?Por qu¨¦ los brasile?os se duchan tanto y los chinos tan poco?
Varios estudios ponen de manifiesto las diferentes formas de abordar la higiene personal Espa?a, entre los pa¨ªses m¨¢s aseados de Europa
Entre las promesas incumplidas de la globalizaci¨®n no resulta dif¨ªcil encontrar batallas relacionadas con el hambre, la ecolog¨ªa o la desigualdad. Lo que ignor¨¢bamos hasta ahora era el inquietante desfase que reflejan los marcadores nacionales de la pulcritud. Esta vez, y sin que sirva de precedente, la coyuntura econ¨®mica y los niveles de desarrollo de los diferentes pa¨ªses no parecen ser determinantes a la hora de juzgar los h¨¢bitos de higiene.
Seg¨²n una encuesta realizada hace unos meses por la agencia de an¨¢lisis de tendencias Euromonitor, los brasile?os pueden llegar a ducharse hasta doce veces de media a la semana. Adem¨¢s del pa¨ªs brasile?o, los soci¨®logos sit¨²an a Colombia y Australia entre las regiones menos al¨¦rgicas al agua, con diez y ocho ba?os semanales por persona. Muy cerca les siguen Indonesia y M¨¦xico, con unas siete duchas respectivamente. A la cola de este singular sondeo se encuentran los chinos, quienes al parecer solo se lavan una vez cada dos d¨ªas.
Los franceses, estadounidenses y espa?oles se mantienen en el promedio de la ducha diaria. Como los indios, quienes por otra parte se lavan el pelo solo una vez por semana. ?Los ¨²ltimos de la clase adem¨¢s de los chinos? Turqu¨ªa, Alemania, Reino Unido y ¨Csorprendentemente¨C Jap¨®n, con unas costumbres m¨¢s que cuestionables. Habr¨¢ quien opine que la sinceridad de los encuestados deber¨ªa ser un valor terminante para dar por v¨¢lidas las conclusiones ¨Cun extremo m¨¢s que razonable si tenemos en cuenta lo que nos encanta mentir a los humanos¨C, pero sus responsables destacan las variables clim¨¢ticas como argumentos que ofrecen solidez al resultado. En rom¨¢n paladino: a mayor humedad, m¨¢s necesidad de refrescarse.
Los franceses, estadounidenses y espa?oles se mantienen en el promedio de la ducha diaria
Hace dos a?os el diario brit¨¢nico Daily Mail puso el grito en el cielo cuando descubri¨® que casi la mitad de los brit¨¢nicos pasaban de ducharse a diario. Y pon¨ªan como ejemplo al pr¨ªncipe Enrique, hermano del futuro rey Guillermo, que una vez reconoci¨® haber estado dos a?os, con sus d¨ªas y su noches, sin lavarse la cabeza. Por extra?o que parezca, su caso es solo la punta del iceberg de una tendencia al alza. M¨¢s all¨¢ de los dise?adores de moda que la pasada temporada dispararon campa?as publicitarias con modelos que llevaban el pelo enmara?ado o con aspecto sucio, los partidarios de relajar los est¨¢ndares admitidos son legi¨®n.
Mientras algunos ecologistas defienden la necesidad de limitar el consumo de agua en el hogar ¨Cy con ello racionalizar los litros que se escapan por el desag¨¹e del ba?o¨C, otras corrientes eco-friendly alertan de los peligros que entra?a hacer uso de productos de limpieza que llevan sulfatos, parabenos y siliconas. Ni unos ni otros tienen el favor de la mayor¨ªa de los dermat¨®logos y otras partes interesadas, pero muchos expertos alertan de que todo lo que circunda la literatura del aseo personal est¨¢ sobredimensionado.
?Los ¨²ltimos de la clase adem¨¢s de los chinos? Turqu¨ªa, Alemania, Reino Unido y? Jap¨®n
La cosa viene de lejos. En febrero de este a?o la periodista Sarah Zhang, de la web Gizmodo, se hac¨ªa eco de la estrategia de marketing que en los albores del siglo XX motiv¨® que los estadounidenses desarrollaran actitudes rayanas en la obsesi¨®n. Seg¨²n su testimonio, las empresas productoras de jabones, desodorantes y pastas de dientes crearon anuncios que desnaturalizaron los h¨¢bitos de la sociedad, obligando a la gente a gastar cantidades ingentes de dinero y amenaz¨¢ndola con el ostracismo social si no dejaban de preocuparse por la halitosis o la sudoraci¨®n.
En el siglo XX el aseo personal es tambi¨¦n una batalla entre sexos. La compa?¨ªa sueca SCA public¨® hace unos a?os un estudio en el que Suecia aparec¨ªa como ¨Coh, sorpresa¨C un referente de igualdad tambi¨¦n a la hora del ba?o: si en el resto de pa¨ªses analizados las mujeres se lavan m¨¢s que lo hombres, en el para¨ªso escandinavo ellas van a la zaga. Adem¨¢s el informe hincaba el diente en otras costumbres como depilarse, usar cosm¨¦ticos, ponerse accesorios o cuidarse las u?as. Seg¨²n afirmaba el 84% de los hombres y mujeres encuestados, en un escenario ideal ellas siempre deben depilarse las piernas. Tan solo el 51% de las personas opinaba que ¡°el hombre ideal¡± debe usar colonia.
En la era de la heterodoxia higi¨¦nica, con adalides de la modernidad que defienden m¨¦todos como el No Poo ¨Clavarse el cabello con agua del grifo o con bicarbonato y vinagre¨C, cualquier conclusi¨®n parece precipitada. La higiene personal puede significar una cosa en R¨ªo de Janeiro y la contraria en Shang¨¢i, y probablemente ni unos ni otros se pondr¨¢n nunca de acuerdo. Pero hay dos cosas universales que suscitan el favor colectivo: el ba?o checo y la noble costumbre de perfumarse hasta provocar la arcada.
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