Europa se encalla en el drama de los refugiados
Los ministros de Interior y Justicia no logran acuerdos sobre el programa de cuotas propuesto por la Comisi¨®n Europea
Nadie les quiere. La escena no puede ser m¨¢s triste. Eran unos 200 y llevaban d¨ªas esperando, como barcas varadas en la arena, en un campamento improvisado cerca del puerto mar¨ªtimo de Ventimiglia a la espera de poder pasar a Francia y desde all¨ª, intentar llegar a Alemania o Suecia. Pero fueron repelidos sin contemplaciones por Francia y desalojados por la polic¨ªa italiana. De nada sirvi¨® que algunos exhibieran documentaci¨®n que acredita su origen y su condici¨®n de refugiados, como el joven Abhim Sindi, de 21 a?os, procedente de Darfur. Despu¨¦s de sobrevivir en desiertos inmisericordes y mares amenazantes, se encontraba con la puerta en las narices.
?Mientras eso ocurr¨ªa en Ventimiglia, los ministros de Interior y Justicia se reun¨ªan en Luxemburgo para tratar precisamente sobre la crisis migratoria. Y justo cuando, con el buen tiempo, se intensifica la llegada de embarcaciones a las costas de Grecia e Italia, la Uni¨®n Europea se encalla de nuevo y es incapaz de encontrar una f¨®rmula de consenso que permita abordar el problema de forma conjunta y solidaria. Los ministros no lograron avanzar ni un mil¨ªmetro en la concreci¨®n del programa planteado semanas atr¨¢s por la Comisi¨®n Europea para hacer frente al drama. La Comisi¨®n hab¨ªa propuesto un sistema de cuotas para repartir 40.000 refugiados sirios y eritreos en dos a?os, de acuerdo con cuatro criterios que ponderan de forma diferente: PIB (40%), poblaci¨®n (40%), tasa de paro (10%) y esfuerzos previos (10%).
Para empezar, ni siquiera hay acuerdo en que la cuotas sean obligatorias. Los ¨²nicos pa¨ªses que apoyan todo el programa son Grecia e Italia, es decir, los que en mayor medida sufren el problema. Otros, como Alemania o Francia, aceptan las cuotas, pero no el sistema de reparto. Y otros, como Espa?a, ni los criterios ni la obligatoriedad. Se trata, esta ¨²ltima, de una objeci¨®n muy radical que compromete la viabilidad misma del programa pues ya se ha visto que la voluntariedad simplemente no funciona.
Es razonable que se debatan los criterios, pues la ponderaci¨®n propuesta es discutible. Pero sin cuotas y sin compromisos de obligado cumplimiento una vez acordados, lo que seguir¨¢ imperando es el s¨¢lvese quien pueda. Como ahora: Francia sella su frontera para los refugiados e Italia amenaza con darles visados que les permitan moverse por toda Europa. Los pa¨ªses del norte amenazan con no aceptar nuevos cupos si los del sur no se comprometen a aplicar un registro eficaz que los identifique y permita controlar sus movimientos. Y as¨ª sucesivamente. Cada pa¨ªs se atrinchera con sus bazas y amenaza al resto, mientras los refugiados acampan donde pueden.
Todo queda ahora pendiente de la reuni¨®n de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrar¨¢ a finales de mes. Mientras Europa intenta recuperar la cordura y el consenso, los pa¨ªses afectados no deber¨ªan adoptar decisiones unilaterales que lo ¨²nico que hacen es agravar el problema y a?adir sufrimiento a quienes son las principales v¨ªctimas de este drama.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.