Vuelve a besar a ese espejo que te refleja
La presi¨®n es absoluta, casi asfixiante. Hasta hace poco era un problema pr¨¢cticamente reservado a las mujeres, pero hoy afecta a los hombres en la misma medida. Aunque parezca sorprendente, estoy hablando de belleza. O mejor dicho, del ideal de belleza como objetivo prioritario, esa meta inalcanzable que nos ha convertido en esclavos absolutos, en inconformistas natos y casi en depresivos en potencia.
Si abrimos un poco los ojos, si analizamos con m¨¢s detenimiento todos los elementos que nos rodean, podremos entender por qu¨¦ hemos llegado hasta aqu¨ª, ya que r¨¢pidamente caeremos en la cuenta que desde que nos levantamos hasta que nos metemos en la cama, nos inundan, nos bombardean con ideales de belleza, de atractivo irresistible, de sexo sin l¨ªmites, de sensualidad abrumadora, de erotismo sin medida, de delgadez extrema¡ Siempre en busca de la perfecci¨®n del cuerpo¡ Y no, la perfecci¨®n no existe, o por lo menos no es eso, as¨ª que cambiemos de objetivo y dejemos de buscarla en escaparates.
Los alimentos integrales los protagonizan modelos maravillosas, (que lo ¨²ltimo que necesitan es adelgazar), los anuncios de perfumes son el para¨ªso de la belleza, de las poses imposibles y de las frases absurdas (habitualmente en franc¨¦s); los aparatos m¨¢gicos adelgazantes son mostrados al p¨²blico por hombres que parecen necesitar un descanso del gimnasio m¨¢s que perder peso; los coches, los helados, los smartphones de ¨²ltima generaci¨®n, los centros comerciales, las cl¨ªnicas dentales con sonrisas perfectas... Todos los sectores, o casi todos, utilizan a personas bellas o muy bellas para tratar de vender sus productos.
Lejos del mundo de la publicidad ocurre lo mismo. Si paramos un segundo en un kiosko, podremos reconocer en las portadas de casi todas las publicaciones el uso abusivo de Photoshop para estilizar o hacer m¨¢s bellos o atractivos a las, o los, modelos que ya de por s¨ª lo son. Y las pocas revistas que no lo hacen no atienden a razones de ¨¦tica precisamente, deciden no retocar porque su ¨¦xito radica en re¨ªrse de los peque?os ¡®defectos¡¯ de los famosos, incluyendo vi?etas despectivas o flechas que se?alan celulitis, estr¨ªas o barrigas. Ya no nos extra?a porque estamos acostumbr¨¢ndonos, o nos han programado poco a poco para ello, a re¨ªrnos de los peque?os defectos, a hacer mofa del menos agraciado, cuando la belleza f¨ªsica es tan traicionera que siempre, sin excepci¨®n, acabar¨¢ abandon¨¢ndonos a todos.
Toda esta locura que nos rodea se ve reflejada en los alarmantes datos que aporta la psic¨®loga especializada en el estudio de la salud, Phillipa Diedrichs: M¨¢s de 10.000 personas acuden cada mes al buscador Google para teclear lo siguiente: ?soy feo?; seis de cada diez ni?as no hacen cosas relevantes para su desarrollo porque se sienten feas; el 31% de los alumnos no se atreve a participar en clase por miedo a que critiquen su aspecto, mientras que el 17% de las mujeres deciden no ir a una entrevista de trabajo si ese d¨ªa no se sienten c¨®modas con su apariencia. Este tipo de datos s¨ª son feos.
Como recuerda Meaghan Ramsey, directora de la firma de cosm¨¦ticos Dove, (una de las pocas compa?¨ªas que decidieron realizar campa?as en defensa de las proporciones reales de la mujer), casi todos durante la infancia damos besos al espejo cuando nos vemos reflejados, pero hay algo que cambia con los a?os, y ese mismo espejo comienza a convertirse en enemigo.
En ese periodo de transici¨®n entre gustarnos y no tanto, la tarea de los padres es esencial a la hora de construir en los ni?os una autoestima vigorosa, donde evitar los comentarios despectivos hacia el f¨ªsico o no exaltar ¨ªdolos de calendario se convierte en esencial.
Pero esta reflexi¨®n no es contradictoria con el hecho de cuidar la imagen como un aspecto muy importante de nuestra vida y nuestra salud, pero sin que se sit¨²e en lo alto del podio de las prioridades vitales, ya que solo nos puede traer problemas.
Cuba quiz¨¢ no sea un modelo a seguir como pa¨ªs en algunos aspectos, pero en este sentido s¨ª lo es. En un territorio donde no existe la publicidad como la entendemos en Europa, la gente ha aprendido a gustarse y a quererse tal como son desde muy peque?os. La gran mayor¨ªa crece sintiendo orgullo por el cuerpo en el que le ha tocado vivir y esa virtud les proporciona una gran seguridad en s¨ª mismos. Y es ah¨ª cuando esa cualidad se convierte en seducci¨®n, se convierte en poder.
Precisamente sobre este aspecto, la polifac¨¦tica Chen Lizra (bailarina, conferenciante, emprendedora¡) pone el foco en la importancia de la seducci¨®n, por encima del culto a la belleza. Para Lizra la seducci¨®n se puede convertir en ¡°una herramienta vital, porque todos tenemos el poder de seducir, solo hay que sacarlo. El concepto de seducir, siempre asociado de forma negativa a la sexualidad, debe cambiarse al lado positivo, que lo tiene. Es como el dinero, puede ser bueno o malo, dependiendo de c¨®mo lo uses, pero la seducci¨®n asociada a la lealtad e integridad, y al cu¨¢ndo y c¨®mo adecuado, es un arma valios¨ªsima¡±.
Chen Lizra pone en valor la seducci¨®n porque, afirma, es una mezcla de confianza y autoestima a la hora de conseguir lo que queremos, condimentada con control del lenguaje corporal e incitaci¨®n. Este ¨²ltimo punto es, adem¨¢s de en el plano personal, realmente importante en algunas profesiones relacionadas con la publicidad o el marketing, ya que saber seducir al cliente o al consumidor es un arte que diferencia a una empresa de otra en su camino al ¨¦xito.
El cantante Rosendo afirm¨® hace un tiempo que no se cambiar¨ªa por nadie a pesar de su etiqueta de poco agraciado porque ¡°mi fealdad es muy m¨ªa, estoy orgulloso de ser feo¡±. Seamos como somos, intentemos mejorar, estar sanos y busquemos la belleza con cabeza, pero antes de nada, seduzc¨¢monos a nosotros mismos porque as¨ª podremos seducir al mundo sin mirarnos en el espejo que nos impongan. Porque la belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.
Fuente imagen: belleza-espaciomenteysalud
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