Paradojas de Podemos
Los ayuntamientos ¡®podemistas¡¯ se est¨¢n politizando, que es lo opuesto a la regeneraci¨®n p¨²blica
Con la confluencia como principal t¨¢ctica electoral, basada en reforzar sus candidaturas con activistas civiles, Podemos se dispone a alcanzar su principal objetivo estrat¨¦gico: condicionar el acceso de los socialistas al poder. Por eso es hora de tomarse en serio lo que hasta ahora parec¨ªa un hatajo de aficionados con la cabeza llena de p¨¢jaros. Y puede que lo sean, pero tambi¨¦n pueden ganar, como han demostrado ya.
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La base de poder de Podemos no reside en el carisma de sus dirigentes, cuya jactancia no resiste la erosi¨®n del tiempo, sino en ofertar una potente respuesta de choque ante la situaci¨®n actual, caracterizada por el fracaso de nuestra clase pol¨ªtica. Es lo que sus dirigentes han denominado aprovechar la ventana de oportunidad abierta por la crisis econ¨®mica (austericidio), pol¨ªtica (corrupci¨®n) e institucional (secesionismo). Y la oferta reactiva de Podemos consiste en movilizar a las clases medias desclasadas por la precariedad con una convocatoria muy persuasiva centrada en tres grandes marcos (frames). Ante todo el encuadre justiciero del castigo a la casta, culpable de haber descargado su propia responsabilidad como causante de la crisis sobre las clases populares, a quienes se oblig¨® injustamente a pagar el precio del rescate financiero con la excusa tecnocr¨¢tica de las reformas estructurales. Y era un pretexto porque la austeridad no sirvi¨® para resolver la crisis (pues el crecimiento s¨®lo se ha recuperado tras su suspensi¨®n) sino para descargar su coste hacia los estratos inferiores: clases medias urbanas afines al PSOE, asalariados estables que votaban IU y trabajadores manuales sin organizar.
El segundo marco plantea la urgente necesidad de proceder al rescate humanitario de las innumerables v¨ªctimas de la cat¨¢strofe financiera. Es el gran relato altruista que ha llevado a los movimientos sociales a participar en las plataformas transversales que han tomado los ayuntamientos de Madrid, Barcelona y dem¨¢s ciudades abiertas a la confluencia popular. Y el tercer encuadre es la regeneraci¨®n democr¨¢tica, al que deber¨ªamos considerar como el primero en importancia porque estuvo en la ra¨ªz del 15M como su principal est¨ªmulo catalizador. Pero si bien es el m¨¢s significativo, este encuadre regenerador tambi¨¦n es el m¨¢s problem¨¢tico pues presenta flagrantes contradicciones. No son las ¨²nicas, pues como ha demostrado el fracaso de Syriza, el programa econ¨®mico de lucha contra el austericidio tambi¨¦n resulta inviable. Pero aqu¨ª me centrar¨¦ en las dos grandes paradojas pol¨ªticas de su programa regenerador.
En democracia toda soberan¨ªa ha de estar limitada, es decir, sometida al control externo de autoridades encargadas de hacer cumplir la ley
La primera es la tentaci¨®n politizadora. A juzgar por la ocupaci¨®n del poder que realizan los nuevos ayuntamientos podemistas, sus actuaciones pasan por la decidida politizaci¨®n de sus ¨®rganos, a los que se llega a intervenir con una suerte de comisariado pol¨ªtico para que impulse y vigile el cumplimiento del programa justiciero y rescatador, lo que resulta agravado por la depuraci¨®n del personal desafecto y la cooptaci¨®n de personal af¨ªn. Lo cual, de llevarse al extremo, significar¨ªa caer en la vieja pr¨¢ctica del spoil system, el sectarismo y el clientelismo. Algo que, como sabe cualquier estudiante de ciencias pol¨ªticas, se sit¨²a exactamente en las ant¨ªpodas de la regeneraci¨®n democr¨¢tica. Pues por el contrario, si se quiere regenerar la cosa p¨²blica, lo que debe hacerse es despolitizarla, garantizando la independencia e imparcialidad de los servidores p¨²blicos para que no resulten contaminados por el sectarismo partidista.
Y la segunda paradoja es la tentaci¨®n soberanista, en la que ya ha ca¨ªdo Syriza con evidente ¨¦xito en las urnas. Se dice que para regenerar la democracia hay que devolver a los ciudadanos la soberan¨ªa popular, hoy hipotecada por su sumisi¨®n al poder no electo de la troika y los mercados. Lo cual parece impecable en teor¨ªa, pero en la pr¨¢ctica genera consecuencias perversas. La soberan¨ªa popular naci¨® por oposici¨®n a la monarqu¨ªa absoluta, pero en democracia toda soberan¨ªa ha de estar limitada, es decir, sometida al control externo de autoridades encargadas de hacer cumplir el imperio de la ley. De ah¨ª lo peligroso de reclamar la soberan¨ªa popular o nacional frente a la confederaci¨®n europea, cuyas reglas aceptadas de com¨²n acuerdo nos obligan a todos, sirviendo de eficaz mecanismo de control. Y desafiar esa disciplina externa implica recaer en la degeneraci¨®n democr¨¢tica, pues todo poder sin control tiende al abuso de poder, por regeneracionistas que sean sus pretensiones justificadoras.
Enrique Gil Calvo es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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