Verifica que algo queda
En tiempos de ruido, conviene recordar algunas reglas maestras del oficio period¨ªstico: no se debe decir sino aquello que de veras se sabe
A principios de los a?os noventa, cuando se produjo una de las crisis con las que el periodismo acude de vez en cuando al encuentro con la realidad, 30 profesionales del oficio (que luego ser¨ªan 300) se juntaron en Harvard para ver qu¨¦ demonios estaba pasando con el (seg¨²n Garc¨ªa M¨¢rquez) oficio m¨¢s bello del mundo. Vinieron de todo el mundo y desataron una reflexi¨®n que Bill Kovach y Tom Rosenstiel convirtieron en un libro legendario que no circula tanto como debiera, Los elementos del periodismo, editado aqu¨ª varias veces por Aguilar.
Estaban preocupados aquellos periodistas reunidos en Harvard por el descr¨¦dito que iba sufriendo este oficio tan viejo como el mundo. Al periodismo se le hab¨ªan adherido defectos parecidos a los que cubren las conversaciones, y los rumores, que se dicen en las barras de los bares. Pensaron durante varios meses, se intercambiaron ideas de un lado al otro del mundo, y al final dieron con un manifiesto de nueve puntos que no era ni solemne ni perentorio: era el sosegado reclamo que se hac¨ªa a los que cultivamos este trabajo para que no bajara a¨²n m¨¢s por la pendiente el cr¨¦dito de lo que hacemos.
Entre los primeros puntos de esa apelaci¨®n a la sensatez hab¨ªa uno que se refiere a la verificaci¨®n. No se debe decir sino aquello que de veras se sabe. No se deben atribuir fuentes cuya identidad no aproximamos al menos, no debemos usar nuestro poder para proporcionar cr¨¦ditos o descr¨¦ditos inmerecidos... Esa apelaci¨®n a la verificaci¨®n no estaba hecha tan solo para salvar la conciencia de los reunidos, sino que eran consecuencia de la preocupaci¨®n ¨¦tica por conservar el oficio dentro de los l¨ªmites de servicio p¨²blico para el que fue creado por los hombres y por la historia.
Lo cierto es que ese periodismo de hechos, y no de opiniones, ha seguido recibiendo lesiones que han dejado en hojarasca recomendaciones tan nobles. En la prensa vemos cada d¨ªa c¨®mo se publican noticias sin verificar, y, sobre todo, c¨®mo se plantean como opiniones contundentes aquellas que se basan en fuentes sin acreditar o en informaciones que no tienen en su estructura ning¨²n elemento que la convierta en fiable. La competencia que se hace entre periodistas, para vociferar en tertulias de todo pelaje sus verdades contundentes, contradice el mandato de Antonio Machado sobre la naturaleza de la verdad y contamina no s¨®lo el periodismo propiamente dicho sino la conversaci¨®n de los ciudadanos. Y, seg¨²n aquellos nueve puntos, el periodista est¨¢ obligado a participar en un foro de servicio al p¨²blico, sin contaminar por el prejuicio ni por el mal juicio.
Juan Carlos Onetti dec¨ªa que el periodista deber¨ªa tener una tercera mano, con la que golpearse si llegaba a cometer desfalco informativo. Esa mano ser¨ªa el aviso que nosotros llamamos Libro de Estilo. La met¨¢fora del autor de La vida breve deber¨ªa ser el resultado f¨ªsico de esos nueve puntos que alertan contra el peligro de vender como periodismo aquello que no es sino c¨¢scara de bar.
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