El significado de ¡°esfuerzo¡±
Lo que sufren los ciudadanos son penalidades y miserias, desgracias y agresiones, infortunios y mezquindades
La palabra ¡°esfuerzo¡± ejerce un gran poder de seducci¨®n; porque cualquier esfuerzo nos parece encomiable, incluso si no alcanza los objetivos. Por eso los pol¨ªticos de ac¨¢ y de acull¨¢ se llevan a la boca el t¨¦rmino ¡°esfuerzo¡± en cuanto pueden.
Mariano Rajoy, por ejemplo, habl¨® recientemente del ¡°esfuerzo inversor¡± desarrollado por el Gobierno en Galicia.
El esfuerzo de quien gobierna y decide ampliar un presupuesto en carreteras, pongamos por caso, no casa mucho con lo que entendemos por esforzarse. La voz ¡°esfuerzo¡± implica el empleo en¨¦rgico de la fuerza f¨ªsica contra alguna resistencia; o, en sentido metaf¨®rico, el empleo del ¨¢nimo, del valor o del br¨ªo para vencer dificultades. Nos preguntamos entonces si la simple adici¨®n de alg¨²n cero en un cap¨ªtulo de inversiones por quien tiene el poder y la facilidad de hacerlo precisar¨¢ realmente de tales ¨ªmpetus del m¨²sculo o del esp¨ªritu, de tales acometidas de la voluntad. Y nos respondemos que no. Porque, adem¨¢s, siempre supone mayor esfuerzo economizar que gastar.
Pero los poderosos no s¨®lo se atribuyen esfuerzos propios, sino tambi¨¦n los que conciernen a los contribuyentes.
En este punto se da la misma manipulaci¨®n que ya examinamos en otro momento sobre la palabra ¡°austeridad¡±
El presiente Rajoy acaba de decir que ¡°los espa?oles pueden estar tranquilos porque con su esfuerzo han apoyado las reformas¡±. Sin embargo, la mayor¨ªa de los espa?oles tampoco ha hecho esfuerzo alguno al respecto. ¡°Esfuerzo¡± evoca una disposici¨®n activa por parte de quien lo acomete, un impulso que se genera en ¨¦l y que desarrolla el vigor de la acci¨®n. El esfuerzo requiere, por tanto, de la voluntad propia. Aun en el caso de que se tratara de unos trabajos forzados, el esfuerzo para ejecutarlos necesitar¨ªa que el cerebro activase los m¨²sculos.
En este punto se da la misma manipulaci¨®n que ya examinamos en otro momento sobre la palabra ¡°austeridad¡±: el austero lo es por su voluntad. Por tanto, no se puede llamar ¡°austeridad¡± a la impuesta mediante la cercenadura de ayudas y derechos.
Con el esfuerzo sucede algo parecido: no se deber¨ªa llamar ¡°esfuerzo¡±, sino da?o, a quedarse sin casa, a perder una indemnizaci¨®n o a salir despedido de la empresa. El esfuerzo se brinda. El da?o se recibe.
Para cumplir con los requisitos del esfuerzo se precisa esa ¡°actividad del ¨¢nimo¡± encaminada a ¡°conseguir algo venciendo dificultades¡±. Muchos de los espa?oles a quienes se refer¨ªa Rajoy no han acometido esfuerzos, sino que han sufrido penalidades y miserias, desgracias y agresiones, infortunios y mezquindades. Pero esas palabras no se perciben tan seductoras, y el discurso del poder las evita. ¡°Esfuerzo¡± ocupa su lugar, y vuelve lo pasivo en activo para dar la sensaci¨®n de que son los ciudadanos mismos los que han elegido esas medidas.
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