La decisi¨®n es pol¨ªtica
La cumbre europea debe decidir sobre Grecia pensando en toda la eurozona
La cumbre de los jefes de Gobierno del Eurogrupo debe decidir hoy sobre el grave problema de Grecia. En realidad debe hacerlo sobre algo m¨¢s decisivo para todos: la pervivencia de la moneda ¨²nica como proyecto s¨®lido, cre¨ªble por los mercados e irreversible, que descarte cualquier abandono. Al decidir sobre la pr¨®rroga del segundo rescate, los Diecinueve (incluida Grecia) deben anteponer los intereses globales, pol¨ªticos, sobre los relativos a uno de sus miembros. Toda conclusi¨®n que fortalezca la estabilidad de la eurozona ser¨¢ positiva; cualquier gesto que la erosione, fragmente o desacredite contribuir¨¢ al fracaso.
Que los primeros ministros deban tomar decisiones pol¨ªticas no significa concordar con la pretensi¨®n del Gobierno de Siryza de archivar las normas de la eurozona, conculcar los intereses de los acreedores y endosar sus reivindicaciones, hu¨¦rfanas de las necesarias contrapartidas. No se trata de que la pol¨ªtica contrar¨ªe la econom¨ªa, sino de que la dirija. Los Diecinueve est¨¢n obligados a hilar fino. Deben encontrar la intersecci¨®n pol¨ªtica entre tres exigencias. Una, honrar el esfuerzo solidario de los ciudadanos de los pa¨ªses acreedores, preservando sus intereses. Dos, mantener el principio de consolidaci¨®n de las finanzas p¨²blicas sobre el que se asienta la moneda ¨²nica, pero bajo la ¨®ptica flexible iniciada con la relectura suavizadora del Pacto de Estabilidad en un sentido m¨¢s favorable al est¨ªmulo fiscal, al crecimiento y al empleo. Y tres, sintonizar con la ciudadan¨ªa griega, evitando humillar a quienes la crisis, y algunas de las recetas de austeridad practicadas para intentar encauzarla, peor han tratado. Ahora bien, engarzar complicidades con los conciudadanos griegos no implica achantarse ante los insultos de sus representantes, a quienes conviene una elegante lecci¨®n de modos.
Las decisiones deben ser de inspiraci¨®n pol¨ªtica ¡ªcon may¨²scula¡ª, si bien instrumentadas a trav¨¦s de lo econ¨®mico. Porque esa dualidad es tambi¨¦n la que est¨¢ en la g¨¦nesis de la moneda ¨²nica. El euro naci¨® como respuesta a las turbulencias financieras hist¨®ricamente importadas de EE?UU por Europa, como soluci¨®n a tres fracasos: el del sistema de paridades semifijas de Bretton Woods, el de la serpiente monetaria propia y el del primer Sistema Monetario Europeo. Pero tambi¨¦n como cristalizaci¨®n de la voluntad pol¨ªtica de ampliar la autonom¨ªa financiera europea, coronar el mercado interior y profundizar el proyecto comunitario. Voluntad pol¨ªtica y necesidad econ¨®mica son, pues, dos caras de la misma moneda. Y quien minusvalore cualquiera de ambas no podr¨¢ estar a la altura de las circunstancias.
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Para que impere esa ¨®ptica ¡ªempe?o herc¨²leo tras cinco meses de agudas tensiones¡ª, Atenas tiene que dejar de ofender a quienes pueden salvar a su gente del abismo econ¨®mico y comprometerse seriamente en reformas arduas. Y sus 18 socios deben ampliar el foco: no basta flexibilizar sus exigencias como acreedores; conviene que eleven el crecimiento de Grecia (y, por tanto, la inversi¨®n en ella) a primera prioridad: porque el primer estrangulamiento de la econom¨ªa griega no viene, contra lo que muchos creen, de su deuda, sino de su insuficiente crecimiento; de su cr¨®nica carencia de dinamismo econ¨®mico.
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