Poderosa Katy

Solo la he visto una vez en persona, durante apenas cinco minutos, pero intensos y muy bien amortizados (sub¨ª una foto juntas a Instagram y lo pet¨¦ como nunca). Ese ratito que compart¨ª en una diminuta sala junto a Katy Perry me result¨® largo y fruct¨ªfero. Es curioso: has visto durante minutos, horas, a una persona en la tele/cine/YouTube, y luego cinco minutos cara a cara bastan.

La Perry impresiona. Es grande, y no solo por sus tacones ¡ªque eran tan altos como c¨®modos, es lista la t¨ªa¡ª. Entonces faltaban apenas 20 minutos para su concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en febrero. Pero lleg¨® tranquila a esa salita rebosante de fans elegidos por alguna de las marcas que ella patrocina o previo pago de una barbaridad. Salud¨®, bes¨®, fue maj¨ªsima, puso caritas para los selfies, volvi¨® a besar y ciao pescao.

Pudo parecer que la llevaban y la tra¨ªan, que ni pinchaba ni cortaba, que solo observaba con sus grandes ojos, muy abiertos. Pero no. Solo hab¨ªa que mirarla. Mandaba ella. Porque ella decide. Habr¨¢ guardaespaldas, m¨¢nagers, abogados, especialistas en pelucas y ayudantes de todo par. Pero cuando te conviertes en la artista m¨¢s poderosa del mundo es por algo. Vale, no poderosa oficialmente: mejor pagada, ha dicho Forbes. Pero ?cu¨¢ndo ha logrado alguien sin poder cantar en la Superbowl, posar para Moschino, ganar 135 millones de d¨®lares en un a?o? Tiene tanto poder que lo festej¨® cont¨¢ndoles a sus 23 millones de instafans que se comer¨¢ su taco favorito de fast food, que solo cuesta tres d¨®lares, para celebrarlo. Riqueza, poder, fama, comida basura. Opio.