Fiestas mortales

La semana pasada dos personas murieron corneadas, una en la ciudad extreme?a de Coria y otra en la localidad tarraconense de L¡¯Ampolla, durante las fiestas tradicionales con toros que proliferan todos los veranos en Espa?a. Con el pretexto de la presi¨®n de los vecinos, los municipios mantienen a?o tras a?o pr¨¢cticas peligrosas para los ciudadanos y crueles con los animales. Algunas, como ¡°el Toro de la Vega¡±, son simples muestras de barbarie que consisten en el despedazamiento con tintes s¨¢dicos de un animal vivo; otras permiten el juego p¨²blico con astados, un riesgo innecesario y fr¨ªvolo que a veces, como hace unos d¨ªas, acaba en tragedia.

Las muertes en Coria y L¡¯Ampolla son prueba suficiente de que los Ayuntamientos, responsables de la seguridad de los ciudadanos, no pueden garantizarla en este tipo de fiestas abiertas con animales peligrosos. No es s¨®lo una cuesti¨®n de maltrato animal, que tambi¨¦n; es que las sueltas de toros generan un peligro incontrolado e incontrolable, por m¨¢s que se intente disfrazar con advertencias y seguros contratados. Ya puede el alcalde de Coria repetir el estribillo de que no hubo fallos de seguridad, que la muerte del vecino de Moraleja desmiente tr¨¢gicamente sus palabras. Los Ayuntamientos de Coria y L¡¯Ampolla son responsables de esas muertes y deber¨ªan responder por ellas.

Y, desde luego, se requiere con urgencia un endurecimiento de la regulaci¨®n de las fiestas con toros en Espa?a, para eliminar cualquier ayuda p¨²blica que reciban y con el fin declarado de su prohibici¨®n en un plazo razonable de tiempo.