Lucky B. Smith, el modelo morm¨®n que se ha convertido en un fen¨®meno fan
Como si fuese Justin Bieber, este chaval de 16 a?os arrastra a seguidoras cada vez que sale a la calle. Tiene una banda de rock y dice que llegar¨¢ virgen al matrimonio
Lo han comparado con James Dean y River Phoenix. Generacionalmente, con Justin Bieber o Cara Delevingne. Y, sin embargo, existe la sensaci¨®n de que el modelo Lucky B. Smith, a pesar de todo, tiene un tipo de celebridad que no encaja exactamente en ninguna de estas categor¨ªas. Sobre todo cuando los periodistas de moda que acuden a la semana de la moda de Mil¨¢n (ha ocurrido estos d¨ªas) se encuentran con una situaci¨®n ins¨®lita antes de un desfile: decenas de adolescentes enfervorizadas que, en plena esgrima de iPhones, gritan febrilmente su nombre, un nombre que hace poco nadie en la industria conoc¨ªa.
La explicaci¨®n, como suele suceder, tiene que ver con la ruptura generacional. Lucky B. Smith acaba de cumplir 16 a?os y apenas lleva dos temporadas de pasarela a sus espaldas, pero tiene un capital del que pocos modelos disfrutan: un mill¨®n largo de seguidores en Instagram que asisten diariamente a las tribulaciones (pocas, todo hay que decirlo) de este joven de ojos azules que se decolor¨® el pelo a instancias de su agente, que consideraba que su aspecto era ¡°demasiado angelical¡±.
El propio Lucky (asegura que es su nombre real) fomenta esa devoci¨®n haciendo algo a lo que pocos modelos se atreven: convocar a sus fans a trav¨¦s de Instagram para indicarles el lugar y hora de su pr¨®ximo desfile. Cuando llega a la puerta del backstage, se encuentra con una multitud de j¨®venes (principalmente chicas) ejerciendo su papel de enamoradas plat¨®nicas. Y Lucky, que domina el arte de hacerse el sorprendido, deja constancia de su estupefacci¨®n colgando videos del momento. En t¨¦rminos de community manager, esta estrategia tiene un nombre: rizar el rizo.
Hay m¨¢s datos que contribuyen a hacer de Lucky un objeto digno de estudio. Por ejemplo, sus or¨ªgenes: es morm¨®n, naci¨® en Utah (Estados Unidos) y vive con su familia en un apartamento de dos habitaciones en Hollywood desde que sus padres decidieron mudarse a Los ?ngeles para potenciar la carrera de su hijo. La leyenda dice que visit¨® una agencia por primera vez cuando ten¨ªa diez a?os, y el director de la misma le emplaz¨® a regresar dos a?os despu¨¦s. As¨ª lo hizo, y, una vez firmado el contrato de exclusividad, Lucky y sus tres hermanas (que tienen una banda de rock llamada The Atomics) protagonizaron su primera sesi¨®n ante el objetivo de Hedi Slimane para Vogue Hommes Japan.
A partir de ese momento, su carrera profesional ha despegado con campa?as para Calvin Klein o Tommy Hilfiger, pero su fama digital se ha disparado hasta niveles dif¨ªciles de comprender en la industria de la moda. Quiz¨¢s se deba a que, en el fondo, su celebridad excede los l¨ªmites de esa misma industria. Su cuenta de Instagram tiene un marcado car¨¢cter personal, plagada de retratos suyos y de apariciones en medios, y sus fans no lo son necesariamente de las marcas para las que desfila. Si una de sus seguidoras se encontrara cara a cara con Alexander Wang o Karl Lagerfeld, probablemente no lo reconocer¨ªa. El propio Lucky, en una entrevista concedida en enero a Business of Fashion, reconoc¨ªa no identificar claramente las firmas para las que desfilaba.
Poco importa, porque lo que s¨ª maneja con maestr¨ªa son las herramientas para convertirse en una estrella. Por ejemplo, es inalcanzable: como morm¨®n convencido, ha declarado querer llegar impoluto al matrimonio y su Instagram contiene abundantes declaraciones de afecto a sus padres. Convoca a sus fans y nunca se niega a posar junto a ellas, pero mantiene una cierta distancia. M¨¢s all¨¢ de sus redes, apenas desgrana datos sobre sus opiniones o experiencias, pero sus seguidores se esfuerzan, ya que algunos de los perfiles de sus clubes de fans recopilan datos sobre su ¨ªdolo.
Gracias a @luckysfacts, por ejemplo, sabemos que le gustan los Strokes, que toca la bater¨ªa desde los seis a?os, que su perro se llama Chi Sai, que odia los s¨¢ndwiches de at¨²n y que no quiere que la fama le convierta en un engre¨ªdo. Tambi¨¦n que ha obtenido el graduado escolar un a?o antes de lo previsto gracias al home schooling que sus padres practican con convicci¨®n. Y poco m¨¢s. Tampoco lo necesita. Le basta colgar un retrato suyo diciendo que ¡°my eyebrows are weird¡± (mis cejas son raras) para que 80.000 seguidores hagan ¡°like¡± y 8.000 de ellos le digan por mensaje que no, que no son raras sino perfectas. A veces el fen¨®meno fan es as¨ª de simple y as¨ª de complejo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.