del cofre del tesoro de unos estilos de vida, unas culturas y una filosof¨ªa diferente. Tom¨® 26.000 fotograf¨ªas y recopil¨® proverbios, leyendas, mitos, an¨¦cdotas, canciones y otras muestras de tradici¨®n oral en 2.500 cortes de voz. Poco a poco, todas las puertas se iban abriendo. Asisti¨® a ceremonias de chamanes, particip¨® en bodas, comidas, aprendi¨® a relacionarse respetando la cultura local, habl¨® su lengua, viaj¨® con sus animales. ¡°La imagen de Sud¨¢n que llega al exterior est¨¢ muy distorsionada, s¨®lo se habla de pobreza y conflictos. Es importante hablar sobre la guerra, pero si s¨®lo hablas de ella es como si al final fuera la guerra la que ganara¡±, insiste Nagy.
Camellos abrevando en un punto de agua. / Foto: ENIK? NAGY
Parte de ese material que fue recopilando con los a?os se ha convertido en un libro que incluye 550 fotos y 250 textos y que ha visto la luz gracias a empresas sudanesas. ¡°Insist¨ª en que la financiaci¨®n ten¨ªa que venir del propio pa¨ªs¡±, explica. Asimismo, ha elaborado un documental titulado ¡°Sand in my eyes, the journey¡± con una realizadora sudanesa y una exposici¨®n en la que se incluyen 48 fotos y 26 textos recorre las ciudades de Jartum, Par¨ªs, ?msterdam, Londres, Berl¨ªn, Munich, Viena, Roma, Oslo, Bergen, Washington y Nueva York. Desde el pasado 3 de junio se encuentra en Casa ?rabe (Madrid), donde permanecer¨¢ hasta el pr¨®ximo 26 de julio.
El trabajo de Nagy ha sido bien acogido entre los sudaneses, algo que para ella era muy importante. ¡°Cuando ven el libro o la exposici¨®n me dicen que nunca hab¨ªan visto algo tan bello sobre s¨ª mismos. Creo que por primera vez se muestra a todas las tribus al mismo nivel. Este libro es para ellos. Llevar las voces y las historias de la gente de la monta?a hasta el valle y viceversa, entre pueblos que no se conocen porque estamos hablando de distancias enormes, contribuye a construir la paz¡±. A lo largo del camino muchas personas le han ayudado, tantos que, como ella misma admite, ser¨ªa imposible nombrarlos a todos.
Enik? Nagy en pleno viaje por Sud¨¢n.
¡°Escucha lo que digo¡±, dice el anciano al final de su historia, ¡°y arr¨®jalo al mar¡±. A juicio de Nagy, este dicho es una buena muestra de la filosof¨ªa de vida tradicional en Sud¨¢n y, al mismo tiempo, de un profundo conocimiento de la condici¨®n humana. ¡°Partiendo de este proverbio, habla una voz con reservas, sin insistir, algo t¨ªpico de personas habituadas a la tolerancia y a coexistir con otras. Diciendo que depende de ti ignorar lo dicho si deseas, pero escucha lo que tengo que ofrecerte¡±. Por ello la aspiraci¨®n de Nagy es que las personas que vean su exposici¨®n o lean su libro salgan con la idea de que ¡°debemos respetarnos a nosotros mismos y a los otros. Sud¨¢n es un pa¨ªs con una historia y unas civilizaciones milenarias, tiene paisajes espectaculares, una comida, una vestimenta y sobre todo unas gentes maravillosas. Si negamos todo esto es como negar lo que Sud¨¢n puede ofrecer al mundo¡±.
Durante la inauguraci¨®n de la exposici¨®n, Enik? Nagy puso el acento en la piedra angular de su discurso: ¡°Es ignorancia si no sabemos que hay guerra y pobreza en ?frica, pero tambi¨¦n es ignorancia si eso es lo ¨²nico que sabemos¡±. Porque, insiste, si s¨®lo nos quedamos con esos aspectos negativos para definir a la poblaci¨®n no s¨®lo estamos negando a los africanos la capacidad de tener cultura, sino que estamos neg¨¢ndonos a nosotros mismos la posibilidad de aprender de ella.
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