Los sue?os
Hoy me he despertado con la sensaci¨®n de haber so?ado. Al tratar de atrapar el sue?o, s¨®lo consigo recordar una frase. La frase dice as¨ª: en el infierno se juega mucho a las canicas. Naturalmente, no s¨¦ qui¨¦n la pronuncia ni en qu¨¦ contexto. Como le pasa a todo el mundo, me impresionan e inquietan los sue?os: misteriosos y a menudo absurdos pero v¨ªvidos relatos de un autor an¨®nimo que, a falta de otra explicaci¨®n, es cada uno de nosotros.
Debido a este halo de misterio, en todas las culturas y en todos los tiempos, a los sue?os se les concede trascendencia y autoridad. En la Biblia, donde se hace uso y abuso de este recurso, el mism¨ªsimo Jehov¨¢ o uno de sus enviados utilizan un sue?o para enviar un email con sus explicaciones o deseos, como les ocurre a Abraham o al atribulado San Jos¨¦. Otras veces no se sabe de d¨®nde vienen ni qui¨¦n los manda, pero los mensajes resultan ser verdaderos y prof¨¦ticos, como el de las vacas gordas y las vacas flacas que sue?a el fara¨®n e interpreta el casto Jos¨¦ con tan buen tino que se hace el amo de Egipto.
Siglos m¨¢s tarde, Calder¨®n de la Barca, en su obra m¨¢s famosa, llev¨® el sue?o al terreno filos¨®fico y lo puso a pelear con el libre albedr¨ªo. Los surrealistas recurrieron a los sue?os como fuente de inspiraci¨®n art¨ªstica. Y Freud, hay que ver el jugo que les saca. Aunque a ratos abstruso y farragoso y no siempre convincente, 'La interpretaci¨®n de los sue?os' es un gran libro, bien escrito, lleno de historias salaces e hilarantes, y en conjunto, un mosaico estramb¨®tico pero cabal de la vida cotidiana en la Viena de su ¨¦poca.
Otra teor¨ªa sobre la naturaleza de los sue?os, radicalmente opuesta a la de Freud y no s¨¦ si avalada o rechazada por la ciencia, es que lo sue?os son fogonazos de recuerdos muy pr¨®ximos, carentes de significado ni jerarqu¨ªa, que se le caen a la memoria del bolsillo, por as¨ª decir, cuando ya no estamos dormidos pero a¨²n no nos hemos acabado de despertar y dentro de la cabeza anda todo manga por hombro. En ese instante, el cerebro reconstruye a partir de ese destello una historia m¨¢s o menos coherente. La teor¨ªa me resulta atractiva, entre otras cosas, porque explica lo disparatado de los sue?os y su extraordinaria volatilidad, ese empe?o en esfumarse como si les diera verg¨¹enza haber existido, dej¨¢ndonos siempre con un sentimiento de p¨¦rdida o de abandono rayano en la melancol¨ªa.
En cualquiera de los dos casos, y si descartamos la intervenci¨®n divina, hemos de convenir que cada individuo es autor de sus propios sue?os. Lo cual es tan dif¨ªcil de creer que casi preferir¨ªa pensar que Jehov¨¢ insiste en manifestarse por lo bajini. Porque lo otro presupone una capacidad de improvisar y urdir tramas al vuelo y de los g¨¦neros m¨¢s variados: autobiogr¨¢fico, humor¨ªstico, er¨®tico, violento, de terror e incluso de ciencia-ficci¨®n; una capacidad que, francamente, rara vez tenemos cuando nos ponemos a contar o a escribir algo que ofrezca el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s. Me pregunto si lo sue?os de un gran novelista son mejores y est¨¢n mejor estructurados que los de una persona aburrida y sin imaginaci¨®n.
Aunque eso es imposible de saber, porque cada sue?o es una pel¨ªcula que se proyecta en sesi¨®n ¨²nica y para un solo espectador. Quiz¨¢ alguien pueda interpretar el sentido de esa pel¨ªcula, pero nadie puede emitir una valoraci¨®n est¨¦tica ni ponerle m¨¢s o menos estrellas. Una ¨²ltima caracter¨ªstica de todos los sue?os me acerca al final de esta meditaci¨®n: su arbitrariedad. Que se sepa, un sue?o feliz o infeliz casi nunca guarda relaci¨®n con la conducta de la persona que sue?a.
Una pesadilla siempre es una injusticia. La conclusi¨®n a la que me refer¨ªa es que, a partir de estas ideas, he descubierto el significado del sue?o breve y aparentemente est¨²pido que mencionaba al principio de este texto. A saber, que es posible que en el infierno se juegue mucho a las canicas. Y tambi¨¦n en el cielo, porque en el mundo de los sue?os, el cielo y el infierno suelen ser la misma cosa.
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