Prostituci¨®n y ciudadan¨ªa
La legalizaci¨®n y regulaci¨®n de la prestaci¨®n de servicios sexuales puede ser deseable, toda vez que las mujeres est¨¢n mucho peor en la clandestinidad y en la alegalidad. El Estado velar¨ªa para evitar situaciones de abusos y coacciones
Si existe un debate dif¨ªcil, ese es el debate sobre prostituci¨®n, en parte por la complejidad del tema, en parte por la marginaci¨®n y el estigma de las personas que podr¨ªan estar m¨¢s interesadas en el desarrollo del mismo, o tambi¨¦n por el desinter¨¦s en la existencia de un debate serio de quienes obtienen ingentes beneficios de esta actividad, o, m¨¢s importante todav¨ªa, por la existencia de un poderoso sector de la ciudadan¨ªa que podr¨ªamos calificar de impecable e implacable. Lo cierto es que en nuestro pa¨ªs todo lo anterior da como resultado una situaci¨®n de alegalidad e indefensi¨®n de un n¨²mero importante de mujeres. Hay hombres y transexuales tambi¨¦n en esta actividad, pero hablar en femenino refleja mucho mejor la realidad. Por supuesto, los indispensables clientes adoptan el papel de ciudadanos irresponsables.
El primer escollo importante en este debate, para muchos insalvable, es el de definir de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de prostituci¨®n o, mejor, de qu¨¦ no hablamos. No hablamos aqu¨ª de trata de personas con fines de explotaci¨®n sexual, ni de esclavitud, ni de ejercicio forzado, ni de tr¨¢fico, o de inmigraci¨®n. Vamos a hablar de prostituci¨®n definida como ¡°prestaci¨®n voluntaria y negociada de servicios sexuales remunerados¡± (Maqueda). Adoptar una definici¨®n como la anterior supone una clara toma de posici¨®n.
La posibilidad de un ejercicio voluntario de esta actividad no es admitida pac¨ªficamente. Es cierto que vivimos en una sociedad patriarcal y sexista en la cual las mujeres han ocupado tradicionalmente y todav¨ªa ocupan en buena medida posiciones de subordinaci¨®n con respecto a los varones. Y por tanto no estamos en una sociedad igualitaria. En este contexto, puede ser que cierto tipo de elecciones y de preferencias, en ocasiones, tengan que ver en alguna medida con preferencias adaptativas, es decir, con ese tipo de preferencias que por decirlo de alg¨²n modo m¨¢s coloquial ¡°hacen de la necesidad virtud¡±. Las personas acaban prefiriendo algo que en un contexto diferente no ser¨ªa una opci¨®n deseable. En este caso, consentir en el ejercicio de una actividad como la prostituci¨®n reflejar¨ªa los deseos deformados por las condiciones del sexismo cultural y unas determinadas condiciones socioecon¨®micas. Si llevamos esta posibilidad al extremo, no cabr¨ªa una presunci¨®n prima facie de que se ha consentido libremente en ninguna relaci¨®n sexual que podamos identificar con actividades de prostituci¨®n.
No se trata meramente de despenalizar, sino de regular con una finalidad de proteger
Sin embargo, hemos de ser conscientes de que si admitimos lo anterior, y puesto que la desigualdad patriarcal permea por completo todas nuestras sociedades y todas nuestras actividades, la conclusi¨®n l¨®gica ser¨ªa que el consentimiento, cualquier consentimiento otorgado por las mujeres, al seguir inmersas en sociedades patriarcales y en situaciones de desigualdad, carecer¨ªa de valor, pues nunca ser¨ªa un consentimiento genuino. Si damos este paso, las consecuencias ser¨ªan devastadoras y completamente indeseables, fundamentalmente para las mujeres, pero tambi¨¦n para el resto de la sociedad. Dejar¨ªa a las mujeres inermes e incapacitadas para actuar como personas y como ciudadanas.
La prostituci¨®n es una actividad mercantil y aunque podr¨ªamos calificar a ciertos mercados como mercados nocivos, sin embargo, de tal calificaci¨®n no se seguir¨ªa siempre que un mercado de ese tipo haya de prohibirse, pues en ocasiones esa prohibici¨®n intensificar¨ªa los problemas que nos han llevado a condenar ese mercado en un primer an¨¢lisis. En la evaluaci¨®n de los mercados no hay que olvidar nunca los efectos sobre ricos y pobres, sobre hombres y mujeres, y sobre los m¨¢s y menos poderosos. Las preguntas pertinentes a la hora de realizar evaluaciones van desde cuestionar en qu¨¦ medida contribuyen a una mayor igualdad, qu¨¦ tipo de regulaciones y de l¨ªmites son deseables y cu¨¢l es su relaci¨®n con una idea de igual ciudadan¨ªa. En los an¨¢lisis acerca de la prostituci¨®n, sin dejar de atribuir a esta actividad, tal y como se realiza actualmente, una influencia negativa en la persistencia de la imagen de subordinaci¨®n de las mujeres y por tanto favorecedora de la desigualdad, aun as¨ª, su legalizaci¨®n y su regulaci¨®n pueden ser deseables, pues las mujeres se encuentran en una posici¨®n mucho peor en la clandestinidad y en la alegalidad. Y el poder que pueden lograr las mujeres a partir de una regulaci¨®n que las tome en consideraci¨®n y castigue severamente los abusos y las coacciones, contribuir¨ªa a que alcancen una situaci¨®n m¨¢s sim¨¦trica en ese mercado y m¨¢s igual en la sociedad.
Una prostituta no se vende ella misma, ni renuncia a su dignidad, si tal cosa pudiera hacerse
La consideraci¨®n de la prostituci¨®n como un trabajo podr¨ªa ser una manera de formalizar una actividad ejercida por unas mujeres, que posiblemente no sean las que pueden optar por un abanico de elecciones m¨¢s amplio, y que al dedicarse a esa actividad van a quedarse desprotegidas y privadas de derechos y por tanto completamente vulnerables. La laboralizaci¨®n de esa actividad es lo que permitir¨ªa clarificar de una vez por todas que una prostituta no se vende ella misma, ni renuncia a su dignidad, si tal cosa pudiera hacerse, simplemente vende un servicio. Sin olvidar que el reconocimiento de su actividad como trabajo permitir¨ªa a estas mujeres acceder a la ciudadan¨ªa con plenitud de derechos, en igualdad de condiciones que los dem¨¢s trabajadores, acceso que de otro modo se les niega con las implicaciones de marginaci¨®n y discriminaci¨®n que conlleva tal negativa. No se trata meramente de despenalizar, sino de regular con una finalidad de proteger, y esto implicar¨ªa un tipo de legislaci¨®n especialmente cuidadoso con la especificidad de la actividad que se aborda. Regular esta actividad tiene que suponer, adem¨¢s, el firme compromiso por parte del Estado de no permitir ninguna situaci¨®n de coacci¨®n y de vigilar y castigar con rigor cualquier violaci¨®n en este sentido.
Para terminar, nos encontramos actualmente en una situaci¨®n de regulaci¨®n de la prostituci¨®n por defecto. No hay apenas regulaciones, excepto t¨ªmidos intentos municipales, pues las Administraciones no est¨¢n dispuestas a asumir el coste que supone una regulaci¨®n frente a la ciudadan¨ªa impecable e implacable. As¨ª, el resultado es que ciertos grupos de presi¨®n fuertemente organizados van imponiendo sus intereses y logrando una completa impunidad e ingentes ganancias, y en la confusi¨®n, a veces interesada, en torno al tema de la prostituci¨®n, las mujeres que ejercen esta actividad siguen sometidas a los poderes mafiosos y completamente desprotegidas. Ante la incomodidad del tema, y lo bronco que puede llegar a ser este debate, tenemos que pensar con Rafael del ?guila, que ¡°hemos de resistir la tentaci¨®n de convertirnos en satisfechos ciudadanos (y ciudadanas) implacables o impecables, para arrostrar la m¨¢s modesta tarea de ser ciudadanos reflexivos a secas. Y no hay ley, regla o derecho que nos exima de esa responsabilidad y de los riesgos que comporta¡±.
Elena Beltr¨¢n es profesora titular de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.?
Suscriben el presente texto Alfonso Ruiz Miguel, Antonio Arroyo Gil, Antonio Rovira, Blanca Mendoza, Blanca Rodr¨ªguez Ch¨¢vez, Borja Suarez, Elena Garc¨ªa Guiti¨¢n, Enrique Pe?aranda, Esther G¨®mez Calle, Fernando Mart¨ªnez, Fernando Molina, Gregorio Tudela, Ignacio Tirado, Jos¨¦ Luis L¨®pez, Jos¨¦ Ram¨®n Montero, Juan Antonio Lascura¨ªn, Juan Carlos Bay¨®n, Juli¨¢n Sauquillo, Laura Beck, Luis Rodriguez Abascal, Manuel Cancio, Manuel S¨¢nchez Rein¨®n, Mar¨ªa Moreno, Mario Maraver, Marisa Aparicio, Marta Lorente, Mercedes P¨¦rez Manzano, Pablo de Lora, Pilar Benavente, Pilar P¨¦rez ?lvarez, Soledad Torrecuadrada, Susanne Gratius y Yolanda Valdeolivas, profesores de la Facultad de Derecho de la UAM y miembros del Colectivo DeLiberaci¨®n.
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