Un trabajo mejor: enterrador de v¨ªctimas de ¨¦bola
La cooperante biotecn¨®loga relata la historia de Mohammed Kamara, de 25 a?os Antes trabajaba en la construcci¨®n pero desde que estall¨® la epidemia es sepulturero
Makeni es la capital financiera del norte de Sierra Leona, con la iron¨ªa que conlleva la palabra financiera para calificar cualquier ciudad de este pa¨ªs. Aqu¨ª vive Mohammed Kamara, de 25 a?os. Desde ni?o siempre ha trabajado en la construcci¨®n, aunque so?aba con ser doctor para poder ayudar a la gente. A su gente, al menos. Sin embargo, pronto supo que nunca ser¨ªa capaz de pagar la universidad con su sueldo de obrero de 50 d¨®lares al mes (45 euros aproximadamente).
Hace unos meses, a Mohammed le ofrecieron un nuevo puesto de trabajo mucho mejor remunerado, como parte de la respuesta a la epidemia de ¨¦bola: hoy, es enterrador en el cementerio de infectados por este virus en Makeni. ¡°Estoy muy orgulloso porque me permite ayudar a mi pa¨ªs y a mis compatriotas¡±, asegura este chico con brillo de ilusi¨®n en los ojos.
La historia de Mohammed es especialmente tr¨¢gica. En los ¨²ltimos seis meses ha perdido a dos de sus hermanos por una infecci¨®n de malaria de la que se podr¨ªan haber salvado con ir al hospital y recibir la medicaci¨®n adecuada. Pero no fueron. La mayor¨ªa de sierraleoneses no se atreve todav¨ªa a ir a los centros m¨¦dicos porque ¡°son sitios donde contagiarse y morir¡±.
La desdicha personal de Mohammed no acaba ah¨ª. Cuando su familia se enter¨® de que iba a empezar a trabajar en el equipo de enterradores le prohibieron volver a la casa, le acusaron de querer contagiarlos y no han querido volver a hablar con ¨¦l desde entonces. Desafortunadamente, esta historia se repite en las familias de muchos de los enterradores. Sin embargo, es un honor para ellos poder servir as¨ª a su pa¨ªs. Todo el equipo ha recibido un extenso entrenamiento sobre c¨®mo acercarse al cad¨¢ver con equipamiento especial, ponerse el traje de protecci¨®n personal y dar sepultura a los cad¨¢veres sin que suponga un riesgo para ellos o para la sociedad.
El cementerio de Makeni fue inaugurado hace ya m¨¢s de un a?o y desde entonces, centenares de hombres, mujeres y ni?os que fallecieron por la enfermedad han sido enterrados aqu¨ª teniendo un sombr¨ªo y breve funeral con acceso exclusivo para la familia m¨¢s cercana. En apenas unas hect¨¢reas de terreno, las tumbas est¨¢n se?aladas apenas con un escueto cartel con el nombre, edad y procedencia del fallecido. Los sepultureros siguen un protocolo muy estricto que incluye enterrar al cuerpo en una bolsa herm¨¦tica preparada para soportar condiciones meteorol¨®gicas adversas.
A pesar de ello, la mayor¨ªa de familiares no se atreven a acercarse a este cementerio lleno de ¡°tumbas de ¨¦bola¡±. De hecho, muchos de los habitantes de los pueblos pr¨®ximos se han mudado debido al miedo a contagiarse ellos tambi¨¦n. El p¨¢nico y trauma social que este terrible brote epid¨¦mico ha causado en la poblaci¨®n es inimaginable. Pensadlo, ?qui¨¦n querr¨ªa vivir cerca de un cementerio de ¨¦bola?
Los miembros de los equipos de enterradores, as¨ª como los cementerios de ¨¦bola, han jugado un papel extraordinariamente importante en el control de la peor epidemia de esta enfermedad de la historia. Sierra Leona es un pa¨ªs de arraigadas creencias religiosas donde cristianos y musulmanes conviven en armon¨ªa y respeto celebrando ritos que han sido transmitidos de generaci¨®n en generaci¨®n durante los ¨²ltimos siglos. Una de las costumbres de la cultura popular de muchas tribus de Sierra Leona que m¨¢s facilit¨® el contagio del ¨¦bola ha sido la pr¨¢ctica de ritos funerarios tradicionales: dormir abrazado al cad¨¢ver, besar y abrazar el cuerpo durante varios d¨ªas tras su muerte o, incluso, ba?ar al difunto y durante la ceremonia funeraria beber de esa agua.
Las campa?as de comunicaci¨®n y concienciaci¨®n han sido fundamentales para atajar el problema o, al menos, evitar que la brecha siguiera derramando sangre. Los sepelios tradicionales han sido terminantemente prohibidos y muchos de quienes los siguieron practicando se enfrentaron a multas y penas de c¨¢rcel.
Mohammed cuenta que hace unos meses llegaron a enterrar hasta 15 cad¨¢veres al d¨ªa pero que, afortunadamente, en las ¨²ltimas semanas el n¨²mero de infecciones se ha reducido. Sue?a con el d¨ªa en el que su pa¨ªs est¨¦ "Ebola Free" (libre de ¨¦bola) y puedan cerrar el cementerio. Desea regresar con su familia, volver a jugar al f¨²tbol (pues ahora est¨¢ prohibida la pr¨¢ctica de deportes que impliquen contacto f¨ªsico),y quiere estudiar para tener un mejor trabajo. Y, probablemente, lo m¨¢s sorprendente es que los sue?os de este enterrador de Sierra Leona no sean muy diferentes de los de un joven espa?ol de 25 a?os.
Aunque el n¨²mero de casos ha decrecido significativamente, la epidemia no se ha erradicado todav¨ªa y, hasta que esto ocurra, Mohammed seguir¨¢ siendo un enterrador de ¨¦bola y luchar¨¢ por sus compatriotas y por su pa¨ªs.
Raquel Medialdea Carrera es una biotecn¨®loga asturiana haciendo el doctorado en la Universidad de Liverpool y colaborando en el Centro de Tratamiento de ¨¦bola de Makeni (Sierra Leona) en la Unidad de Diagnosis para International Medical Corps (IMC)
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