El Subcomandante en min¨²sculas
Marcos, guerrillero c¨¦lebre, ya no es protagonista. Ahora manda el subcomandante Mois¨¦s
El Subcomandante Marcos estaba sentado en los pelda?os de la entrada trasera del auditorio Emiliano Zapata de la comunidad zapatista de Oventic, en las monta?as de Chiapas, de espaldas a la mesa de conferenciantes en la que iba a participar en unos minutos como apertura del seminario El Pensamiento Cr¨ªtico frente a la Hidra Capitalista, Pensamiento Cr¨ªtico e Hidra Capitalista en may¨²sculas. Llevaba un parche pirata en el ojo y estaba fumando su pipa. Lo rodeaba un c¨ªrculo apretado de ind¨ªgenas que lo miraban y se re¨ªan en el momento en que llegu¨¦, como si les acabase de hacer un chiste. El tama?o del Subcomandante, en may¨²sculas, como Hidra o Pensamiento o Capitalista, es mucho mayor que el del ind¨ªgena chiapaneco medio. Marcos es un mestizo de m¨¢s de metro ochenta y con volumen: fuerte, grande, ya con una cierta barriga de bien pasados los cincuenta a?os de edad. Debe de pesar al menos noventa kilos. Me sent¨¦ a su lado, en un pelda?o inferior, y le pregunt¨¦ si me dar¨ªa una entrevista. ?l ha dado bastantes entrevistas en su vida de guerrillero c¨¦lebre, pero desde hace unos a?os, en los que ha descendido su presencia medi¨¢tica y la del movimiento zapatista en general, s¨®lo se pronuncia en comunicados o en actos del zapatismo. En estos a?os de p¨¦rdida de protagonismo ha cundido el rumor de que el Subcomandante estaba enfermo de c¨¢ncer y de que iba a tratamiento a la Ciudad de M¨¦xico. Por su aspecto no parece enfermo. Por su voz tampoco. La cara no se le ve, la lleva encapuchada, pero por sus ojos ¨Csus c¨¦lebres ojos¨C tampoco parece enfermo. ¡°Yo ya no mando¡±, me respondi¨® cuando le hice la pregunta, y aleg¨® que ¨¦l no es qui¨¦n en la jerarqu¨ªa para decidir si habla o no con un periodista: ¡°Eso tiene que decirlo Mois¨¦s¡±. Mois¨¦s, el Subcomandante Mois¨¦s, antes Teniente Coronel Insurgente Mois¨¦s todo en may¨²sculas, como Cr¨ªtico, es el nuevo n¨²mero uno del EZLN desde que Marcos anunci¨® en un acto de la primavera de 2014 que ya no era el l¨ªder. Luego empez¨® la conferencia de inauguraci¨®n del seminario. Delante de m¨ª estaba un hombre con una banda amarilla en la frente y un mont¨®n de carpetas a su lado sobre una silla. En la tapa de la primera se le¨ªa: ¡°Una piececita para armar el rompecabezas. Sabidur¨ªa solar maya¡±. Mientras hablaba el historiador marxista Adolfo Gilly, el hombre de la banda amarilla en la frente se qued¨® dormido. Cuando despert¨®, le pregunt¨¦ qu¨¦ hab¨ªa en las carpetas: ¡°Un documento que le quiero entregar a la Comandancia¡±, me dijo. Al terminar la inauguraci¨®n le sal¨ª al cruce al Subcomandante Mois¨¦s y le pregunt¨¦ si le daba permiso al Subcomandante Marcos para hablar conmigo. Mois¨¦s es un ind¨ªgena de etnia tojolabal de constituci¨®n robusta y bajo de estatura, como un tronco, tambi¨¦n encapuchado. ¡°No hay tiempo¡±, me dijo sin dejar de caminar a paso firme. Marcos lleg¨® detr¨¢s y yo lo segu¨ª unos pasos pidi¨¦ndole que convenciese a su jefe, pero enseguida me vi frenado por el bloqueo de una peque?a zapatista encapuchada, como esos bloqueos que se hacen en baloncesto para librar a un compa?ero de su defensor, y me resign¨¦ a ver c¨®mo se alejaban los dos Subcomandantes. Ser¨ªan las dos de la tarde. Cuando mi grupo ya iba de vuelta en furgoneta a la ciudad de San Crist¨®bal de las Casas, vi a una persona caminando sola por el arc¨¦n. Era el hombre de la sabidur¨ªa solar maya, e iba tocando unas maracas.
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