Abortar la negociaci¨®n
Alexis Tsipras es el primer responsable del fiasco del pacto en el rescate griego
Salvo milagro imprevisible, las negociaciones del segundo rescate a Grecia han desembocado en un rotundo fracaso. Antes incluso de celebrarse la reuni¨®n del Eurogrupo de ayer, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, las abort¨® de facto al convocar a sus conciudadanos a un refer¨¦ndum contra el presunto intento de sus socios de ¡°humillar al pueblo griego¡±. Del tono y contenido de la convocatoria queda claro que su Gobierno no busca nueva legitimidad democr¨¢tica para una modificaci¨®n de sus promesas electorales en sentido realista, sino una votaci¨®n contraria a las ¨²ltimas propuestas del resto de los Diecinueve, en clave de orgullo nacionalista.
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Aunque en toda negociaci¨®n las dos partes son en alguna medida corresponsables, la carga de la prueba corresponde en este caso a Tsipras. Porque la presunci¨®n de la principal responsabilidad suele recaer en quien se levanta abruptamente de la mesa. No siempre es as¨ª. Pero lo es sin g¨¦nero alguno de duda cuando, como es el caso, las posiciones se hab¨ªan acercado muy notablemente. De hecho, la diferencia num¨¦rica entre el ajuste asumido por Grecia (8.000 millones) y el pretendido por el resto (11.000) apenas alcanzaba los 3.000 millones. En alg¨²n cap¨ªtulo reputado como esencial (la recaudaci¨®n del IVA) apenas superaba los 100 millones; y se dio la paradoja de que los acreedores exig¨ªan m¨¢s recorte en el gasto militar (400 millones) que el que la coalici¨®n griega de izquierda radical y derecha ultranacionalista pretend¨ªa: cuando los principales perjudicados de ese menor gasto habr¨ªan sido los propios acreedores.
La salida del refer¨¦ndum es intempestiva. Es la reacci¨®n a una oferta en la que cab¨ªan matices; cuando se vote, dif¨ªcilmente estar¨¢ vigente, superada por los acontecimientos probables. Pero es adem¨¢s una falsa salida. Los referendos los carga el diablo del azar y/o la pasi¨®n, y este a¨²n m¨¢s, por cuanto el Gobierno griego pretende que los ciudadanos asuman una perjudicial secuencia de corralito-suspensi¨®n de pagos-riesgo de exclusi¨®n del euro, cuando se manifiestan en las encuestas favorables en un 73% a seguir en la moneda ¨²nica.
Si la coalici¨®n de Tsipras tiene problemas internos, la forma m¨¢s desleal de dirimirlos es no asumirlos con entereza y, al contrario, trasladarlos a la sociedad para que sea esta la v¨ªctima de la bipolaridad. Resulta adem¨¢s infantil solicitar una pr¨®rroga del rescate hasta el d¨ªa del refer¨¦ndum precisamente a aquellos contra cuyas propuestas se pretende organizar ese mismo refer¨¦ndum. Se entiende que Tsipras y los suyos se sientan emparedados entre la utop¨ªa de sus promesas y la realidad pol¨ªtica continental, pero no hasta el punto de que, mientras vejan a sus acreedores ¡ªcon expresiones como las de ¡°criminales¡±, y t¨¦rminos como ¡°chantaje¡± y ¡°pillaje¡±¡ª les pidan ayuda contra ellos mismos.
Si Tsipras parec¨ªa haber iniciado el camino hacia un cierto pragmatismo, lo colma ahora de insensateces. No por ello el Eurogrupo debe perder los nervios ni las formas, sino atenerse a sus deberes: dejar siempre expedita la eventualidad de un retorno al pacto y proteger especialmente del contagio a sus socios m¨¢s d¨¦biles. Este drama es muy grave para el euro y para Europa. Que no se convierta en tragedia.
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