?Es posible otro sector privado?
Igual que ciudadan¨ªa y gobiernos, la empresas tambi¨¦n deben adaptarse al mundo global y a la crisis de modelo productivo
No hay respuestas f¨¢ciles cuando se trata de pensar y juzgar el rol del sector privado en el desarrollo sostenible, siempre que entendamos el desarrollo como mucho m¨¢s que el crecimiento econ¨®mico y la sostenibilidad como mucho m¨¢s que el nuevo capitalismo verde.
Lo que cada vez se hace mas evidente a los ojos de quienes seguimos la futura agenda de desarrollo sostenible (los todav¨ªa poco conocidos Objetivos de Desarrollo Sostenible) es que el cada vez m¨¢s preponderante papel del sector privado solo podr¨¢ tener cabida adecuada si va acompa?ado de un cambio profundo. Un cambio en la forma en que se entiende y valora la rentabilidad y el beneficio en los grandes negocios internacionales. Un cambio en la forma en que se miden y valoran los impactos sociales y ambientales de los negocios. Un cambio en la actual tendencia de lucha descarnada por la explotaci¨®n de los recursos naturales y de reducci¨®n de costes de producci¨®n a costa de los m¨¢s elementales derechos. Es m¨¢s, si el plan a seguir es la desregulaci¨®n creciente y la limitaci¨®n de los controles p¨²blicos, no podr¨¢n encontrarse unas reglas del juego adecuadas que permitan la convivencia de los intereses del negocio con la sostenibilidad ambiental y social.
El papel del sector privado solo podr¨¢ tener cabida si va acompa?ado de un cambio profundo
En Alianza por la Solidaridad?todav¨ªa queremos creer que es posible este cambio profundo. Que de la misma forma en que ciudadan¨ªa y gobiernos tenemos que adaptarnos al mundo global y a la crisis de modelo productivo y de consumo, las empresas tambi¨¦n han de hacerlo. De esto exactamente va nuestra campa?a TieRRRa. Queremos que las empresas entiendan que pueden ser rentables cumpliendo toda la regulaci¨®n necesaria para acabar con los abusos fuera de nuestras fronteras. Queremos que est¨¦n dispuestas a incluir en su beneficio la sostenibilidad social y ambiental que pueden generar, que rindan cuentas ante las comunidades m¨¢s pobres cuando hacen ingentes beneficios y que se comprometan a reinvertir a trav¨¦s de iniciativas locales una parte importante de sus ganancias.
Iniciamos la campa?a a principios de junio con la enorme dificultad de encontrar casos exitosos. La estrenamos con el sinsabor de ver que una empresa como Coca Cola, a pesar de su imagen y compromiso, est¨¢ lejos de evitar que, a trav¨¦s de su cadena de distribuci¨®n, se contribuye a vaciar un acu¨ªfero clave para el suministro de agua en San Salvador y Nejapa; y con la perplejidad de constatar que una de las mayores embotelladoras mundiales, SABMiller, que por cierto embotella cerveza local en las Islas Canarias, no se siente responsable de su impacto en el acu¨ªfero centroamericano. Todo ello sucede ante la torpeza, la incapacidad o la anuencia de diversos poderes p¨²blicos y a la gente corriente no le queda m¨¢s recurso que la protesta constante y organizada.
Queremos que las empresas entiendan que pueden ser rentables cumpliendo toda la regulaci¨®n para acabar con los abusos?
Este caso, lamentablemente, no es sino uno m¨¢s. As¨ª queda patente cuando vemos el mapa de las movilizaciones comunitarias en America Latina en contra de toda clase de inversiones empresariales que amenazan el acceso a la tierra, el acceso al agua potable o la conservaci¨®n de valiosos ecosistemas. Son protestas cada vez m¨¢s frecuentes y cada vez m¨¢s desesperadas.
As¨ª ha quedado patente en la agenda de las organizaciones sociales que ha acompa?ado la cumbre UE-CELAC, celebrada en Bruselas a principios de junio, donde la sociedad civil de Am¨¦rica Latina y Europa ha coincidido en que este modelo extremadamente liberalizado que puede terminar convirti¨¦ndose en impunidad, no puede continuar.
Nos hace falta un gran cambio en el sector privado para que pueda jugar el papel de liderazgo sostenible que esperamos y necesitamos de ¨¦l. Y ese cambio ya no puede fundamentarse esencialmente en la imagen de marca, ni ser anecd¨®tico y menor. Debe ser m¨¢s contundente y generalizado e ir acompa?ado de los incentivos y correctivos p¨²blicos que lo garanticen. Eso pedimos en TieRRRa. No somos los primeros, ojal¨¢ seamos de los ¨²ltimos porque ya no sea necesario.
Nuestra campa?a en: http://www.alianzaporlasolidaridad.org/especiales/tierrra/
Ana Rosa Alcalde es Directora de Alianza por la Solidaridad o AxSolidaridad
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