?Por qu¨¦ nos divierten las penas de Enrique Iglesias?
Mientras sigue acumulando ¨¦xitos, Espa?a todav¨ªa no se rinde a ¨¦l. Un periodista que le conoce bien encuentra las claves
Ya ha pasado de los cuarenta (naci¨® en Madrid, en 1975) y, sin embargo, alguna poco razonable terquedad nos empuja a seguir consider¨¢ndolo un chaval. Quiz¨¢ se debe al impulso irrefrenable (y, al parecer, imperecedero) de compararlo todo el tiempo con su padre. Alguien que consideramos ¡°hijo de¡± de ning¨²n modo puede ser demasiado mayor. O tal vez sea por la gorra, de la que no se separa ni delante de los fot¨®grafos. Esa es una de las singularidades que rodean a Enrique Iglesias. Otra, m¨¢s evidente, es lo poco que sabemos realmente de ¨¦l en Espa?a, teniendo en cuenta que es bastante conocido en Estados Unidos, Singapur, Australia, Sud¨¢frica, la India, Holanda o Azerbaiy¨¢n (para ser espa?ol, no sabemos mucho m¨¢s de ¨¦l que en estos otros pa¨ªses). En Espa?a no celebramos sus ¨¦xitos ni penamos sus momentos bajos como ocurre, por ejemplo, con Rafa Nadal o los hermanos Gasol, otros ¡°espa?oles por el mundo¡±. Con Enrique, o guardamos las distancias o nos divierten sus penas. ?Por qu¨¦? Nada mejor que recurrir a algunas de sus frases m¨¢s inspiradas para encontrar las claves y acercarnos un poco m¨¢s a esta estrella internacional.
Opina sobre la independencia de Catalu?a, sobre el aborto... Con la ca?a que le damos y resulta que es el entrevistado perfecto
¡°Hostia, t¨ªos, igual no llev¨¢is raz¨®n: me lo he currado¡±
La losa que tiene el cantante con cierto sector del p¨²blico espa?ol (y que no ocurre fuera) es siempre la misma: es un ni?o bien, de una familia millonaria y se lo han dado todo hecho.Pero hay que matizar. En efecto, Enrique lleg¨® al mundo con la siguiente consigna: nunca tendr¨¢s problemas financieros, incluso si decides rascarte la barriga toda la vida. Sin embargo, pronto rompi¨® con su padre (el poderoso Julio) porque se neg¨® a que ¨¦l le planificase su carrera. Quiso hacerlo a su modo. Un dato: le fich¨® la discogr¨¢fica ignorando que era el "hijo de", ya que se present¨® con otro nombre. En un ataque de sinceridad, recientemente afirm¨®: "No es mi culpa que mi padre sea Julio Iglesias y mi madre Isabel Preysler. Eso es algo que est¨¢ fuera de mi control. Lo que no me considero es un chaval consentido".
¡°Si no viviera en Miami lo har¨ªa en M¨¦xico o Australia¡±
No en Madrid, Barcelona o Molina de Segura. Quiz¨¢ es esa distancia literal, kilom¨¦trica, la que condiciona que lo percibamos tan lejos. Pero hay que recordar que otros cantantes, como Alejandro Sanz o David Bisbal, tambi¨¦n han preferido la soleada Miami como lugar de residencia a nuestras bulliciosas capitales y nuestros encantadores pueblecitos, y los adoramos. A diferencia de estos, de hecho, de Enrique no se puede decir que se haya ido, porque viv¨ªa en Florida cuando le dio por ponerse a cantar. Nunca est¨¢ de m¨¢s recordar que, por sus estrat¨¦gicas coordenadas, Miami es la plataforma ideal (seg¨²n parece) para carreras musicales que abarquen Europa y ambos extremos de Am¨¦rica.
¡°No hago caso de las cr¨ªticas e ignoro a quienes quieren hacerme da?o¡±
Es posible que entre las causas de la falta de conexi¨®n que durante a?os ha presidido la relaci¨®n entre Enrique y el p¨²blico espa?ol (y que despu¨¦s de sus recientes n¨²meros uno ha mejorado mucho: suya fue la canci¨®n del pasado verano, Bailando) est¨¦n sus dubitativos inicios: los tiempos de Experiencia religiosa, canci¨®n que, por alguna raz¨®n, aqu¨ª se acogi¨® con cierta sorna. Ciertamente, no es su mejor tema. Ojo, que estamos hablando de 1995: su carrera dura ya 20 a?os. Fichado despu¨¦s, en 1999, por la discogr¨¢fica americana Interscope Records, una serie de discos fabulosamente producidos le ha enviado a la c¨²spide de ese sonido pop-dance-electr¨®nico (no muy distinto al de Britney Spears, Pink o Rihanna) al que aporta un ¨¢ngulo latino.
¡°Mi novia es encantadora y muy divertida¡±
Es lo que responde cuando le preguntan por el persistente estoicismo con que ella soporta, 1) que pare poco por casa, y 2) que cada dos por tres se est¨¦ magreando con estupendas modelos en sus videoclips. Admit¨¢moslo: a todos nos dio un poquito de envidia que Anna Kournikova, la admirada tenista rusa, acabase en los brazos de¡ ?Enrique Iglesias? En realidad ?qu¨¦ otra cosa habr¨ªa cabido esperar? Ambos son triunfadores, famosos y muy agraciados. Pese a sus altibajos, ya llevan juntos 14 a?os, todo un r¨¦cord en el negocio del entretenimiento.
¡°Me parece bien que se legalice la marihuana¡±
Y a?ade: ¡°Es contradictorio que puedas ir a un bar y beberte una botella de vodka y no puedas fumarte un porro¡±. Enrique no esquiva ninguna pregunta (ni siquiera cuando es la n¨²mero 467.328 acerca de su padre y el personal de su compa?¨ªa empieza a carraspear sin ning¨²n disimulo). Tambi¨¦n ha declarado que ve a Catalu?a dentro de Espa?a y defiende el derecho a decidir de las mujeres en relaci¨®n con el aborto. Con la ca?a que le damos y resulta que es el entrevistado perfecto. Tan entregado en las charlas con la prensa como en sus conciertos, donde se atreve incluso a coger un dron en pleno vuelo con las sangrientas consecuencias que todos conocemos.
¡°Me muerdo las u?as de los pies¡±
Sentido del humor no le falta. En las entrevistas (el autor de estas l¨ªneas lo ha entrevistado dos veces: una, en 1997, bastante surrealista, en una isleta aleda?a a una terminal del aeropuerto de Barajas; otra en 2000, en el jard¨ªn de su casa, en Miami), Enrique es un chico simp¨¢tico, enrollado (ni en plan estrella ni con fingido colegueo, como otros), educado pero informal y que de vez en cuando suelta este tipo de frases ("me muerdo las u?as de los pies"), propias de quien posee el bendito don de re¨ªrse de s¨ª mismo. Como cuando dijo: ¡°?Mi momento m¨¢s embarazoso? Se me escap¨® un pedo en una primera cita. Ten¨ªa 17 a?os¡±. Alguien que es capaz de soltar perlas de esta categor¨ªa en una entrevista, ?no merece nuestra simpat¨ªa?
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